Supersticiones ¡Que las hay... las hay!

No existen sociedades en las que estas creencias no tengan incidencia en las acciones. De hecho, hasta los famosos las cultivan. ¿Por qué las utilizamos? ¿Tienen sentido? Aquí, algunas de esas respuestas.

Supersticiones ¡Que las hay...  las hay!

El famoso gato negro que se cruza justo por delante, la herradura detrás de la puerta, el cuadro torcido, la sal que se derrama, la lluvia de arroz que despeina a las novias, el espejo que se rompe, una caminata por debajo de una escalera…  Los seres humanos están llenos de supersticiones que tienen un origen histórico pero también una fuerte explicación biológica.

Créase o no, los científicos aseguran que fueron estas creencias las que ayudaron a la especie humana a sobrevivir de los peligros que abundan en el mundo. Kevin Foster, evolucionista de la prestigiosa Universidad de Harvard, junto con la doctora Hanna Kokko de la Universidad de Helsinski, llegaron a una conclusión: el ser humano tiene un gen de la superstición que le permite subsistir como especie.

“En un mundo de incertidumbre como en el que vivimos puedes escoger entre creer o no creer”, remarca Foster.

La creencia, los ritos y las tradiciones se mezclan en la evolución de las supersticiones. La mayoría de ellas están enfocadas en que el hombre tenga suerte y en los buenos augurios. No es poco lo que se puede pedir: más energía, protección, salud, fecundidad, abundancia y mucho más.

Los famosos tienen sus secretos a la hora de creer. Juanes, por ejemplo, siempre se levanta con el pie derecho literalmente. Y Penélope Cruz se frota el pelo. Paulina Rubio regala pulseras rojas hechas por ella misma y Heidi Klum porta un diente de su infancia. Hay más, Cameron Díaz tiene un collar en forma de herradura que la ayuda a ser siempre joven y Benicio del Toro un anillo con un pedazo de madera para tocarla cuando quiera.

Las explicaciones para estas conductas tienen que ver con la historia misma de la humanidad. Aquí, un recuento de esas supersticiones que ayudan a tener buena onda y aquellas que te aseguran un mal día. Para tener en cuenta.

Gato negro que se cruza en el camino. Los pobres felinos de este color tuvieron que soportar por siglos este estigma. En Egipto representaban la reencarnación misma de los dioses pero la Iglesia Católica los consideró como la reencarnación del diablo. Por esta razón fueron quemados por miles. Se dice que si el gato se acerca a uno es buena suerte, pero que si se aleja es mala.

La herradura en la puerta. Es buena suerte y se remonta a la Antigua Grecia. En esa época colgar un hierro en forma de herradura alejaba a los hechizos, impedía que las brujas ingresaran al hogar y cuidaba la casa del mal. Creer o reventar...

Cuidado con el cuadro torcido. También una leyenda de Grecia. Se decía que si el cuadro de un rey caía al piso y se rompía entonces éste iba a morir pronto. ¡A asegurar los tornillos y clavos de la pared!

Derramar sal. ¡Nunca! En el 3.500 antes de Cristo la sal era símbolo de amistad. Se creía que si la sal se tiraba la amistad se rompía. Hay antídoto para los que tiraron la sal sin querer: arrojar un poco de la sal que está en el piso por el hombro izquierdo.

El espejo que se rompe. Dicen que a quien le suceda tendrá siete años de mala suerte. Esta creencia tiene su base en la brujería. En el espejo se veía el futuro. Cuando éste era muy negro los magos lo rompían.

El trébol de cuatro hojas. Otra leyenda, pero basada en Eva. El mito reza que cuando ella dejó el paraíso se llevó un trébol de cuatro hojas. Por eso se lo asocia con la buena suerte.

La pata de conejo. Pobres conejos, esta superstición nació 600 años antes de Cristo gracias a los Celtas. ¿Se imaginan la cantidad de patas de conejos que se cortaron a lo largo y ancho de la historia? Los Celtas creían que el hombre descendía del conejo por eso ese animal no se podía cazar o comer. Eso sí, las patas se podían guardar para garantizar un buen futuro.

Nunca pases bajo una escalera. ¿Qué tiene que ver la escalera? En realidad nada, el problema es el triángulo que se forma al apoyarla contra la pared. Antes se creía que los triángulos eran sagrados. Pasó con las pirámides y con la Santísima Trinidad.

Tocar madera. La superstición de Benicio del Toro tiene su origen en los trozos preservados de la Santa Cruz.

Arrojar arroz a los novios. Antes se les tiraban dulces, pero con el tiempo se reemplazaron por el arroz que era mucho más económico. Parece que derrochar también da mala suerte.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA