Una misión muy difícil pero no imposible para el primer ministro británico Boris Johnson en el Súper Sábado. La Cámara de los Comunes se sentará hoy, desde las nueve y media de la mañana, para aprobar o rechazar el Brexit, cuyo acuerdo consiguió inesperadamente en la cumbre de Bruselas. Su suerte y la del divorcio europeo ha quedado en manos de los 21 rebeldes conservadores que echó porque no lo apoyaron y bloquearon el No Acuerdo, y de laboristas indisciplinados, listos a votar contra las instrucciones partidarias. El número mágico: 320 votos para asegurarse el Brexit.
El precio a pagar por el apoyo sería aceptar pedir una extensión de las negociaciones a la Unión Europea, como garantía de que no los traicionará antes del 31 de octubre, con una salida sin acuerdo.
Algunos Brexiteers podrían sumarse al DUP (los unionistas democráticos del Ulster), que votará en contra porque el acuerdo amenaza la “integralidad del Reino Unido” con su híbrido acuerdo aduanero en Irlanda del Norte.
Boris necesita 320 votos para pasar su acuerdo. No los tiene pero está más cerca que en la noche del jueves. Hasta ahora le faltan 33 votos para conseguirlo. Por eso regresó a Londres en plena madrugada, desde la Cumbre del Consejo de Europa en Bruselas, para una doble operación de charme y "turbocharging", su palabra preferida.
Voto a voto es su estrategia junto con el látigo y la zanahoria. Según sus whips (los jefes de bancada), tiene 287 votos conservadores asegurados, en un partido al que le faltan 45 diputados para tener mayoría propia. Los Brexiteers no han dicho que votarán en contra "porque tiene aroma a Brexit" y aceptarían este compromiso.
Pero podría haber dos o tres “espartanos Brexiteers” que imitarán a sus socios unionistas democráticos irlandeses del DUP, que votarán en contra. Ellos sienten que Boris los traicionó.
EL DUP es una amenaza para Boris. Puede acarrear votos de euroescépticos duros. Ellos creen que la ley Benn, que le exige al primer ministro pedir una extensión a la UE si no hay acuerdo, forzó a Boris a aceptar medidas desesperadas.
El premier decidió adoptar el acuerdo a las seis y media del jueves, sin consultarlos, tras una llamada de su negociador David Frost, en una jugada que puede definir o hundir su gobierno.
"El estaba demasiado ansioso para conseguir un acuerdo a cualquier costo. Si hubiese tenido el valor de aguantar, podría haber conseguido mejores concesiones para mantener la integralidad, económica y constitucional del Reino Unido", dijo Nigel Dodds, el líder del DUP en la Cámara de los Comunes. El DUP, soberanista, no acepta el modelo híbrido de aduana de Irlanda del Norte que destrabó el acuerdo.
Fronteras
Una nueva rebelión de los 21 conservadores rebeldes que él expulsó está en marcha y los divide. Nueve de ellos van a apoyar el acuerdo, otros nueve de ellos se niegan a decir qué harán y tres se opondrán porque quieren un segundo referéndum. Algunos quieren volver al partido como condición, otros no tienen la menor confianza en Boris pero también piensan en el interés nacional.
El primer ministro británico debe conquistar al menos a diecinueve diputados laboristas que previamente indicaron que podrían apoyar el acuerdo, y a un pequeño número de laboristas que se fueron del partido bajo el liderazgo de Jeremy Corbyn y que hoy tienen su banca como independientes.
El liderazgo laborista anunció que serán expulsados si votan a favor del acuerdo y el ex primer ministro laborista Gordon Brown llamó a votar en contra. La otra incógnita serán las abstenciones, cuando la presión política y financiera sobre el 10 de Downing Street para conquistar o pagar es enorme.
Boris ha prometido a los europeos que su acuerdo pasará el Parlamento.
La UE se prepara para otorgar una nueva extensión si ella va a generar una unidad, que hoy no existe en el Parlamento británico ni en el país.
Los diputados conservadores rebeldes, expulsados porque votaron a favor de bloquear un No Acuerdo, son los que exigen la extensión solicitada a la UE a Boris. La consideran “una política de seguridad” para impedir que el primer ministro los traicione y se vaya sin acuerdo el 31 de octubre.
Como los diputados votaron el jueves que haya enmiendas en la sesión de hoy, el conservador independiente Sir Oliver Letwin redactó una que fuerza al primer ministro a escribir a la UE requiriendo una extensión del artículo 50 hasta que el acuerdo del Brexit se convierta finalmente en ley.
El gobierno piensa que el acuerdo va a ser ratificado la semana próxima a lo largo de su proceso. Pero el temor de los rebeldes es que tome más tiempo y Gran Bretaña se vaya "por accidente" y sin acuerdo de la Unión Europea el 31 de octubre, la fecha límite de Boris.
Es la UE quien va a decidir el plazo de esta tercera extensión. Puede ser hasta después del 31 de octubre o extenderla hasta el mes de febrero del año 2020.
Si Boris rechaza esta extensión como repitió ante los europeos, su situación puede complicarse. La Cámara decidiría organizar un voto de confianza que lo eche del poder y haya elecciones anticipadas inmediatas.
Convocatoria a referéndum
El otro dilema en el recinto será la convocatoria a un referéndum que ratifique o rechace el acuerdo. Los pro europeos lo exigen. El mismo pedido de miles de personas, convocadas por "el Voto de la gente", que se acercarán a la Cámara de los Comunes hoy, en una manifestación que anticipan gigantesca como las que marchaban contra la guerra en Irak.
La decisión de un referéndum volvería obligatorio el pedido de extensión de las negociaciones. Es un elemento, junto con elecciones anticipadas británicas, que la Unión Europea no dudaría en aceptar para otorgarla. Como las enmiendas han sido aprobadas, se puede pedir el referéndum sobre tablas en el recinto hoy mismo.
Los laboristas exigen un segundo referéndum bajo cualquier circunstancia. Aunque lo que está en duda es si van a usar el Súper Sábado para imponerlo en un “voto confirmatorio”, como condición para que el acuerdo de Boris pase por el Parlamento.
"Hay numerosas oportunidades para presionar por un referéndum. Nosotros tenemos que decidir cuando es la correcta oportunidad para hacerlo. En este momento analizamos el acuerdo: si es bueno o malo. Seguimos teniendo la discusión del referéndum", explicó Sir Keir Starmer, secretario en las sombras laborista del Brexit.
Agenda
Cuando los diputados analizan y comparan con el de Theresa May el texto legal del acuerdo, la agenda del Súper Sábado comenzó a conocerse. La sesión se iniciará a las 9 y media de la mañana , con el primer ministro Boris Johnson presentando el acuerdo. Se debatirá y luego el Speaker de la Cámara de los Comunes, John Bercow, elegirá qué enmiendas serán tratadas y comenzará la votación.
Después decidirá a qué hora se vota el acuerdo, cuando haya más diputados. Día excepcional en el recinto, que nunca se reunió un fin de semana desde la guerra de las Malvinas.
El Parlamento británico puede poner punto final o no a estos cuatro años de psicodrama. La presión va a ser inmensa sobre los diputados a favor o en contra del acuerdo. Una encuesta de YOUGOV de ayer sostiene que el 48 por ciento contra el 33 por ciento de los británicos prefiere el acuerdo de Boris a un No Acuerdo.
El primer ministro británico va a tener que hacer innumerables transacciones.
Pero su mantra es: “Acuerdo o No acuerdo pero no extensión”.
Rechazan una demanda contra el acuerdo
El máximo tribunal civil de Escocia rechazó la acción emprendida por un grupo de detractores del Brexit para tumbar el nuevo acuerdo alcanzado por el Gobierno de Boris Johnson y la Unión Europea (UE) que pedían que sea considerado ilegal. Los demandantes esgrimían que el acuerdo del Brexit es ilegal porque vulnera la legislación fiscal de Reino Unido, ya que prohíbe que Irlanda del Norte forme parte de un territorio aduanero distinto al del conjunto de Reino Unido, según informa BBC, citado por Europa Press.