¿Un “precursor velado”? Juan Gualberto Godoy y los orígenes de la literatura gauchesca

La especialista recupera obras del escritor y periodista mendocino que dan cuenta del surgimiento del género en Mendoza.

¿Un “precursor velado”? Juan Gualberto Godoy y los orígenes de la literatura gauchesca
Juan Gualberto Godoy, con sus escritos y payadas, es uno de los precursores de la literatura gauchesca en el país.

“Hijo de un zambo platero / llamado Teodoro Corro / nací en Salta como un zorro / en un miserable agujero; / vil, ignorante y grosero / cobarde, pero atrevido / pedí el militar vestido / para cacarear honor, / siendo todo mi valor / el valor de mi apellido / De un mal soldado a teniente / ascendí por carambola / y asombrado exclamé: ¡Hola! / ya voy pareciendo gente...”.

Juan Gualberto Godoy. El Corro

La denominada “gauchesca” es un fenómeno típico y original de la literatura argentina (o más propiamente “rioplatense”) y nace de una conjunción de factores, fundamentalmente unas coordenadas espacio-temporales, que fueron delineando un tipo humano también característico: el gaucho.

Si bien Jorge Luis Borges en un polémico ensayo de la década del 30 (“La poesía gauchesca”, Discusión, 1932) considera que “Derivar la literatura gauchesca de su materia, el gaucho, es una confusión que desfigura la notoria verdad”, lo cierto es que hacia fines del siglo XVIII comienza a desarrollarse en el territorio del Río de la Plata una literatura de carácter popular, anónima, cuya principal característica consiste en proyectar a la literatura el ámbito rural del país, las costumbres de los hombres de campo, sus personajes típicos, todo ello a través de su vocabulario propio.

Coincidimos sí, con Borges en que para que exista propiamente “literatura gauchesca” debe producirse la apropiación de tales formas populares por parte de hombres cultos o, al menos instruidos, que se inspiren en esas tempranas manifestaciones orales, en particular la forma conocida como “payada”. Siempre según Borges, “Las guerras de la Independencia, la guerra del Brasil, las guerras anárquicas, hicieron que hombres de cultura civil se compenetraran con el gauchaje; de la azarosa conjunción de esos dos estilos vitales nació la literatura gauchesca”.

La convención inicial de la gauchesca, que luego José Hernández enriquece notablemente en su Martín Fierro, es el encuentro de dos paisanos que dialogan sobre temas de su entorno. Así, se señala como iniciador de esta forma de proyección folclórica a Bartolomé Hidalgo, ya en la Lira Argentina (1824) se publicó una composición de su autoría titulada “Un gaucho de la Guardia del Monte contesta un manifiesto de Fernando VII, y saluda al conde de casa Flores con el siguiente cielito en su idioma”.

Pero el caso que nos interesa es el del mendocino Juan Gualberto Godoy (1793 - 1864), considerado “nuestro primer poeta”. Nacido en Mendoza, tuvo una vida sumamente azarosa. Desempeñó diversos oficios: aunque su vocación no era la agricultura, coinciden sus biógrafos en atribuirle la innovación de prácticas para mejorar la industria vitivinícola y la calidad del vino, con procedimientos nuevos. Sobresalió, sí, como periodista: fue redactor de algunos periódicos, como El Eco de los Andes, El Coracero o El Huracán (cf. al respecto Jorge Enrique Oviedo, “Un diario pionero”, en Los Andes, 29/6/20); en ellos publicó algunos “cielitos”. Pero Godoy pareció valorar más su lírica culta, que apareció reunida en un tomo titulado Poesías, en 1889.

De todos modos su recuerdo literario, en relación con la gauchesca está fundado en un largo poema titulado Confesión histórica en diálogo que hace el Quijote de Cuyo, Francisco Corro, a un anciano que tenía ya noticias de sus aventuras, sentado a la orilla del fuego, la noche que corrió hasta el pajonal, lo que escribió a su amigo.

Este extenso poema fue editado tardíamente por Félix Weinberg en 1970, luego de haber hallado el manuscrito en la Biblioteca Nacional de Río de Janeiro en 1963; había permanecido prácticamente ignorado hasta esa fecha y, por lo tanto, desconocida la primacía de fechas respecto de los considerados precursores de la gauchesca, ya que con toda probabilidad el texto fue compuesto en 1820.

Algún tiempo antes de la publicación de Hidalgo, Juan Godoy escribió e hizo imprimir su “Corro”, folleto de treinta páginas en octavo, compuesto en el mismo metro y la misma habla que el anterior y alusivo al Coronel Corro, que traba un diálogo con un gaucho, su amigo, después de su derrota y expulsión de San Juan, donde había encabezado una revolución. Es por ello que varios estudiosos afirman que Godoy fue el primero que ensayó en la República el metro de los payadores.

Y podemos agregar otro dato de color: Juan Gualberto Godoy fue además de periodista, poeta y narrador, uno de los grandes payadores de la Argentina. Perseguido por su postura política adversa al gobierno de aquel entonces, emigró hacia la provincia de Buenos Aires donde instaló una pulpería. Según algunos estudiosos, la misma donde Santos Vega paya contra el diablo. Se dijo, se dice, que ese payador que en el poema inolvidable de Rafael Obligado aparece como “juan sin Ropa, el forastero”, y se enfrenta en contienda poética con Santos Vega fue Juan Gualberto Godoy.

Se sabe que volvió a Mendoza y publicó un nuevo periódico satírico, El Coracero, por el que tuvo que huir de nuevo a Chile y resistir en el destierro por 26 años más. Viejo, enfermo y achacoso, Godoy volvió a Mendoza en 1856 buscando alivio en su ciudad natal para la “enfermedad al pecho”, que sufría desde joven. Desempeñó varios cargos públicos en Mendoza, pero no alcanzó reposo ni en la vejez. Tuvo que ver, incluso, cómo su ciudad quedaba hecha escombros tras el terremoto del 61 y cómo sus familiares no lo sobrevivirían. Al menos tuvo el epitafio que quería: en el viejo cementerio de Mendoza, bajo la palabra poeta, una lira tallada y un simbólico ciprés.

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