Murió Daniel Israel, figura fundamental para el mundo académico y cultural de Mendoza

Con apenas 55 años, el investigador falleció el lunes de un paro cardíaco. La comunidad cultural y científica de la provincia está shockeada. En la Facultad de Educación de la UNCuyo declararon tres días de luto por la partida de uno de los más lúcidos intelectuales que ha tenido la provincia.

Murió Daniel Israel, figura fundamental para el mundo académico y cultural de Mendoza
Falleció Daniel Israel, figura indispensable de la intelectualidad mendocina.

Daniel Israel nació en Mendoza, en 1965, y aunque desarrolló gran parte de su profesión en la UNCuyo, también vivió varios años en España, donde se doctoró en Letras en la Universidad Autónoma de Madrid.

Investigador e intelectual lúcido, osado y apasionado; con una extensísima y notable carrera en la que se especializó en la teoría del canon literario, la teoría cultural de las emociones, el análisis lingüístico de textos literarios y la psicología de la lectura literaria.

En esos ámbitos de investigación trabajó durante años y sus aportes fueron fundamentales para el análisis y desarrollo de estos campos conceptuales. Se destacan especialmente sus escritos sobre semiótica y ciencias cognitivas. También la teoría del canon y la narrativa argentina.

Israel era además catedrático en Psicolingüística y Teoría Literaria en la UNCuyo (también en Literatura para niños, jóvenes y adultos en la Facultad de Educación de esa universidad).

Fue parte del proyecto ADAE, un importante grupo de investigación internacional sobre dramatología, liderado por el español José Luis García Barrientos; que convocaba a investigadores de varios países hispanohablantes en el que Daniel era uno de los representantes por nuestro país.

Representó a los docentes en el Consejo Directivo de la Facultad de Educación y se desempeñó como secretario de Investigación y Posgrado en dicha casa de estudios.

Su actual línea de investigación, como director de diversos proyectos, se relacionaba con los enfoques cognitivos acerca de la lectura literaria.

Pero además de su importantísima y relevante tarea como académico e investigador, Daniel era uno de los intelectuales más interesantes de la provincia. Su amor por los libros, el cine y el lenguaje audiovisual lo convirtieron en un experto en estas materias, y en un formador espléndido; con una visión abierta, desprejuiciada, osada y contemporánea. Era un ácido e inteligente lector de nuestra realidad cultural y social, pero siempre con una generosidad abierta a la escucha del otro.

Desde el Instituto de Lectura y Escritura de la Facultad de Educación, que dirigió, lo despidieron con estas palabras: “Los momentos compartidos, lo aprendido a su lado y las actividades que se pudieron concretar son una muestra de su paso por el Instituto. Es larga su trayectoria académica, como docente de grado, posgrado e investigador, pero también es muy importante lo que transmitía en cada clase a sus alumnos y a quienes pudimos trabajar con él... Dedicado a la Literatura, siempre sus charlas eran vivaces e inteligentes, enmarcadas en un ámbito de cordialidad. Por todo esto, desde el Instituto de Lectura y Escritura lamentamos muchísimo su desaparición y lo despedimos con un abrazo y una gran sonrisa (ya que estamos seguros, a él le gustaría)”. El comunicado lo firman: Cecilia Tejón, Elisabeth González, Osvaldo Ivars, Luis Aguirre, Paola Bruno.

En tanto que la Facultad de Educación de la UNCuyo decretó el luto por tres días a través de esta publicación en su página web: "se destacó su recorrido académico en la Facultad, su actitud democrática, dialoguista y su activa participación en el Consejo Directivo. La comunidad de la Unidad Académica acompaña a sus familiares, amigos, colegas y estudiantes y lo despide con mucho cariño".

Del alumno, al maestro

Se me acaba de ir el mejor profe que tuve, que hablaba de literatura queer y algoritmos en red antes de que derrumbaran las Torres Gemelas.

El que me prestaba todos los libros de neobarroco americano y realismo sucio anglosajón y un día me los regaló.

El que explicaba la última tendencia en nanolinguística con una vieja anécdota de alguna tía Esther ("en las familias judías, todas las tías se llaman Esther", decía).

El que interpretaba en todos los campos del conocimiento humano las obras de Almodóvar y Puig y no sabías en qué momento estaba enganchándolas con cómo había comido vaca loca un mes entero en Londres ("no me pasó nada y encima era baratísima", decía).

El que te mandaba VHS de cuando competía en "El imbatible" en España o me decía que sí a cada charla militante o revistita indie que yo anduviera organizando.

El que se veía todas las series. El que amaba a Alfonsina y sor Juana, a Benjamin y Deleuze, a John Irving y Nabokov. El que siempre te contaba un chisme más impactante del que tenías para contarle vos. El que te hacía matar de risa sin parar./ Gastón Ortiz Bandes

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