“Yo a Mendoza le debo todo, lo bueno, lo malo, los dolores, las alegrías. Estoy circunstancialmente lejos pero para ser breve, cuando estos jóvenes cineastas llegaron a proponerme filmar un corto con mi vida y mi trabajo, comenzamos en Buenos Aires y no cerraba por ningún lado, era todo mentira, yo hablaba de cosas que no están ahí, están acá”.
Así comienza esta historia que lejos de hacer foco en las obras de la escritora mendocina, va mucho más allá. Un documental. “La madre de los confines”, en el que veremos a una Liliana sincera, abierta a contar desde su propia voz sobre su vida detrás de la trilogía que la llevo a ser famosa en todo el mundo.
En la cabeza de un joven estudiante de cine nació la idea de contar la historia más allá de la escritora. “Ella era muy accesible. Le conté y no tuve que decirle mucho: ‘quiero que hagamos un documental porque tu historia me parece increíble’ y ella al instante aceptó”. Así que junto a su hija y un grupo de estudiantes de cine de Enerc (Escuela Nacional de Experimentación y Realización Cinematográfica) la escritora de la saga de Los Confines se aventuró a recorrer nuestra provincia contando la historia que la llevó a convertirse en un ícono de la literatura fantástica.
“Me parece que la película no trata de literatura, no es ella y su obra. Su obra está ahí para quien quiera leerla y analizarla, a mí me interesaba hacer una película que este más allá del personaje público y que pudiera conectar con el ser humano, más personal. Me parece que es en esas cuestiones donde la historia se vuelve universal”, contó el guionista del documental, Diego Ávalos, en entrevista con Los Andes.
“Teniendo una película concentrada en la historia de una mujer, que además era escritora, podía hablar de un montón de cosas que a mí me interesaban y, al mismo tiempo, el público es más amplio.
Justamente la película trata otras cuestiones más allá de la figura de Liliana, es una película sobre el tiempo, la muerte, la mujer, ser madre, ser hija, el paso del tiempo”. El trabajo llevo muchos años, viajes a Mendoza, un arduo trabajo de edición y de selección junto a Liliana pero finalmente llegó su momento de salir a la luz.
En el día de ayer fue publicado a través de la plataforma Mowies en el marco de aniversario 20° de la publicación de “Los días del Venado” y estará disponible durante todo el mes de julio para poder alquilarse.
Donde comenzó la odisea
Hace más de 10 años, un grupo de estudiantes de cine comenzó a pulir la idea de llevar adelante un trabajo sobre Liliana pero no sobre su obra, sino sobre la mujer que había detrás del éxito. Inspirado por su historia, Diego cuenta de dónde nace la fascinación por la escritora.
“Esto empezó en 2007 en Buenos Aires junto a compañeros de Enerc que es la escuela de cine del Incaa. A mí me había ocurrido dos años antes que había leído una entrevista a Úrsula K. Le Guin, considerada una de las autoras más importantes de fantasía en el mundo. Ella decía que para ella el futuro de la literatura fantástica estaba en Liliana Bodoc. Me puse a investigar y la historia me pareció increíble por la suma de situaciones: una mujer mendocina de 40 años, ama de casa que nunca había escrito y un día porque su hijo leyó El señor de los anillos quería ver de qué se trataba se le ocurrió hacer algo parecido con los mitos mapuches, lo publicó y fue un éxito con traducción a un montón de idiomas. Fue una suma de un montón de cosas increíbles”.
¿Cuándo comenzaron a trabajar, a diagramar el guion? “Este proceso fue larguísimo y muy difícil. Cuando yo hablé con Liliana tenía en claro que no quería hacer la típica película de escritor que está sentado en su casa y habla de su libro, yo quería hacer otra cosa. Empezamos un rodaje con ella de otra idea y la verdad es que la cosa no funcionaba, recién empezó a funcionar cuando nos dimos cuenta de que la mejor manera de contar lo que ella decía y retratar lo que recordaba era viajando con su hija Romina a Mendoza, para recorrer los lugares donde sucedió su historia”.
Distinto a los trabajos documentales que acostumbramos a ver, donde las largas entrevistas en algún momento resultan tediosas y se recopilan materiales de archivo, en este caso se tomó como modelo narrativo el llamado Camino del héroe: un recorrido físico que metaforiza un cambio espiritual.
El documental, lejos de centrar su visión en los trabajos literarios, recorre los lugares más significativos de la vida de Liliana. Desde su casa en la que vivía con su marido e hijos donde también se inspiró para escribir sus obras, la mezquita en donde se convirtió en musulmana, la casa de su padre y la casa de su infancia. Diferentes lugares que significaron un punto de inflexión en su vida y que sólo podían ser representados en nuestra provincia.
-¿Cómo surgió la idea principal de la estructura y qué cosas había en mente que después no se pudieron hacer?
- Me gusta mucho una frase de Hitchcock que dice ‘en la ficción el guionista y el director cumple el rol de Dios y en un documental el guionista y el director es Dios’. Es una ironía pero es divertida, pienso que hay algo cierto y ahí está el encanto del género. Fuimos con un montón de ideas, hablamos con ella y le dijimos que teníamos que ir a la casa de ella donde escribió El Venado, hablar con el padre, ir a donde estaba la mezquita donde te hizo musulmana, podes plantear mucho y la cosa es cuando llegás y ver qué te encontrás.
Nosotros nos íbamos a enfrentar a un montón de cosas junto con ella, lo interesante es después ver como en el momento podíamos aprovechar para sacar y descubrir cosas nuevas. Mi trabajo fue no solo organizar de acá sino allá tratar de sacar lo mejor posible de todo lo que ocurría basándome en una estructura mayor que iba armando en mi cabeza.
Una nueva mirada sobre Liliana
La intimidad que busca encontrar este documental con la escritora que regalo una trilogía espectacular a la literatura argentina, está ampliamente lograda. A flor de piel podemos acompañar a Liliana en el camino de la alegría, la nostalgia, el enojo y la decepción que hay entre cada una de sus historias. “A mí me parece que era un ser único, todos somos seres únicos pero no todos somos tan excepcionales.
A Liliana apenas la conocías sentías un alma distinta, era una persona con una inteligencia muy grande, te dabas cuenta que era más inteligente incluso de lo que quería aparentar. Se daba cuenta de todo, llegaba a abstracciones complejísimas, al mismo tiempo era una mamá que te decía ‘cuidado cuando cruces la calle’. Tenía esa combinación impresionante de una cabeza súper racional, súper brillante y montones de cuestiones, muy sensible, muy directa, emotiva”, cuenta el cineasta.
“Te cuento una anécdota: uno de los días que estábamos rodando, estábamos comiendo pizza en la vereda, y aparece un chico de la calle y nos pide pizza. El tipo agarró y metió la mano a la bandeja y empezó a apilar porciones una arriba de la otra. Nunca me voy a olvidar la cara de Liliana, todos estábamos sorprendidos pero a ella le dolió en un sentido en lo que está viviendo esa persona. Tenía la capacidad de conmoverse en el dolor del otro.”
-Ella habla de que en Mendoza hay muchas heridas abiertas…
- Creo que el gran dolor de Liliana era la muerte de su mamá. Desde la mirada de ella, me parece a mí que el sentido de la orfandad, de no tener a sus padres presentes, es una constante muy importante que coincide con un gran dolor de su vida que en la película lo cuenta. Me parece que el tema de la soledad, la pérdida y de qué se hace a eso, el acercamiento a un dolido, a un marginal, a un huérfano, encuentra lugar en ese primer dolor. En vez de haberse hundido en el dolor, ella lo lleva a un rasgo vital de compartir. Eso es lo mejor que hizo con su dolor, lo hizo arte.
-Su hija fue una figura fundamental…
- Romina fue esencial porque era una buena excusa de no intervenir y escucharnos a nosotros preguntándole a Liliana. Uno se siente más comprometido con lo que está viendo si es como que las estamos espiando. Nosotros vemos al charla entre una madre y una hija, somos testigos invisibles que las seguimos. El público está del lado de Romina, me pareció importante que fuera la hija porque es espejada a la relación de Liliana con la madre que perdió.
Ella a la hija le cuenta todo lo que no pudo vivir con su propia mamá, una de las escenas que más me gusta es cuando Romina le pregunta sobre la maternidad, esa charla es muy linda y muy sincera, pega mucho con la actualidad y el rol de la mujer, con la presiones de la modernidad. Esta postura de Liliana de que un hijo no encadena sino que multiplica me parece muy contracorriente de lo que se sostiene hoy.
- ¿Ella alcanzó a verlo?
Lo terminamos después de su muerte. Ella lo vió, se filmó en 2007 pero tuvo una edición larguísima. Hubo complicaciones de cada uno en el medio. Finalmente cuando llegamos a un acuerdo de cómo iba a ser, estábamos cerca de 2018 y se hicieron algunas pasadas, fuimos al festival de Mendoza y a la feria del libro pero no estaba el material terminado. El estreno real real es ahora.
-¿Qué le dirías a quienes van a ver el documental?
- Un anticipo… Se van a encontrar con un retrato íntimo, sincero, profundo y sensible de una de las personas más interesantes que pasaron por las letras argentinas. Una mujer original, comprometida, con una fascinación poderosa, alguien que volvió a valorizar la belleza de la palabra, de la forma, del lenguaje, por una persona que se dedicó a los demás, se entregó en su trabajo a todo y por una persona que volvió a poner en circulación palabras a propósito o despreciadas, me parece que es un retrato de alguien muy particular y original.
Van a poder reflexionar sobre su propia vida, sus propios errores, dolores pero con una mirada muy positiva, donde nos vamos pero siempre dejamos algo y en eso que dejamos nos perpetuamos.
La ficha
“Liliana Bodoc. La madre de los confines”. Guión y Dirección: Diego Avalos. Producción: Francisco Larralde. Montaje: Anita Remón. Fotografía y cámara: Tamara Ajztensztat. Sonido: Glenda Charles. Música: Santiago Sancho. Plataforma de exhibición: Mowies