Cristina Bañeros nunca imaginó que un taller de apreciación musical, que pensaba transitar en unos pocos encuentros, la llevaría a ver desde otra perspectiva la música del mundo. Las nuevas costumbres, el aprovechamiento del tiempo y la posibilidad de dedicarse plenamente a su obra fueron moldeando sus días, y ese taller (Giros.33RPM, que coordina Javie Tenenbaum, director del sello Los Años Luz Discos), fue el punto donde confluyeron sus pasiones, emociones y percepción de la realidad.
Y la música, su otra pasión, guió sus últimos trabajos; que se enmarcan en la serie “La música es una casa”, donde a partir de la técnica del collage y la información que descubrió en ese proceso la llevaron a crear algunas piezas. “A raíz de un curso de apreciación musical (mis otras dos pasiones son la música y el cine), lo que iba a ser un taller de unas clases se convirtió en un encuentro de varios meses, donde descubrí distintas músicas del mundo”, cuenta la artista plástica.
Un vanguardista en la sombras
La figura de Eduardo Rovira, el músico y tanguero argentino contemporáneo a Astor Piazzolla fue parte de su inspiración. La historia personal y artística, con su obra imprescindible y rupturista para el género, movilizó a Bañeros. Después, llevó ese sentimiento a sus collages.
“En una de esas charlas que coordina Javier Tenenbaum, invitan a un músico de Buenos Aires, Ignacio Varchausky, que dio una clase sobre tango y habló de Rovira; quien tuvo una historia muy contrastante con la de Piazzolla. Y cuando me puse a escuchar su obra me tocó una fibra especial, porque su historia fue contemporánea de Piazzolla, en la misma búsqueda y época, pero a Rovira le tocó el lugar de quedar afuera del mapa musical por su origen diferente. Sin embargo, tenía el mismo talento, con la mirada rupturista. Eso me tocó una fibra”.
De ahí nacieron una serie de collages con papel fotográfico, con figuras inacabadas. Un proceso que define como infinito, donde el caos, el azar y las decisiones son los pilares del proceso creativo: “Empecé un trabajo óptico que se llama ‘Encuadres de Cuarentena’. Esa serie surgió porque comencé a trabajar con el espiral logarítmico y me sirvió de disparador por toda la simbología que tiene. Trabajé con los efectos ópticos y en esta serie lo continúo. Son collages, con papel fotográfico. Este proyecto se llama ‘La música es un casa’. La música en ese momento tuvo que ver con el volcarse hacia adentro y que todo sucediera en la casa. Y la música se convirtió en una casa porque me rompió la cabeza y explotó el corazón. La música es una casa donde pude refugiarme en esta etapa”, detalla sobre esta serie, que expuso a través de fotografías en las redes sociales; en las que persisten las marcas de estilo de Bañeros.
Ella explica: “Uno de los conceptos de mi trabajo es el de una obra inacabada. Inacabada en el sentido de que la obra es cambiante y lo que uno decide mostrar es una posibilidad de la infinita cantidad de posibilidades. En el arte contemporáneo no hay un sentido de obra acabada”.
En el collage se ve un juego figurativo y efecto óptico, donde la música subyace en las formas y denota un sentimiento nostálgico y rupturista, como el tango de Rovira.
Así define ese proceso creativo: “El collage te permite trabajar con el fragmento. Así, voy trabajando en pequeñas instancias, que son sensaciones, y cuando tenga que exponerlas en un ámbito material veré cómo lo combino. Pero me interesa que tenga el sentido del fragmento, tiene algo de efímero e inestable. Voy trabajando de a poco, armo las figuras pero están en un estado de precariedad hasta que defino qué quiero hacer. Y dejo que el caos actúe en mi obra. El azar, el caos y las decisiones son el centro medular. Para mí el arte está en las decisiones. En este primer avance de obras me concentro en Rovira. Y cuando amplíe la serie agregaré otras cosas que tal vez no se dirigen a un género musical, pero tienen que ver con las sensaciones, con lo que imagino con la música”.
Una muestra desde la virtualidad
Como en la música, Bañeros imagina mostrar su obra a cuenta gotas. Uno de los proyectos a concretar en esta etapa es generar videos para difundir la serie en las redes sociales. Aprovechar las posibilidades de la virtualidad y mudar el arte plástico a lo audiovisual, para que no solo cobre sentido en una sala de exposición.
“Esta serie no la voy a terminar, todas mis obras tienen una continuidad. La idea es hacer una producción para mostrar desde lo audiovisual las obras en las redes. Pequeños adelantos, mostrar el trabajo con las mismas estrategias que usan los músicos: mostrar un adelanto, primero un single y luego el disco completo. En este caso sería lo mismo: primero una obra, generar expectativa y luego el resto de la serie”, anticipa.