El que terminó de rodillas, rezando, haciendo promesas ante el primer Santo que le cruzara por la cabeza fue el simpatizante de Talleres. El equipo religioso pasó a ser el Azulgrana y no Pilares.
El Matador sufrió y mucho para clasificarse porque en el primer tiempo nunca le encontró la vuelta al partido y fue superado por la visita. En el complemento, el partido se hizo de ida y vuelta.
El portero Rey, figura indiscutida por parte de Pilares y Agustín Reyes, defensor del Matador, fue una muralla. Y a rezar el Matador que no lo supo definir. En la última, llegó la polémica. Penalazo a Millán no cobrado y escándalo. Final del partido, empate y clasificación Azulgrana (había ganado 1-0 en San Rafael).