Sufragio femenino, novedad en Arabia Saudita

La apertura en la política, iniciada por el rey Abdulá, no está firmemente consolidada, lo que obliga a las mujeres de ese país a defender el poco espacio conquistado.

Sufragio femenino, novedad  en Arabia Saudita

En diciembre, las mujeres en Arabia Saudita contenderán para cargos públicos y votarán por primera vez. En teoría, ello debería contar como un avance en el empoderamiento femenino en este país ultraconservador, pero la realidad es más ambigua.

Nassima al Sadá, una destacada defensora de los derechos humanos y líder del movimiento para que se permita que manejen las mujeres, ha anunciado su candidatura para un escaño en un consejo municipal (los únicos cargos por los que pueden contender las mujeres), estableció un comité de campaña y llevó a cabo talleres para animar a otras mujeres a participar.

“Los hombres tienen que saber que las mujeres deben sentarse a su lado en cada toma de decisiones y que deben escucharse sus voces”, dijo cuando visité su casa hace poco, en Oatif, en la provincia Oriental.

Hasta ahora, no obstante, de las 4,5 millones de electoras elegibles, solo había registradas 132.000 en la fecha límite y alrededor de mil mujeres son candidatas, en comparación con 6.428 hombres.

“Es una señal, un paso hacia la ciudadanía completa de las mujeres”, admitió la doctora Hatun Alfasi, una profesora universitaria de Riad y destacada activista por los derechos de las mujeres. No obstante, se siente animada porque “una buena cantidad de mujeres están dispuestas a romper muchos tabúes para poder acercarse” y soportar las amenazas en su contra, en los medios sociales, de sauditas que creen que no hay lugar para ellas en la política.

No obstante, muchas mujeres que conocí en Arabia Saudita, la mayoría con buena instrucción y menores de 50 años, dijeron que no planean votar.

Una mujer de negocios dijo que estaba trabajando en París y no podía regresar a tiempo a donde le toca votar para registrarse antes de la fecha límite. Un grupo de veinteañeras sofisticadas a las que conocí en Riad confesaron estar más interesadas en desarrollar videojuegos que en la política electoral. Hasta Muna AbuSulayman, una muy conocida personalidad de los medios y activista, no va a emitir su voto. Estaba fuera del país durante el período de registro y no pudo juntar la documentación para registrarse desde el extranjero.

Existen muchas barreras para la participación de las mujeres. Para empezar, los consejos municipales, que aprueban los presupuestos y supervisan los proyectos de desarrollo urbano, no tienen mucho poder real, dijeron activistas, lo que hace que votar parezca menos urgente y significativo.

El gobierno hizo un mal trabajo para informar a las mujeres sobre los procedimientos del registro y colocó muy pocos lugares para hacerlo. Estableció reglas absurdas para las campañas; en esta sociedad segregada por el género, se prohíbe a las candidatas asistir a actos de campaña donde estén presentes hombres, así como que los contacten en los medios sociales. “Si quiero ganar, tengo que dirigirme a hombres y mujeres. No puedo ganar si no hablo con los hombres”, observó Sadá.

La prohibición de que manejen las mujeres es un gran impedimento para la participación política, como lo es la necesidad de obtener permiso de un guardián masculino para viajar, trabajar e inscribirse en la escuela.

El rey Abdulá inició la ligera apertura en la política electoral. Sin embargo, el rey Salman, quien sucedió a Abdulá en enero, está preocupado por los problemas económicos y de seguridad, y pareciera que está retrocediendo en las reformas políticas. Y es posible que haya menos presión para expandir los derechos políticos de las mujeres si no ejercen los pocos que tienen ahora.

A pesar de todas las barreras y reglas, existen ejemplos impresionantes de empoderamiento personal. Tasneem Salim y sus amigas de veintitantos años son apasionadas y creativas en cuanto a desarrollar y jugar juegos en computadora.

Al quedar excluidas de una convención de jugadores solo para hombres en Riad, debido a las leyes religiosas por las cuales se segrega a las mujeres de los hombres, ellas organizaron su propia convención en 2012, la cual ha atraído a tres mil jugadoras al año.

Naifa al Fayez, una artista, estableció la Galería de Arte Naila, en Riad, para promover el arte contemporáneo, lo cual no es parte de la tradición saudita. Ahora, está trabajando en un centro ampliado para las artes que incluirá un espacio para conferencias y talleres, así como para exposiciones.

Maria Mahdaly, de 27 años, que vive en Jidá, fundó una compañía de medios junto con su madre, en la que publican la revista mensual Destino, de interés general.

Son excepciones en una sociedad en la que el sufragio de las mujeres todavía es una idea nuevecita. Es difícil ver cómo se puede sostener un sistema que prohíbe a las mujeres participar económica y políticamente en forma completa.

Para muchas jóvenes, en especial las que se formaron en Occidente, el sueño es hacer una vida en otra parte. Como dijo una profesional de 30 años: “Todas las que conozco, tienen un plan B para salir del país”.

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