"Tamara Bardazza Manivong, O Ene Ge" repite con su aguda voz y con la verborragia -con palabras que se tropiezan entre sí- que cualquier niño de 3 años evidencia. Luego da media vuelta y vuelve a la computadora a seguir viendo dibujitos y a bailar al compás de la caricatura del gato que tiene en frente, en el monitor. "Le agrega lo de 'O Ene Ge' porque siempre me escucha decirle a alguien: 'O Ene Ge al final de mi apellido', cuando lo anotan", acota sonriente su mamá, Jessie Manivong.
La protagonista de la anécdota es Tami -aunque ya no le gusta que le digan así, dice que es grande-, la niña con leucemia que vive en Las Heras y cuya historia conmovió a todos los mendocinos. Y que también despertó la solidaridad de la gente.
Gracias a la ayuda de miles de mendocinos, los Bardazza Manivong pudieron construir una casa digna, muy alejada de esa pequeña pieza de adobe, chapa y con piso de tierra en donde vivían y donde recibieron a Los Andes en diciembre del año pasado.
Dado lo delicado del estado de salud de la niña, los médicos le habían recomendado a sus padres cuidarla “como si estuviese en una cajita de cristal”. Pero la necesidad de moverse, jugar y arrastrarse en el piso que tiene cualquier niño o niña de 3 años -sumado a las precarias condiciones de su vieja casa- ponían en riesgo esa indicación.
Desde hace 3 meses, la familia vive en su nuevo hogar, "la casa de ladrillo" (como le dice Tamara, comparándola con la de Los tres chanchitos). Una hermosa casa que levantó en gran parte Julio Bardazza (papá de Tamara), con los fondos, terreno y materiales que donaron miles de mendocinos que hoy le permiten a Tamara ser "otra niña, que juega y se ríe; a quien le ha cambiado la vida" (según su mamá).
“Estamos muy felices y agradecidos. Así como la primera nota sirvió para que mucha gente nos ayude, queremos que esta nota sirva para agradecer infinitamente a todos los que lo hicieron. Y para que vean a dónde fue a parar toda la ayuda. Los sueños se pueden lograr”, resume emocionada Jessie (33) en la flamante cocina comedor.
Sueño hecho realidad
En calle Corrientes (Las Heras), la pared amarilla y el portón negro que se ven desde afuera ya evidencian que la construcción tiene más de "casa" que la piecita donde vivían antes (al fondo de la casa del padre de Julio). El terreno se los regaló una mujer y tiene 13 x13 metros, mientras que la casa en sí tiene 9 x 6 metros.
Entre las 4 paredes se dividen 3 dormitorios, un baño, una cocina comedor y un patio amplio. "Ya no hay tierra, ¡ni siquiera en el patio!", acota Jessie. Los cimientos, el contrapiso y las cloacas de la casa fueron construidos por albañiles, mientras que el resto corrió por cuenta de Julio -quien trabaja haciendo cercos de seguridad y concertinas-.
"En 7 meses nos cambió la vida. Por suerte Julio pudo conseguir algo de trabajo y muchísimas familias nos ayudaron. Cada centavo se invirtió de corazón; y aunque todavía falta un poquito, estamos eternamente agradecidos", sigue la joven madre. Y comienza a enumerar algunas de las cosas que se observan a simple vista y que fueron donadas por la gente: las camas, los colchones, la heladera, la mesa, las sillas, los sillones, el aire acondicionado, la mesada, las cortinas, las estufas y hasta las placas de las paredes.
La construcción de la casa es en seco y todas las paredes tienen dibujos de la faceta artística de Tamara (predominan soles y lunas). “Puede hacer lo que quiera, ¡es su casa!”, acota su mamá. La pequeña tiene su habitación -que comparte con su hermana Dafne (8)-, mientras que Máximo también tiene su dormitorio (aún inconcluso). Hoy los hermanos mayores comparten habitación, y Tami duerme en la habitación de sus padres.
“Quiero agradecer desde el alma a cada persona que aportó lo mucho o poco que pudo para levantar a una niña que puso y pone su cuerpito a una enfermedad tan complicada", agrega Jessie. Y cierra: "las puertas de casa van a estar siempre abiertas para compartir con toda la gente que nos ayudó".
Mientras tanto, la niña sigue bailando y riendo frente a la computadora y aferrada a su muñeca de Minnie.
Tratamiento
El 12 de noviembre, Tamara cumplirá 4 años. Ya pasaron 16 meses desde que le diagnosticaron leucemia. "El año que viene terminará con su protocolo de mantenimiento con pastillas. Está con la quimio vía oral con Mercaptopurina y Metrotexato, y tiene que mantenerlos hasta el 8 de abril", explica su mamá.
Cuando tiene que ir a los controles, Tamara despierta a sus hermanos Máximo y Dafne para que la acompañen. "Ella dice que no quieren que la pinchen más para la quimio, entonces sabe que le tienen que hacer un pinchazo en los controles para saber cómo está. Y lo acepta, pero siempre que vaya con sus hermanos. Ahora sólo resta que le den el alta a Tamara. Allí mi felicidad sería completa, aunque ya soy feliz", cierra la joven .