Sonríe, coquetea con el público, hace muequitas a las cámaras. ¿Presión? ¿Qué es eso?
Haciendo gala nuevamente de una enorme frialdad y seguridad en sí misma, la colombiana Caterine Ibargüen se consagró campeona olímpica de salto triple, mientras que la venezolana Yulimar Rojas se confirmó como su principal rival alzándose con la medalla de plata. Ibargüen tomó la punta con un segundo salto de 15,03 metros, que le habría bastado para alzarse con el oro, y luego mejoró su marca al hacer 15,17 en el cuarto, después de que Rojas se le acercase con un brinco de 14,98, el registro que le valió la plata. El bronce fue para la kazaja Olga Rypakova con 14,74.
“Estoy súper contenta. Esto lo había planificado”, dijo la colombiana. “Esta mañana salí de la habitación con un sueño de que sería campeona”'.
Ibargüen, campeona mundial del 2013 y el 2015 y quien conquistó la medalla de plata en los Juegos de Londres de 2012, convirtió la justa olímpica en una fiesta privada, montando un pequeño show cada vez que se aprestaba a saltar o se acercaba a una cámara después de un brinco, regalándole su enorme sonrisa.
Jamás se sintió en apuros, ni siquiera cuando quedó tercera luego del primer salto, en el que hizo 14,65. Al caer sabía que se había quedado corta, pero de todos modos le sonrió a las cámaras, derrochando confianza.
Ha sido imbatible en los últimos años y sentía que el oro era suyo.
En su segundo salto hizo una marca que hubiera alcanzado para el oro. Rojas se le acercó en el tercero, al hacer 14,87, y nuevamente en el cuarto, con 14,98, que la dejaba a cinco centímetros. Ibargüen ni se mosqueó y en su siguiente salto se alejó nuevamente a 19 centímetros.