Una pareja de jubilados fue asaltada el miércoles por la tarde en su casa de la Sexta Sección. Un sujeto que se hizo pasar por empleado de Ecogas hizo salir a las víctimas de su casa mediante engaños, lo que fue aprovechado por cuatro ladrones para entrar en la vivienda. Se llevaron dinero entre pesos y dólares.
A las 19.20 del miércoles, un hombre golpeó la ventana de una casa de Vucetich al 3000. La primera en acercarse a responder el llamado fue Delia (81). Detrás de la persiana vio a un hombre, que se presentó como empleado de Ecogas. "Dijo que venía a ver el medidor porque no andaba bien. Nosotros hace un tiempo habíamos hecho un reclamo por eso no me sorprendió. Ahí cometí el error", contó José (86).
El falso empleado llevaba una carpeta con papeles y se desenvolvió con soltura, por lo que no despertó sospechas. Tan compenetrado estaba en su papel que, después de algunos minutos, le dijo al matrimonio que el medidor de la casa vecina despedía gas y que creía que el de ellos también. "Me pidió que saliera así olía para ver si había alguna fuga. Pensé que quería que yo viera si hacía algún arreglo", relató el hombre, hoy jubilado de la actividad textil.
Poco después, el técnico dio por concluida la revisión de los medidores así que juntó sus cosas, se despidió de la pareja y se fue. José y Delia se quedaron pocos minutos más en la vereda jugando con su perro y luego entraron a su casa y le echaron llave a la puerta.
Extraños en la casa
Los esposos entraron y cuando se disponían a seguir con su rutina, vieron a un hombre armado en el pasillo que conecta el living con el comedor.
José pensó que podía defenderse y golpear al sujeto. A pesar de su edad, su físico se lo hubiera permitido: es alto, corpulento y de apariencia robusta. Pero, mientras los pensamientos se sucedían en su cabeza, un segundo sujeto salió de una habitación, con un cuchillo (lo había sacado de la cocina de las víctimas) en la mano. Luego otro, con un pedazo de hierro. Y después otro, que bajó las escaleras. Ante tal escenario, las posibilidades de defensa eran nulas.
"No entendía nada. No podía creer lo que veía", dijo José para describir su encuentro con los cuatro ladrones.
Tras esa entrada, propia de una película, los esposos fueron conducidos a la cocina, donde a punta de pistola los obligaron a sentarse. Así estuvieron durante sesenta minutos. Mientras, los otros tres ladrones revolvieron todo el piso superior de la casa. Allí fue que encontraron unos 3.500 dólares y 25 mil pesos. Pero ese dinero no era propiedad de la pareja sino que estaba allí producto de la casualidad. Sucede que Delia tiene un hermano que vive en Estados Unidos y hacía unos días habían cobrado un dinero para él, pero debían girarlo.
La única plata perteneciente al matrimonio estaba en la billetera de José. Eran unos 1.700 pesos que el hombre ahorraba desde hace meses para pagar una cirugía ocular a la que debe someterse.
Cuando los ladrones hallaron el dinero, se fueron. Al botín le sumaron la llave de la puerta principal, para que el matrimonio no pudiera escapar y pedir ayuda rápidamente.
"Me dio impotencia ver cómo trataron a mi esposa. En ese momento me sentí humillado", dice José, que está casado con Delia desde hace 55 años, la misma cantidad de años que viven en esa casa de la Sexta Sección. Como si los insultos fueran poco, José debió soportar que lo golpearan, lo que le dejó magullones.
Algunos vecinos vieron movimientos extraños en torno a la casa de las víctimas, justo antes de que se produjera el atraco.
Según un hombre que pasó en su auto por la puerta de la vivienda, había un vehículo de color verde estacionado, en donde estaba escondidos los ladrones. Los testigos describieron a los sujetos como jóvenes de entre 22 y 27 años. Sólo uno de ellos tenía su cara cubierta. Todos llevaban guantes.