Subsidios, el ajuste del desbarajuste

Desbarajuste: desorden caótico y muy confuso. El Gobierno, a lo largo de una década, ha introducido una fenomenal cadena de desajustes, desequilibrios que han sacado de quicio el funcionamiento de una economía normal, de un país normal.

Subsidios, el ajuste del desbarajuste

Dado que el  desbarajuste excede la economía y se ha introducido en toda la sociedad, uno de sus aspectos es la tergiversación del significado de las palabras que nos ha sumido en un alarmante estado de confusión mental. Por lo tanto debemos comenzar por precisar conceptos para entender lo que está ocurriendo.

¿Qué es un subsidio en economía? Es la entrega de dinero o especies sin contrapartida alguna; en algunos casos, sin cargo de rendición de cuentas. La entrega de subsidios por parte de los gobiernos y de los legisladores ha existido siempre, desde siempre. Todos conocemos los casos de los subsidios entregados a entidades de bien público, clubes deportivos, pequeños productores, intensificados en los años electorales.

Igualmente a algunos sectores económicos importantes vía tratamiento diferencial en materia impositiva, como ha sido la denominada política de promoción industrial que benefició y aún beneficia a las provincias vecinas. Pero lo ocurrido en la década kirchnerista es una cuestión bien distinta, de naturaleza y magnitud económica sin precedentes en el país.

Para comprender la situación hay que ubicar su origen. El sistema de subsidios arranca en la derogación del régimen de la convertibilidad monetaria, la gran devaluación de inicios de 2002 por el gobierno de Duhalde, la pesificación asimétrica y compulsiva (distintos valores para distintos tenedores o deudores en esa moneda).

Todas estas medidas implicaron el desconocimiento y destrucción de los contratos vigentes de las empresas prestadoras de servicios públicos, privatizadas en la década anterior, y cuyas tarifas por el régimen de la convertibilidad estaban fijadas en pesos-dólares. Para evitar que la devaluación, que multiplicó el precio del dólar entre tres y cuatro veces, se trasladara a las facturas de los usuarios, conforme a los contratos vigentes, el Gobierno congeló los precios y tarifas de gas, energía eléctrica, agua, transporte urbano de pasajeros, entre otros.

En los primeros años, hasta aproximadamente 2007, estas medidas no produjeron grandes desajustes porque la inflación fue baja y la capacidad instalada de producción en los ’90 permitía satisfacer una demanda creciente, sin mayores costos. El problema apareció cuando se aceleró la inflación (y la manipulación de los datos) y se agotó la capacidad instalada, que no fue ampliada por nuevas inversiones por falta de incentivos económicos.

A partir de entonces, los aportes del presupuesto público fueron creciendo hasta alcanzar la astronómica cifra de 134.000 millones de pesos el año pasado. Cabe preguntarse, como es obvio,  adónde va a parar ese dinero, quiénes los reciben. Aquí la cuestión comienza a complicarse, a oscurecerse. Si algo falta en el destino de esta descomunal cantidad de dinero es transparencia, claridad. Esto es así porque en lugar de dar el subsidio a las empresas que estaban obligadas a mantener las tarifas congeladas (distribuidoras de electricidad y gas, por caso) se eligieron caminos indirectos, tortuosos y más caros.

Del total mencionado, la mayor parte, $ 81.000 millones fueron al sector energético, a una empresa que creó el gobierno, Enarsa, cuya función no es producir energía sino importar combustibles, especialmente gas. Otra parte subsidia a las empresas productoras de energía a través de Cammesa, la empresa encargada de la administración del mercado eléctrico mayorista. Las empresas distribuidoras no recibieron subsidios, aunque algunas incrementaron sus tarifas como en el caso de Edemsa y Aguas Mendocinas.

Pero también reciben subsidios los servicios de trenes de pasajeros de Buenos Aires, Aerolíneas Argentinas, ferrocarriles de carga, Aguas y Saneamiento de Buenos Aires estatizada. Está claro que la mayor parte de los subsidios se concentran en el Área Metropolitana de Buenos Aires y en mucha menor medida en el interior.

No está para nada claro cómo se van a ir quitando los subsidios, eso lo sabremos cuando los consumidores comiencen a recibir las facturas. Pero hay indicios de que este proceso puede ser tan discrecional y arbitrario como fue  la acumulación de los subsidios.

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