Por la complejidad de la estructura dramática, el contenido, los personajes, “Babilonia” (una hora entre criados) se presenta como un desafío en la carrera de cualquier director teatral. Y para Pinty Sabe, la obra escrita por Armando Discépolo, es uno de esos textos que siempre guardó en carpeta, para alguna vez llevarla a escena.
Pero esa deuda pendiente que la actriz y directora mendocina la saldará esta noche, cuando junto al renovado elenco Las Sillas lleve al escenario del teatro Selectro la dramaturgia de uno de los escritores más representativos del grotesco y el teatro argentino.
Un sube y baja social
El tema que retrata “Babilonia” es tan cercano, como el presente. Ese grotesco bien nacional, localizado en los conventillos de principios de ciclo, donde llegaban cientos de inmigrantes europeos con la esperanza de “hacer la América”.
Allí donde fluía el cocoliche como la lengua del entendimiento, se forjaban sueños, ilusiones, que quedaban truncos ante el trueque humillante de arduas horas de trabajo, a cambio de un techo y plato de comida.
Con su descarnada mirada de esa realidad ambivalente, el autor le da vida al sótano de una casona de ricos, donde conviven un grupo de criados. Sin entendimiento alguno entre ellos, todo se presta a la confusión y a los malos entendidos, mientras buscan una salida que los lleve a la dignidad.
“Lo más desafiante que plantea la obra es como está concebida desde el punto de vista dramatúrgico, y además tiene un desarrollo cinematográfico. En el siglo XX convivimos con esas historias de conventillo, que hoy siguen pasado. Hay nuevos conventillos pero llenos de inmigrantes Latinoamericanos. Y el contenido, las situaciones son bien grotescas con esa capacidad de reírnos de nuestras desgracias, y de nosotros mismos”, comenta Pinty Saba que ahora se mete en una obra realista dispuesta a respetarla en toda su estructura. Y como en una Torre de Babel (de allí su título “Babilonia”), los personajes que conviven en esa cocina ruinosa son tan disímiles, provenientes de diferentes culturas que no se entienden, y están sumidos a la miseria de una familia rica, también inmigrantes, que en el pasado fueron pobres. La paradoja del arriba y abajo, de quienes tienen y los que trabajan, sin encontrar la manera de subir ese escalón social.
“Son textos difíciles para los actores jóvenes, por eso me entusiasma la idea de poder trabajar con artistas que les interese revalorizar nuestras costumbres. Porque el hecho de hablar cocoliche hasta es extraño para las nuevas generaciones. A mi generación no nos costaba interpretar un personaje que hablara así, porque convivíamos con parte de esos inmigrantes”, sostiene la directora que luego de realizar dos adaptaciones de Shakespeare (“Romeo y Julieta” y “¿Macbeth, el rey?”), encaró este desafío con el elenco Las Sillas.