La semana pasada, luego de la conferencia de prensa del equipo económico, el dólar alcanzó un máximo histórico. Una semana atrás, el dólar cotizaba a $ 17,56, alcanzando los $ 18,78 momentos previos a la conferencia de prensa, rozando los $19,50 una vez terminada la misma y retrocediendo más de 50 centavos 24 horas más tarde, para cerrar a $ 18,90 durante la última jornada de 2017.
El comportamiento alcista del dólar en los últimos días tiene su origen en varios factores. Hace un par de semanas, hubo una renovación parcial de Lebac por parte del Banco Central de la República Argentina (BCRA), quien volcó a la calle más de 100.000 millones de pesos.
Parte de estos pesos se destinaron a la compra de dólares. Por otra parte, hubo una dolarización de carteras por parte de los inversores, movilizados por la incertidumbre que generan últimamente los meses de diciembre en nuestro país.
Adicionalmente, hubo una menor liquidación de divisas por parte de los agroexportadores, lo que implica menor oferta de dólares. Según la Cámara de la Industria Aceitera de la República Argentina (Ciara) y el Centro de Exportadores de Cereales (CEC), durante la última semana se liquidó 64% menos que la semana previa y en el acumulado, 11,2% menos en términos interanuales. A estos factores se sumó el anuncio del equipo económico de relajar las metas de inflación a partir del año próximo, generando una nueva escalada del dólar.
El Presupuesto 2017 contemplaba un dólar promedio a $ 18 para 2017 y este dólar, cercano a $ 19, lo ubica en ese promedio y no debería generar preocupación. Sin embargo, los argentinos no estamos acostumbrados a estas alteraciones del tipo de cambio, incluso en un contexto de tipo de cambio flotante. Durante 2017 el dólar aumentó 15%, mientras que la inflación finalizará en torno a 24%.
La velocidad con la que aumentó en los últimos días asustó a los argentinos, que seguimos muy de cerca sus movimientos. Sobre todo preocupa que este aumento termine trasladándose a los precios y que este dólar más caro incida también en los créditos hipotecarios en Unidades de Valor Adquisitivo (UVA).
Mirando un poco hacia atrás, cuando el dólar subió entre mayo y junio pasado, no se produjo un traslado a precios, básicamente, porque el movimiento del dólar se debió a operaciones en el mercado de cambios.
Pero, a principios de julio, el aumento del tipo de cambio impactó en el precio de los combustibles que, sumado a la emisión del BCRA, impactó en los precios de ese mes.
En tal sentido, es esperable que el alza del tipo de cambio producido en los últimos días impacte en los precios de enero, inclusive en las cuotas de los créditos hipotecarios UVA ya otorgados. Pero esto no implica un traslado a precios en los meses sucesivos.
Lo que sí se verá afectado es el valor de las propiedades, por lo tanto aquellas familias que tenían preaprobado o aprobado un crédito hipotecario han visto cómo la propiedad se les ha escapado de las manos.
Ante esta situación, es posible que los bancos generen mecanismos de protección para el tomador del crédito, como ya ocurrió hace unos meses, flexibilizando las condiciones, elevando la relación cuota-ingresos, extendiendo el plazo máximo de pago o incrementando los montos de los créditos para compensar la suba del dólar.
En definitiva, parte de la suba de 7% del dólar durante diciembre terminará trasladándose a los precios de este mes. Lo que no está claro es cuál será la magnitud de dicho traslado.
Existen varios elementos que juegan a favor de un mayor o menor traslado a precios. Entre los primeros destaca nuestra historia inflacionaria (28% de inflación promedio anual en los últimos diez años), mientras que entre los segundos aparece la credibilidad del BCRA, objetivo por el que trabajó durante dos años, pero cuya reputación parece haber perdido luego de la conferencia de prensa del equipo económico.