Subas y bajas en el consumo de vino

En la Argentina cayó el consumo de vinos durante la última década. Un problema que también alcanza a los grandes países productores, como Francia, España e Italia. De todos modos, en 2011 y 2012 el consumo se mantuvo en una meseta y en 2013 creció. Por lo

Subas y bajas en el consumo de vino

Si nos llevamos por la frialdad de los números, la situación es preocupante pero si los comparamos con lo que sucede en otras partes del mundo, el problema pierde algo de su gravedad. El consumo per cápita de vinos en la Argentina cayó un 25% en los últimos diez años y un porcentaje muy superior en relación a tres décadas atrás. En los últimos tres años el valor se mantuvo constante y hasta se ha observado un leve crecimiento, si nos atenemos a los despachos al consumo que informa mensualmente el organismo oficial INV.

De acuerdo con los datos aportados por la consultora Abeceb, en 10 años el consumo per cápita de vinos en la Argentina cayó de los 32,6 litros en 2003 a 24,3 en 2013, aunque hubo un incremento en el segmento más sofisticado, esencialmente de los varietales. Hubo épocas, como la década de 1960, en que ese consumo llegó a los 90 litros.

La gran pregunta para los actores de la industria pasó por establecer cuáles fueron las causas que generaron esa caída. Para algunos, el problema principal se produjo cuando se prohibió el envasamiento fuera de origen pero, para la gran mayoría, radicó en los cambios de hábitos en el consumo (la gente dejó de almorzar en su casa para hacer horario corrido) y al ingreso masivo de bebidas sustitutas, como el agua mineral, la cerveza, los jugos y los amargos.

Los números parecieran dar la razón a quienes sustentan  esta última teoría, si nos atenemos al hecho de que en 2003 los argentinos consumían 35 litros por persona y por año de cerveza y en 2008 pasaron a consumir 45 litros anuales. También cabría señalar que el año pasado el consumo de cerveza llegó a los 41 litros (cuatro menos que en 2008) y que en un porcentaje casi similar se produjo el aumento en el de vinos.

Claro que se trata de un fenómeno que alcanza a la gran mayoría de los países productores. Así por ejemplo, en España, el consumo cayó de los 39 litros en 1995 a los 22 del año pasado (-43%); en Francia, de los 63 litros en 1995 a los 48 actuales (-24%) y en Italia, de los 62 en 1995 a los 36 en 2011, con una caída del 42%. La situación se modifica sustancialmente si nos atenemos a lo que sucede en los grandes países consumidores.

En el Reino Unido el consumo creció de los 15,6 litros per cápita en 2000 a los 20,2 en 2011 (con un aspecto llamativo como es el hecho de que en ese país el consumo de vinos blancos, 50% supera al de los tintos, con un 40%); en Canadá creció de los 8,4 litros en 2000 a los 13,1 en 2011; en Estados Unidos -un país también productor- se incrementó de 6,5 litros en 2000 a 8 en 2011; en Brasil el aumento alcanzó a un 25%, pasando de 1,6 litro en 2000 a 2 litros en 2011. Aparece China que en 2000 consumía sólo 0,2 litro por habitante a 1,3 litro en 2011, con un aumento del 550%. Para dar una idea del crecimiento en el mercado chino, cabe señalar que significaron 1.250 millones de litros más por año, la totalidad de la producción de toda la Argentina durante un año.

También a nivel mundial el principal competidor del vino es la cerveza. En el período 2000-2009, en el Reino Unido, Canadá y Estados Unidos cayó el consumo. Pasó de los 105,8 litros en 2000 a 80,9 en el Reino Unido; de los 77 a los 72 litros en Canadá y de los 80 a los 79 litros en Estados Unidos, aunque aumentó de 52 a 60 litros en Brasil y de 19 a 32 litros en China.

Un aspecto llamativo es que el mayor consumo de vinos en el mundo se de en El Vaticano, con 66 litros; o que en las islas Norfolk, en el océano Pacífico, se consume más vino per cápita que en Francia y otro tanto sucede en las islas Malvinas, con un consumo de 42 litros, frente a los 26 de la Argentina.

Los hechos y las cifras demuestran que la caída del consumo de vinos en la Argentina no es ajena a lo que sucede en otras partes del mundo, pero no por ello la industria debe dejar de trabajar para recuperar espacios. La buena relación calidad-precio, que se da en los distintos estamentos de vinos ha permitido, en los dos últimos años, modificar la tendencia negativa y en ese esquema hay que insistir.

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