Decepcionante. Otro calificativo no cabe para sintetizar la actuación del Club Deportivo Maipú ante Sportivo Belgrano. Fue derrota por 2 a 0. Sin embargo, desde lo futbolístico y lo actitudinal, el Cruzado perdió por goleada.
Es que el plantel Botellero tenía la gran chance de subirse al tren de la pelea por los primeros puestos. Sin embargo, falló y jugó el peor partido del campeonato. Esos 90 minutos que mostró en el Víctor Legrotaglie hace una semana, ilusionaron y mucho.
Porque el Cruzado tuvo control de balón, por momentos, metió un dominio territorial asombroso y generó varias situaciones de peligro en el arco de Matías Alasia. Como plus, estuvo en desventaja, lo fue a buscar e igualó el partido. Por ende, el hincha se había ilusionado con la “resurrección” de su equipo. Todo lo contrario. Ayer, el Cruzado fue una sombra de esos 90 minutos. No tuvo actitud, faltó juego, picardía, rebeldía y por esta razón se quedó con las manos vacías. Obviamente, explotó el hincha y se hizo sentir.
Por su parte, la visita fue un equipo prolijo, ordenado y concentrado. Mucho más no mostró. Es decir, que no le sobraron argumentos para justificar esta victoria que lo deposita en los más alto de la tabla con 12 puntos. Pero, se encontró con Maipú desorientado. Sin un patrón de juego ni ideas para poder lastimarlo.
Es que a este Cruzado ni las pelotas paradas ya le favorecen. Y como si fuera una “cosa de mandingas”,Maipú fue quien vulneró su arco. Sí, increíble. Tiro de esquina en contra, pésima salida de Gómez, quien duda primero, pero luego se decide y en el camino golpea a su compañero Agustín Sanfilippo, quien impacta el balón y el mismo se mete en el arco Botellero. Ni el hincha más pesimista se imaginó algo semejante.
De inmediato, Sperdutti movió el banco. Afuera Sanfilippo y Amaya. Adentro, Vuanello y Allosa. Sin embargo, la historia fue la misma. Es más, el Cruzado perdió fútbol y casi no inquietó al portero visitante. Sobre el final del partido, más por inercia que por juego colectivo, el Cruzado generó dos situaciones de riesgo para igualar la historia. Pero, falló y en un contragolpe de tiza y pizarrón, el líder puso el 2-0. Derrota y desilusión.