La inflación de junio será más alta que la de mayo. Con esa mala noticia el Banco Central justificó ayer su decisión de volver a vender casi 700 millones de dólares para evitar que el tipo de cambio se escape a los 27 pesos ante el riesgo concreto de un recalentamiento en el traslado a precios de la devaluación que, a su vez, aumente el costo de vida más del 30% en 2018.
La entidad que conduce Federico Sturzenegger sorprendió al romper uno de los principales compromisos con el Fondo Monetario Internacional (FMI): dejar que el dólar flote libremente según la oferta y la demanda del mercado financiero.
¿Por qué duró dos días la no intervención? Porque se optó por tirarle el freno de manos a la inflación para ralentizarla de alguna manera antes que respectar la promesa al FMI desde ahora, entendiendo que el organismo no dará marcha atrás con el crédito comprometido.
En un mercado que incrementó el volumen operado un 108% respecto del día anterior, hasta los 1.104 millones de dólares, la autoridad monetaria se vio forzada a vender 695 millones. Una vez más, la demanda doblegó la voluntad de las autoridades.
La estrategia logró una leve baja en el precio de la divisa, que bajó 6 centavos (0,2%), a 26,382 pesos en las ventanillas de los bancos porteños. En el Banco de Córdoba el precio del billete subió 40 centavos y terminó en los 26,55 pesos vendedor. Esto respondió a que aquí el precio había quedado el lunes desacoplado de lo ocurrido en la city porteña.
Difícil misión tiene Sturzenegger, el hombre al que el gobierno le cargó toda la responsabilidad de bajar la inflación: tendrá que lograr un Índice de Precios al Consumidor (IPC) inferior al 30% este año con una devaluación que ya alcanzó el 40% desde enero.
Por lo pronto, tras analizar los indicadores de “alta frecuencia” la entidad monetaria dijo que se espera “una aceleración de la inflación de junio”. Y planteó que ese panorama exige una “respuesta decidida”.
Ya sin meta para 2018, el Central ratificó ayer los objetivos del 17% en 2019, 13% en 2020 y 9% en 2021 al considerarlas “adecuadas”. Y aclaró que el contexto internacional lo obliga a ser “muy estricto” en materia de política monetaria.