La Sparkling Big Band de estreno

Con el debut de nuevos vocalistas y repertorio renovado, la multitudinaria orquesta de jazz y swing regresa a los escenarios con un show de gran despliegue audiovisual.

La Sparkling Big Band de estreno

El de esta noche (a las 21.30, en La Nave Cultural) será el segundo encuentro del año entre la banda más multitudinaria de Mendoza y su siempre nutrido público.

Ya en marzo, en el Arena Maipú, el ensamble de 28 integrantes capitaneado por Juan Pablo Moltisanti, dedicado a revigorizar la clásicos del swing y el jazz, redefinió en vivo parte del repertorio que conformará su segunda placa, todavía en etapa de posproducción, que como su álbum debut, "Jazz y Swing", fue registrado en el Teatro Independencia y espera su lanzamiento en la segunda mitad del año. 

En ese último show, ellos se despidieron con una estrepitosa versión del nuevo clásico "New York, New York", de 1977, e hicieron saltar de las butacas a los espectadores.

El grupo, formado hace cinco años, ha prometido esta noche no solo presentar a sus nuevos vocalistas: Alma Gorelik, Alejandro Cohen, Lorena Miranda y Fernando Costabile, sino también sus nuevas versiones de clásicos célebres.

Con el nombre de "Swing Night Jazz", el espectáculo adjuntará en una misma lista de temas a grandes compositores, desde  Glenn Miller, Duke Ellington, Henry Mancini, Kurt Weill, Dizzy Gillespie, junto con inalterables hits como el contagioso "Sing, sing, sing",  el clásico alemán "Mack the knife", "Hit the road Jack", que hiciera célebre Ray Charles, y otros provenientes de la banda de sonido de musicales como "Sweet charity" con "Big Spender" y del cine, como "The Pink Panther Theme", entre otros.

Orquesta siglo XXI

En su plan de reabastecimiento constante de repertorio  y como ya demostrara en sus prolijos shows anteriores, el perfeccionista Moltisanti (quien también dirige a la Orquesta Municipal de Ciudad e integra los tangueros Caburé y Contramarca), más allá de la música, hace brillar a la banda a través de una refinada puesta en escena, con vestuario, iluminación y escenografía impecables, que refuerzan esa ilusión estética de estar viendo una secuencia de aquellos tiempos de abuelos y padres con parejas bailando en salones art deco, micrófonos análogos e instrumentistas en trajes negros.

En contracorriente a nuevas tendencias de los músicos actuales que aspiran a tocar en solitario, la Sparkling se expande en otra dirección, opuesta, melancólica, elegante, sujetándose en la idea de homenajear no sólo el formato clásico de la big band y reformularla para una nueva generación de espectadores, sino también la de evocar la atmósfera de los años dorados de los bailes de salón y los templos del jazz.

Todo esto, sin descuidar esencialmente los arreglos que demanda la dirección de una orquesta del nuevo siglo.

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