Sostenidos por la economía agroindustrial

En plena cosecha (de la denominada cosecha gruesa) se advierte al Gobierno aferrado a un indicador casi excluyente, el monto de divisas que los exportadores liquidan semanalmente en el Banco Central. Del ingreso de esas divisas depende la ansiada recupera

Sostenidos por la economía agroindustrial

Cualquiera con un mínimo conocimiento de  la historia económica argentina sabe que la actividad agropecuaria y las industrias derivadas constituyeron la base de nuestra economía por mucho tiempo. Desde la consolidación de la organización nacional, en la segunda mitad del siglo XIX hasta los inicios de la Segunda Guerra Mundial, el campo fue el pilar de la economía, el país se insertó en la economía mundial como proveedor de carne, granos y derivados. Argentina granero del mundo no era un slogan sino una realidad avalada por las cantidades producidas y exportadas.

Luego, hacia finales de la década del ’30 del siglo pasado, tanto por los cambios que ocurrieron en la economía mundial como por el intensivo proceso de industrialización sustitutiva de importaciones, fue este sector y los servicios, la base de la economía por otro medio siglo. En ese lapso, el sector agropecuario languideció, el consumo interno de alimentos aumentó y en consecuencia las exportaciones fueron cada vez menos importantes.

Pero desde la década del ’90, por la combinación de los cambios en la organización económica como las modificaciones en el contexto internacional, el sector agroindustrial comenzó a resurgir con fuerza, realizando una profunda transformación en todas las etapas de la actividad. Ese proceso se aceleró luego de la crisis de 2001, impulsado por una demanda internacional creciente de productos agroindustriales, cuyos precios fueron subiendo constantemente.

La devaluación del peso contribuyó también como incentivo a la mejora del sector. Es así como el sector agroindustrial vuelve a convertirse en un pilar de la economía y en el verdadero motor de la recuperación económica. En el sector agroindustrial debe incluirse no sólo los cultivos pampeanos sino todas las economías de base agraria del resto del país, como la cuyana, por caso.

Sin perjuicio de que hoy se advierte un marcado estancamiento en la producción de granos, claros retrocesos en carne vacuna, dificultades severas en la vitivinicultura, conviene tener una mirada de largo plazo sobre las transformaciones ocurridas y las buenas perspectivas internacionales se avizoran para los próximos años. Algunos números son elocuentes: la agroindustria provee 36% del empleo, 44% de la recaudación tributaria nacional, 45% del valor agregado por la producción de bienes y 56% de las exportaciones argentinas.

Estos datos contradicen  la creencia de que la producción agrícola agrega poco valor; los análisis demuestran lo contrario. En trabajo de la Cepal sobre las tres principales cadenas de valor -soja, carne bovina y leche- se destaca que el mayor aporte de valor agregado lo realiza la producción primaria. Es 58% del total, en segundo lugar se ubica la actividad industrial con 27,2%, mientras que los insumos y servicios para la producción primaria aportan 8,2%; el resto, la carga y el empaque.

Es sencillo de explicar: la revolución agroindustrial producida en nuestro país es producto de la incorporación de conocimiento al proceso económico. Hay mucho más conocimiento, saber, en las semillas que se utilizan, en nuevas formas culturales, en la enorme transformación de la organización de la empresa agroindustrial, que en el ensamblaje de productos electrónicos en Tierra del Fuego. Esa incorporación de conocimiento, ciencia y tecnología, ha permitido una doble transformación estructural agropecuaria: la extensión de la frontera sobre todo al NEA, NOA y Sur del país y un enorme salto en productividad.

Apena advertir que este extraordinario proceso se ha llevado a cabo soportando una política adversa, cuando no directamente perjudicial, impuesta por un gobierno en el que reina el prejuicio, el capricho y el mero deseo de recaudar. ¡Cuánto mejor podríamos estar si solamente se hubiera dejado al sector trabajar en paz!

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