Andrés Di Césare se fue a dormir este miércoles sabiendo que, por decisión de la Justicia, pasará 18 años en prisión por el asesinato de Julieta González. Anoche, el Tribunal presidido por el juez Jorge Coussirat, acompañado por Mauricio Juan y Alejandra Ratto, condenó al joven por homicidio simple, por lo que no dio por probada la relación del joven con la víctima ni el contexto de violencia de género, los dos agravantes de la imputación que lo habrían llevado a cumplir prisión perpetua.
En la que ayer fue la última audiencia, tanto la fiscal de Homicidios Claudia Rís Ortiz como la querella, al momento de alegar, pidieron para el joven la máxima pena que establece nuestro Código Penal. Mientras que, en el otro extremo de los alegatos, los defensores reclamaron la absolución por el beneficio de la duda o, en subsidio, que se lo condenara sólo por homicidio simple. Finalmente los magistrados sustentaron esa pena.
En el inicio de la audiencia, la fiscal Ríos Ortiz pidió que Andrés Di Cesare fuera condenado a prisión perpetua, al hacerlo responsable de los delitos de homicidio agravado por mediar relación de pareja en concurso ideal con femicidio. En su relato, acompañado por imágenes en una pantalla, la fiscal señaló uno a uno "los indicios que nos llevarán a la certeza" para confirmar que Di Cesare mató a Julieta el 21 de setiembre de 2016.
Después se refirió al horario, empezando por las 18.40, hora en que los jóvenes, después de un par de llamados telefónicos, se encontraron en Padre Vázquez y Matienzo, en el centro de Maipú.
Según la fiscalía, la continuidad fue registrada a las 19.02, cuando la chica llamó a su madre, siendo activado el celular en la zona de Luján. Mientras que a las 20.40 el teléfono móvil de Di Césare se activó de nuevo en Maipú.
"Di Césare tuvo el tiempo suficiente para llevar a Julieta a Maipú, matarla (hubo huellas de arrastre y cuatro piedras con manchas hemáticas, además de marcas de ahorcamiento) y después volver a su casa", señaló la fiscal. Ríos calificó al acusado de tener una actitud perversa, ya que "después de matarla volvió a su casa, se cambió, limpió el auto de sangre y se fue a comer lasagna junto a su familia".
Volviendo sobre las pruebas que complicaron al imputado, la fiscal se refirió a que la sangre de la víctima sólo estaba en el asiento del acompañante (donde habría comenzado una pelea), mientras que debajo de las uñas de Julieta se encontró ADN del imputado. También Ríos Ortiz se detuvo en el análisis del celular y la computadora del joven, donde buscaba conocer a través de Internet, cómo se descomponía un cuerpo a la intemperie o cómo borrar las huellas dactilares, entre muchas otras.
A su turno la querella, a cargo de Carolina Jacky y Juan Riffo, en términos generales adhirió al pedido fiscal. Sin embargo hicieron hincapié en la violencia de género ejercida por el acusado, sumándole la relación de pareja existente.
La defensa
Fernando Lúquez, Pablo Cazabán y Daniel Álvarez Doyle, responsables de la defensa de Di Césare, apoyándose en un par de testigos que vieron a Julieta subir a un auto (que no era el del condenado), mucho más tarde, trataron de rebatir la hipótesis principal de la acusación sobre la fecha de muerte de la joven, ubicándola el 25 de septiembre, fecha en la que Di Césare, estaba en Tupungato. La defensa remató con un pedido de absolución por el beneficio de la duda o, en subsidio, la calificación de homicidio simple, descartando la relación de pareja y el femicidio.