El año pasado, Jorge Martín (compositor, pianista, docente) se dio a su última quijotada: musicalizar El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1920), el clásico del cine mudo expresionista.
Le llevó seis largos meses completar el desafío, que no fue el primero de esta clase, agreguemos, puesto que ya le conocimos sus versiones de El acorazado Potemkin, La pasión de Juana de Arco, Metrópolis, Nosferatu y El fantasma de la ópera.
Al terminar esta breve charla, agradecerá los minutos al teléfono, porque no suele hablar con mucha gente sobre su laboriosa misión. Puntillosa, atípica: él lleva años actualizando los clásicos del cine mudo, refrescándolos con una música abierta a todos los recursos de la música electrónica y la composición digital. El resultado suele ser, imagínense, como para apretarse fuerte a la butaca.
Esta noche, en el Cine Universidad (porción norte del complejo de la Nave Universitaria), estrenará su versión de El Gabinete del Dr. Caligari, la célebre cinta alemana que cuenta la historia de un loco hipnotista que usa a un sonámbulo para cometer asesinatos.
Respecto a la copia, se trata de una impecable versión en HD restaurada por el Bundesarchiv y el Filmarchiv de Alemania.
Pero especifiquemos: salvo su versión de Nosferatu (solo con piano) y El fantasma de la ópera (con órgano), sus trabajos “siempre son sinfónicos contemporáneos”, nos explica: “Mezcla la orquesta en su uso convencional con recursos que solo pueden dar los instrumentos electrónicos, como samplers o loops”.
Estética "sucia"
–¿Qué características tiene la música que hiciste para esta película?
–En este caso en particular, he hecho un poco más de énfasis en una estética sucia, lo que se llama comúnmente “noise” o “ruidismo”. Está eso de partir de lo que el ruido me proponga y de ahí componer, no como en otros casos, donde intento meter el ruido dentro de lo convencional.
Jorge Martín también incorporó elementos de la música industrial, dando forma a una partitura con secuencias de altos decibeles y acordes sostenidos.
Incluso incrustó sonidos en frecuencias extremas (muy bajas y muy altas), con el objetivo de interpelar al espectador en un nivel físico.Todo dispuesto en un sistema cuadrafónico. Es decir: un parlante en cada ángulo de la sala.
–Si tuvieras que explicar brevemente cómo es el proceso de componer para películas mudas, ¿qué dirías?
–Bueno... en el cine mudo el tema de la música es bastante distinto a la musicalización de una película convencional, con el resto de los sonidos, porque todo hay que decirlo o acompañarlo con la música, cosa que en las demás películas no es así.
Si te ponés a ver el minutaje de una película convencional y el de una película muda, donde está casi llena de música, el trabajo es bastante menor en una película convencional. Ese ya es un gran desafío.
Dos maneras de musicalizar
–¿Cómo se relaciona la música con la imagen?
–Hay dos líneas básicas: una que se llama empática, en la que la música tiene un desarrollo que acompaña lo que está sucediendo en la imagen. Como estructura musical propia, puede tener un desarrollo similar al que tienen las imágenes: un ritmo, un montaje... La otra cara de esta moneda es lo que se llama anempático, que es cuando la música tiene un desarrollo independiente de lo que está sucediendo en la pantalla.
Esto es interesante a veces, y a veces también no: depende de las intenciones. A veces es preferible hacer un combo que vaya para el mismo lado y a veces está bueno divergir un poco.
–¿Y cómo es en tu caso?
–En mi caso, soy bastante anempático, y más en estos trabajos que me parecen tan abstractos. Esto del cine mudo hoy me parece un lenguaje arcaico, que quedó tan en desuso que parece incluso un lenguaje del futuro.
O yo lo veo un poco así. De todas formas, yo trabajo anempáticamente también porque tengo una premisa personal: la música tiene que tener valor sin la imagen. Tiene que ser un material de concierto.
La música no debería ser un relleno en la imagen nunca, y menos en el cine mudo, y por eso para hacer una música que tenga un peso muy fuerte normalmente uno termina en lo anempático. La idea es mezclar, porque sino sería tocar y largar la película, ¡algo que no tiene sentido! Y lo otro es acompañar totalmente la película, lo que tampoco tendría sentido. La dialéctica de esos dos extremos es la propuesta mía.
Jorge sostiene que la música puede ser una gran herramienta para actualizar las joyas del cine mudo. Les da un “maquillaje contemporáneo”, asegura. Y ahora, cerrando un ciclo en el que mostró a lo largo de varios meses sus trabajos, planea también pasar a una nueva etapa.
Le gustaría traer del olvido joyas menos conocidas de ese tiempo, y la primera candidata es Las aventuras del príncipe Achmed (1926), de Lotte Reiniger, una película pionera del cine de animación.
Sobre Jorge Martín
Jorge Martín es músico y compositor, con estudios realizados en el Profesorado de Grado y composición de la UNCuyo.
Docente titular de la cátedra de sonido de la Tecnicatura de Producción Audiovisual de la UNCuyo y de la cátedra de Sonido y Musicalización de la ERCCV Escuela de Cine de Mendoza.
Ha presentado sus trabajos en vivo muchas veces, en distintas salas y distintos festivales.
La ficha
El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1920), con música en vivo de Jorge Martín. Estreno.
Fecha y hora: Hoy, a las 22.
Lugar: Nave Universitaria (España y Maza).
Entradas: $100.