Después de haber trabajado toda la vida, atender sus hogares y educar a los hijos, ellas ahora disfrutan de todo lo logrado. Aseguran que la única forma de valorar con plenitud la salud que supieron conservar, es apelando al optimismo, desde una mirada activa y positiva frente a la vida. De hecho, su energía se irradia desde una gran sonrisa y una actitud que aleja cualquier dolencia.
Hace ya varios años que Elsa Luna (79), Alejandrina Noriega (60), Norma Longo (75), Marité Carbó (64) y Estela Crivelli (71), dejaron de lado las quejas y salieron al mundo a tejer lazos de amistad. Y cuando les surgió la posibilidad de abrirse al aprendizaje y el autocuidado no dudaron en aprovechar todo su capital a favor para continuar dando lo mejor a sus hijos, nietos y bisnietos.
Cuentan que ni bien comenzaron con el taller de teatro que se brinda de manera gratuita en el club de día “Alegres corazones” ubicado en la Sexta Sección de Ciudad (uno de los 12 dependientes del área de Adultos Mayores de la Municipalidad de Capital), los beneficios no tardaron en llegar. “Ocupar el tiempo en actividades que nos hacen bien es una gran inversión desde todo punto de vista porque de este modo tenemos más energía para los que más queremos, es una forma de renovar el cuerpo y el espíritu”, reflexiona Marité.
De hecho, con el tiempo, el grupo logró afianzar el vínculo entre sí y de manera descontracturada ideó una forma de expresarse a través de rap. Sus presentaciones no sólo han permitido llevar alegría en clubes barriales y escuelas, sino que a nivel personal, todas destacan que la experiencia les ha permitido descubrir una nueva faceta interior, más alegre y divertida.
Como toda idea que surge de manera espontánea, la de cantar al ritmo del rap llegó casi sin planearlo. Fue justamente, en una de las clases de teatro dirigidas por el profesor Rodolfo Yañez, cuando una de las alumnas compartió un texto escrito por una maestra de Luján de Cuyo en el que se hacía referencia a la etapa de la jubilación. Ni bien oyeron el mensaje, surgió la iniciativa de buscarle un ritmo y después de algunos retoques que sumaron al tema algo de humor, comenzaron a fluir las entonaciones raperas.
“Fue muy divertido. Hicimos algunas modificaciones al texto, vimos videos de raperos para imitar los movimientos y posturas de cantantes y buscamos una ropa acorde”, comenta entre risas Alejandrina y asegura que de este manera lograron expresarse de otro modo, aprendieron y se animaron a estar frente a un público.
La primera presentación fue frente a 400 personas en la fiesta de los abuelos que se realizó en octubre en el Gimnasio N° 2. “La gente se reía mucho, nunca imaginaron que éramos capaces de rapear”, cuenta alegre Marité a poco de quitarse de la cabeza una gorrita con la vicera sobre el costado de la cara que había utilizado para fotografiarse junto a sus amigas.
Ahora, cuando los recursos expresivos han sido aceitados a fuerza de mucho trabajo y buenos momentos compartidos, el grupo de abuelas tiene en mente armar un video clip con el apoyo de la Municipalidad: “Yo le he dicho a mis vecinas que en cualquier momento me hago famosa”, desliza con un destello en los ojos Estela.
A Norma, por ejemplo, lo que más le ha gustado de esta experiencia es haber logrado superar la timidez. Ahora, asegura, cada semana espera con ansiedad a que llegue el jueves para asistir al taller de teatro.
Para Alejandrina, como a muchas de sus amigas, siempre es bueno disfrutar de la mayor cantidad de actividades posibles. En su caso, la agenda de la semana se divide entre teatro, folclore, tango y tai-chi.
“Lo más lindo es que nos integramos y compartimos excelentes momentos, tomamos el té y nos divertimos mucho”, comenta Elsa e invita a todas las personas mayores a que no dejen pasar estas oportunidades para mejorar su calidad de vida.