Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes
Las elecciones PASO del domingo dejaron un cierto sabor a tranquilidad. La señal más clara es que cada vez más argentinos se suman a espíritu de salir de la mediocridad, a encaminarse hacia un cambio real. Los resultados, con castigos a algunos feudos familiares, van mostrando este camino, mientras que el magro resultado obtenido por la ex presidenta en Buenos Aires, muestra que su caudal político puede molestar pero no tiene fuerza para generar un retroceso de la Argentina.
El lunes posterior a la elección, el mercado se comportó como lo había anticipado el viernes, y el dólar bajó, la bolsa subió, las acciones argentinas en Nueva York tuvieron una suba importante y los bonos argentinos mostraron un camino ascendente. Todo bien y dentro de oscilaciones moderadas, propias de mercados tranquilos. Aunque el dólar se recuperó un poco los días siguientes, lo hizo dentro del mismo marco.
Pero el resultado y las consecuencias son solo un pequeño avance, porque los problemas de la Argentina siguen igual que antes de las elecciones y es fundamental emprender un camino serio para remover los obstáculos existentes para que nuestra economía reciba las inversiones necesarias para generar el despegue.
Los problemas de la inflación
Es uno de los mayores problemas y tiene su origen en el déficit fiscal, que es un muy grande, ya que alcanza 4,3% del PBI. El gobierno anterior lo financiaba emitiendo dinero. De esa manera, además financiaba los anabólicos de la economía, que eran los subsidios a las tarifas de servicios públicos. De esa manera, la capacidad “gastable” del salario era mayor y el nivel de satisfacción también. La gente considera al costo de los servicios como un impuesto y, en su sicología, le hacía muy feliz tener que pagar tan pocos impuestos por consumir servicios sin límites de cantidad.
Pero además, esa inflación era maquillada ante el público con índices manipulados que no tomaban los precios reales y con eso le daba marco a una situación explosiva. Mientras tanto, se mantenía en forma artificial un dólar “oficial” que llegó a equivaler al 50% de lo que cotizaba en los mercados libres, ya fuera el “blue” o el que surgía de la bolsa en operatorias de bonos.
El gobierno de Macri ha venido fracasando en su lucha contra la inflación. Si bien restituyó la credibilidad en los índices que elabora el INDEC, no aplicó las medidas para bajar el déficit fiscal con la velocidad que las circunstancias requerían. Lo preocupante es que fue muy sensible para corregir ciertas distorsiones que generaban problemas y rebajó algunos impuestos, comenzó a pagar la millonaria deuda con los jubilados y retiró retenciones a las exportaciones, no bajó el gasto en la medida necesaria, sino que lo aumentó.
El gobierno decidió no recurrir a la emisión, aunque recibe alguna asistencia del Banco Central, y eligió financiarse en los mercados internacionales, que se abrieron después de cerrar el acuerdo con los holdouts. Y todos los dólares que ingresan como préstamos generan mayor emisión monetaria.
De esta manera, la inflación está cediendo por el uso de la tasas de Lebac para retirar los excesos de circulante, pero hay un dato que nadie sabe responder. Más allá de ser un fenómeno monetario, la inflación sugiere un exceso de demanda, y para eso es necesario que esa demanda sea la poseedora de los pesos excedentes.
Cuando se repasa un poco el panorama, surge que la plata en exceso no está en la demanda. El arroz, el azúcar o los fideos no suben porque la gente tenga más plata en los bolsillos. Al contrario, las ventas minoristas se han retraído porque el poder adquisitivo de los salaros se ha visto afectado por los aumentos de tarifas que valen un poco más que antes, pero aún lejos de lo que deberían costar.
Las altas tasas de Lebac lo único que hacen es que los grandes operadores, entre ellos los bancos, los grandes mimados del anterior y de actual gobierno, no operen sobre el mercado cambiario, haciendo subir el dólar. Está claro que el dólar aparece contenido, pero la inflación se mantiene, mientras cae el consumo. La pregunta que nadie responde es ¿por qué suben los precios? Y parece el juego del gran bonete. Porque a la plata no la tiene la demanda.
Y estas altas tasas lo único que consiguen es frenar la economía pero no los precios, con lo cual hay más un escenario de expectativas que una presión real de dinero excedente. Y este es un punto flaco que depende del liderazgo político para ponerle orden.
Las reformas estructurales
Después de tantos años, hoy la mayoría de los sectores y de los analistas entienden que con solo devaluar la moneda no se solucionan los problemas y que hay que encarar de manera urgente una reforma impositiva integral, que abarque también una reforma que modere los costos laborales.
Se supone que el gobierno contará con mayor representación parlamentaria, pero reformas de este tipo requieren de acuerdos de largo plazo donde se comprometan las fuerzas políticas, los sectores empresarios y los sindicales. Por supuesto, también se debe abordar una reforma del sistema de coparticipación federal de impuestos con las provincias.
Todo esto se deberá debatir luego de las elecciones de octubre y debe hacerse de manera profunda corrigiendo problemas que generan muchas distorsiones. Hoy el costo impositivo representa más del 50% de costo final de un producto y esto abruma a las empresas ya que impacta en la competitividad no solo externa, sino también interna, porque muchas empresas deben competir con productos importados que tiene una carga impositiva inferior.
En el plano laboral hay que definir un sistema que, sin desfinanciar la Seguridad Social, achique la brecha entre el costo laboral total y el salario real percibido por el trabajador, que es más del 65%. Esto debe permitir incorporar al mercado formal a un 35% de la masa de trabajadores que están en negro. Pero además, debe crearse la figura del delito de evasión previsional, para castigar a las empresas que incurren en estas prácticas. Achicado el costo laboral no se puede permitir más esta práctica y hay que castigarla severamente, por ser un delito social.
Como se ve, las elecciones solo sirven para despejar el horizonte, lo que no es poco. Pero implican un inmenso desafío hacia el futuro. La sociedad quiere un cambio y esto lo reafirmó con su voto. Pero la sociedad tiene dudas, y muchos tienen dudas. Un informe de Wall Street revela que la mayoría de los inversores dudan que el presidente Macri tenga las convicciones y el coraje necesario para llevar adelante las reformas necesarias. El resultado electoral ha sido un pequeño avance dentro de una gran tarea. Las respuestas están en las manos de los que recibieron los votos. La sociedad espera.