Sólo la educación abrirá el camino del cambio

Debemos abocarnos a recuperar la Argentina de fines del siglo XIX, en lo que a educación se refiere. Se hace necesario encarar políticas de Estado para recuperar aquel nivel que tuvo nuestra educación pública. Con esta prioridad nuestro país volverá a re

Sólo la educación abrirá el camino del cambio

Las fiestas de fin de año son, por diversos motivos, el momento de hacer balances de lo que pasó y de lo que puede venir. Pero los argentinos tenemos presente todos los días un balance más largo y profundo, que hacemos desde hace tiempo, y que va más allá del año que pasó o del que está comenzando, y más allá de este gobierno o del anterior.

Nuestro país viene en caída desde hace muchas décadas y suma frustraciones año tras año. El fracaso económico, el aumento continuo de la pobreza, el imperio de la corrupción, la cultura de la avivada y del acomodo, la falta de respeto a las normas, la imprevisibilidad, el incumplimiento de la palabra, la carencia de valores colectivos de cohesión social, el deterioro de las instituciones, el narcotráfico, la violencia, la política de pura especulación rastrera y la falta de estadistas nos interrogan, nos desafían y obligan a preguntarnos una y otra vez qué nos pasó. ¿Seremos capaces de cambiar esta historia? ¿Por dónde empezamos a cambiar? Muchas urgencias reclaman la atención de la dirigencia: el déficit público, la reforma fiscal y los blanqueos, la mano dura o la mano blanda, más y mejores cárceles, mejor infraestructura, estímulo a la inversión privada. Pero la clave de cualquier cambio a fondo, la verdadera respuesta está en la capacidad que tengamos los argentinos de hacer una apuesta colectiva por la educación, tomando conciencia, además, de que comenzar a percibir los resultados de cualquier esfuerzo en ese sentido puede llevarnos más de una generación.

Será fundamentalmente a través de una educación de excelencia que podremos alcanzar, además de la mejora de los aprendizajes, una nueva cohesión social mediante la inclusión de millones de argentinos que por razones migratorias o de pobreza estructural han quedado fuera de un sistema de valores culturales compartidos. Será a través de una educación de excelencia en su más amplio sentido que encontraremos la calidad de las instituciones que necesitamos, la cultura del esfuerzo, del trabajo y de la creatividad y la innovación, el respeto por la ley y por los derechos del otro.

Nuestro país tuvo uno de los mejores sistemas educativos del mundo y esta fue la herramienta de inclusión social, cultural y de progreso con la que afrontó los desafíos de la marginalidad a fines del siglo XIX. Este es también, como entonces, el instrumento que nos permitirá retomar aquel camino del progreso que perdimos.

El reciente papelón de las pruebas PISA y otras evaluaciones internacionales ponen en evidencia que nuestro sistema educativo sufrió una enorme degradación respecto de las otras naciones de la región y del mundo, a pesar de algunos esfuerzos aislados e ineficaces realizados esporádicamente. Los resultados de esas evaluaciones indican altos niveles de fracaso escolar, grandes desigualdades por condición social, por escuelas o por provincias, señala un reciente informe de Cipec.

Son muchos y complejos los diferentes aspectos que debería contemplar una política de Estado de mediano y largo plazos para alcanzar una educación pública que nos vuelva a poner en la senda del progreso. Principios de orientación de la enseñanza, sistemas de evaluación educativa, optimización de los recursos disponibles, carrera docente, acciones con los sectores y escuelas vulnerables, primera infancia, uso de la tecnología. Pero el más importante de todos es el de la formación del docente y de los niveles de conducción, su jerarquización social, laboral y salarial junto con un sistema de evaluación que premie los méritos y promueva la creatividad.

Ciertamente la inseguridad o la marcha de la economía requieren atención inmediata e ineludible. Sin embargo es fundamental que la sociedad en su conjunto se comprometa en un reclamo colectivo, que exija a gobernantes y al conjunto de las dirigencias, políticas, gremiales, empresarias y académicas que, por encima de especulaciones partidarias y banderías, pongan a la educación como prioridad de la agenda de los argentinos y no posterguen ni un día más el debate profundo que nos debemos para mantener al menos viva una esperanza de progreso.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA