Solo caras nuevas en billetes viejos

Tanto banqueros como los propios trabajadores bancarios y la población en general reclama billetes de mayor valor que el de 100 pesos de hoy. Sin embargo, la Presidenta no sólo no toma esa medida sino que lo evade para evitar reconocer la inflación.

Solo caras nuevas en billetes viejos

El pedido de las entidades bancarias y de los trabajadores del sector es permanente, en el sentido de que se creen e impriman billetes de mayor valor a los de 100 pesos, pero la señora presidenta de la Nación no sólo no escucha sino que evade todo tipo de explicación sobre el tema, porque reconocerlo significaría reconocer también que hay inflación.

Y de inflación, de inseguridad o de corrupción no se habla en los ámbitos gubernamentales. Y no es que no falte oportunidad para abordar algunos de estos aspectos, porque Cristina Fernández de Kirchner ha utilizado de manera abusiva la cadena nacional para realizar anuncios muchas veces irrelevantes, con la excusa de que los mismos no aparecen en los medios “hegemónicos y opositores”.

A raíz de esa actitud rayana con la soberbia de no emitir billetes de mayor valor, la gente se ve obligada a recorrer, especialmente durante los días de principios de mes o los fines de semana, gran cantidad de cajeros automáticos en razón de que los mismos no suelen contar con billetes para cubrir la demanda. Sucede que en los cajeros automáticos, con los billetes de valores actuales, sólo pueden cargarse entre 500 mil y 800 mil pesos y para poder cumplir con ello han debido hacer “desaparecer” los billetes de 10, de 20 y también los de 50 pesos.

El reclamo de billetes de mayor valor -de 200 ó de 500 pesos- viene de hace más de cuatro años de parte de la Asociación de Bancos Privados Argentinos; de la Asociación de Bancos de la Argentina y de la Asociación de la Banca Especializada. Y ahora se sumó el titular de la Asociación Bancaria, el mendocino Sergio Palazzo, quien adujo razones de practicidad en el transporte de caudales, la seguridad de los trabajadores y el público en general.

Palazzo fue quien señaló con mayor claridad lo que está sucediendo, al recordar que el billete de mayor circulación, el de 100 pesos, se creó hace ya 23 años. En aquel momento la relación con el dólar era de 1 a 1, por lo que equivalía a 100 dólares, pero ahora los 100 dólares, a valor oficial, rondan los 900 pesos. También destacó que en aquel momento bastaban sólo dos billetes para pagar una jubilación mínima y ahora son necesarios 38.

Sin embargo, en lugar de responder al pedido de la gente, la Presidenta ha priorizado insistir con el valor, aunque cambiando la “cara” de los billetes, con decisiones que inclusive no hacen más que profundizar la “grieta” política que el kirchnerismo ha implantado en la política argentina en estos más de diez años de gestión. Porque avanzó sobre el billete de cien pesos con la imagen de Julio Argentino Roca que, según Cristina, sometió a las poblaciones indígenas, como si los apellidos Fernández y Kirchner hubiesen venido de los pueblos originarios.

Suplantó el rostro de Roca por el de Eva Duarte de Perón, pero lo más conflictivo surgió cuando decidió hacerlo por una imagen de las Madres de Plaza de Mayo, que merecen un reconocimiento por la labor humana y valiente que mantuvieron durante la dictadura, pero que dejan mucho que desear en la actualidad con su participación política a favor del Gobierno y con las situaciones planteadas con los planes de vivienda y con la universidad.

El otro billete “modificado” fue el de 50 pesos, que tenía el rostro de Domingo Faustino Sarmiento, también criticado por el kirchnerismo, para colocar un mapa de las islas Malvinas, en una actitud desconcertante, no por las islas, que queremos todos los argentinos, sino porque la Presidenta dice que prioriza la educación y se autocongratula por haber aumentado el presupuesto educativo pero desconoce a quien fue el impulsor de la educación en la Argentina.

Resulta necesario que la señora presidenta de la Nación reconozca la realidad y disponga la creación de billetes de mayor valor porque redundaría en beneficio no sólo de las entidades y de los trabajadores bancarios, sino de la población en general que se ve obligada a recorrer los cajeros y encontrarse con la lamentable respuesta de que no tienen más dinero. Y ha quedado demostrado que sólo cambiar “la cara” no es la solución.

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