Los primeros colonos que llegaron a lo que hoy es General Alvear y fundaron la villa cabecera, a principios del siglo XX, lo hicieron a través del Este. Muchos habían arribado al puerto de Buenos Aires luego de largas travesías marítimas.
La fisonomía del pueblo se fue armando con gente de varios países europeos y el desarrollo de la colonia se gestó en un ámbito de aislamiento con respecto al norte provincial, debido a que los otrora caudalosos ríos Atuel y Diamante constituían una barrera infranqueable.
En 1914, cuando adquirió el rango de departamento, la ciudad crecía a buen ritmo: había llegado el ferrocarril, se habían instalado los primeros teléfonos y la población era cercana a los 10 mil habitantes.
Tan constante fue el progreso de aquella época que el 12 de agosto de 1964, al cumplir 50 años de existencia, el departamento mostraba, entre otros logros, 50 mil hectáreas bajo riego artificial, unos 150 establecimientos (bodegas, fábricas, secaderos) que empleaban a alrededor de 15 mil personas y se proyectaba la conexión de esta parte del sur mendocino con el resto del país y del mundo mediante la construcción de la ruta nacional 188.
Además, General Alvear tenía una dinámica vida social, cultural, deportiva y educativa con instituciones de prestigio en los diferentes sectores.
El estancamiento
Sin embargo, al promediar la década de 1970, la crisis económica (especialmente en la agroindustria) terminó de manera implacable con los años de bonanza.
Un pueblo que dependía casi en su totalidad de lo que producían su agricultura, bodegas, fábricas y secaderos se quedó sin su actividad principal y así comenzó la emigración.
El destino de muchos alvearenses fue el Sur (Catriel, Neuquén) donde las compañías petroleras ofrecían el nuevo paraíso. Otros eligieron La Pampa o San Luis y el departamento se fue quedando vacío.
Desde entonces, ninguna de las políticas implementadas han podido revertir ese retroceso y 80 por ciento de los jóvenes que terminan la escuela secundaria no ven su futuro por estos lares.
Según el censo poblacional de 1970, General Alvear tenía 39.206 habitantes; 42.338 en el de 1991; 44.147 en 2001 y 46.429 en el último relevamiento realizado hace casi cinco años.
Quienes se quedaron y siguen luchando son testigos de la escasa actividad agroindustrial y productiva de la actualidad cuando en otros tiempos, y gracias a aquellas empresas, al departamento lo bautizaron como “La Puerta de Oro del Sur Mendocino”.
Datos de ayer y hoy
A principios de 1960, General Alvear tenía 18 fábricas y 10 secaderos para la industrialización de frutas y hortalizas. En la actualidad, según la Dirección de Industria y Comercio, hay inscriptos 50 establecimientos entre ambos rubros lo que muestra un crecimiento en ese sector.
En relación a las bodegas hace cincuenta años, de acuerdo con datos de la Cámara de Comercio, había 103 en las que se elaboraban anualmente 145 millones de kilos de uva y donde trabajaban alrededor de 900 obreros. Ahora la cantidad quedó reducida a 43 bodegas.
Con respecto a la educación se mejoró sensiblemente la oferta, especialmente en el ámbito terciario y universitario.
Un ejemplo de ello es el Instituto Tecnológico Universitario (ITU) que ya cuenta con más de 300 egresados que ejercen sus profesiones en el ámbito local, regional y nacional.
Desde 2006, funciona la Universidad General Cooperativa (Ugacoop), creada con el objetivo de contrarrestar el éxodo masivo de jóvenes (alrededor de 50%) que se van a estudiar fuera del departamento.
El Instituto de Educación Superior “Salvador Calafat” es otra de las opciones para quienes deciden quedarse. Se creó en 1983 y ofrece, entre otras, las carreras de Profesorado de Artes Visuales, Profesorado de Lengua y Literatura, Profesorado de Inglés, Tecnicatura Superior en Gestión Ambiental y Enfermería Profesional.
También hay opciones para los egresados del nivel secundario en el sector privado a través, por ejemplo: del Instituto Santa Trinidad y la Universidad Siglo XXI y el Instituto San José con opción de carreras a distancia.
Si bien no hay por el momento un relevamiento más riguroso se puede estimar que sólo un 30% del total de alumnos, que se van estudiar una carrera a otras provincias o a la ciudad de Mendoza, regresan a probar suerte como profesionales al pueblo que los vio nacer.