Un grupo de personas se pasea por el parque de una elegante casona del barrio de Núñez, en la zona norte de Buenos Aires. Predomina el elegante sport, aunque algunos parecen listos para atravesar la puerta de Esperanto. El motivo de la cita es la presentación de “Vivir es hoy”, el nuevo disco de Soledad Pastorutti. Hay periodistas, noteros e invitados varios, que matan el tiempo, copa y bocadito en mano, hasta que aparezca la artista, quien minutos después ofrecerá un pequeño concierto en el que mostrará algunas de las flamantes canciones.
En momentos inciertos como los que atraviesa la industria discográfica en nuestro país, eventos de esta clase están dedicados exclusivamente a las estrellas más populares. La confianza depositada por el sello en “Vivir es hoy” permite este tipo de acciones. Es un álbum ganchero, con invitados de renombre (Carlos Vives, Carlos Santana), estilos variados (pop, carnavalito, chacarera) y canciones de espíritu radial.
En la portada, Soledad sonríe mientras hace un DO mayor con una guitarra acústica. La imagen puede parecer un detalle pequeño, pero también es una postal de su actual etapa, en la que las cuerdas de acero ganaron la pulseada a las de nailon, históricamente asociadas al folclore.
Luego de que un directivo de Sony Music la presentara con el elogioso apelativo “orgullo nacional”, Soledad se subió a un escenario montado en una de las habitaciones del lugar, secundada por un grupo sólido que incluyó al cordobés Pablo Cordero en coros. Allí brindó un show breve y prolijo en el que repasó varias de las canciones del disco. Un rato después, en otra de las salas del lugar, la cantante recibió a los medios para hablar de este trabajo.
Durante la mañana, Soledad había grabado sus participaciones para “Elegidos”, el programa de Telefé, y tenía agendadas varias entrevistas más antes de poder volver a su casa. “Hago muchas cosas a la vez, como toda mujer. Me gusta esa adrenalina. Es agotador pero no puedo quejarme. Podría decir que no y acá me ves”, dice Pastorutti, con la misma sonrisa que muestra en la tapa del disco.
-La expresión "Vivir es hoy" puede interpretarse de varias formas. ¿Cuál es el concepto que encierra?
-La intención no es otra que escuchar a la gente. Veníamos tocando en vivo esa canción hace mucho. Incluso abrimos Cosquín con este tema hace dos años. Generalmente voy renovando el repertorio, pero cuando se empezó a armar este disco, los fans pidieron que grabáramos “Vivir es hoy”. Algunos incluso se tatuaron esa frase, o alguna parte de la letra. Ahí pensamos que el disco tenía que llamarse así, tenía mucha fuerza. La verdad es que respeta el concepto del disco: es fresco, con mucha energía, divertido, para arriba.
-Un disco optimista.
-Sí, recién pensaba eso cuando cantaba las canciones. Incluso “Aleluya” es optimista. Son canciones que hablan de disfrutar la vida, de empezar a plantearnos las cosas desde otro lugar. Que este momento no pase volando.
-¿Cómo llegaste a "Aleluya"? Es prácticamente un himno esa canción. ¿La propusiste vos?
-No. Cuando empezamos a grabar el disco, yo sólo tenía en claro que quería grabar “Cuando me abandone el alma” y “Cielo de Mantilla”. También presenté cinco de mis temas y quedaron tres. Fue Matías Zapata, uno de los productores, el que me tiró la idea. Él ya tenía lista la base del tema, me pasó la letra y me pidió que la cantara. Después se la empecé a mostrar a mi familia, no me cansaba de cantarla. Iba a ser el primer corte pero no llegamos con los tiempos. Desde que me mostró esa versión, sabíamos que iba a ser parte del disco. Incluso trae varias versiones.
Orgullo nacional
-Teniendo en cuenta que recorrés todo el país en tus giras, ¿cómo lo ves?
-El argentino tiene altibajos todo el tiempo. Pareciera que nos acostumbramos a acomodarnos a las diferentes situaciones. Hoy, en este momento pre electoral, con incertidumbre, todos estamos un poco inquietos. Además están las inundaciones, mucha gente no la está pasando bien.
Lo importante es que tenemos capacidad para superar estas cosas. Con respecto a tu pregunta, depende adónde viaje y con quién me encuentre, porque hay lugares que están mejores que otros. Pero en general queremos que la cosa esté mejor y también queremos hacernos un poco más cargo de que así sea. Desde hace un tiempo se empiezan a discutir muchas cosas. Mientras eso nos lleve a un buen resultado, yo creo que es positivo. No estoy de acuerdo con que a veces uno no pueda caminar y opinar libremente, porque este país no se concibió lejos de la libertad. Más bien todo lo contrario.
-¿Te sentiste cómoda como animadora del Festival de Peñas en Villa María?
-Sí. No sé si estoy tan preparada para una situación así, pero me halagó mucho que me convocaran. Yo me tomé el trabajo de buscar un poco de información de los artistas… Lo que pasa en muchos festivales televisados es que deberían pensarse para la televisión, porque a veces no tenía en claro si estábamos saliendo al aire o no. Pero también es cierto que es parte de la impronta de los festivales el hecho de que haya improvisación.
El crítico máximo, que es el búho, habló muy bien y eso me dejó contenta. También me gustó que algunos artistas me invitaran a cantar, porque está bueno participar desde otro lugar. El festival pretende ser internacional y creo que lo es, pero no tiene que olvidar que empezó con la peña y eso no lo tiene que perder.
-Desde Sony te promocionan como un orgullo nacional. Probablemente seas una de las apuestas más importantes del sello a nivel latinoamericano. ¿Sentís que eso está traducido en el sonido de tu nuevo disco?
-Puede ser. Un tiempo atrás te hubiera dicho que era muy difícil exportar a Soledad. Hoy cambió mucho el mundo y la música también, la forma en que escuchamos. Estamos más abiertos a las fusiones, a escuchar música de otros lugares y también a indagar. Lo digital aportó lo suyo. No es que Sony me pidió que publicáramos un disco internacional. Ya con “Raíz” (su disco con Lila Downs y Niña Pastori) se había marcado un camino que salió sin quererlo.
Yo me sentí con libertad de hacerlo. Y esto lo digo porque a mí me costó mucho sentirme libre con la música. Nací artísticamente en otra época, en la que si hacías folclore la gente no te podía ver en otro lado. Entiendo que hay un público que me quiere ver nada más que ahí, pero sé que puedo ser versátil y esa versatilidad me permite actuar en lugares diferentes. No te digo que con todos los géneros me salga bien, porque tengo que sentirlo. Yo busco caminos… Que Santana haya tocado en una canción con bombo, es muy fuerte.
-Eso te iba a preguntar. ¿Compartiste estudio con Santana?
-No, grabé el disco en plena gira. Lo que hice fue mandarle un mail, contándole un poco la pretensión del tema porque para nosotros la guitarra es fundamental y yo siempre tuve la fantasía de que en algún disco grabara él. Capaz que era una locura, pero no quería dejar pasar la oportunidad.
-Este año se cumplen 20 años desde tus comienzos como artista. ¿Cuál dirías que fue tu mayor aprendizaje en todo este tiempo?
-Primero te diría que los primeros años no los viví como reales, porque a veces cuento anécdotas que me parecen no haberlas vivido. Después de un tiempo en una meseta, uno se da cuenta de que elige esto sin importar el resultado. Desde que esto arrancó hasta el día de hoy, vivo de lo que me gusta. Siempre tengo que seguir lo que siento, mi intuición. Y lo que yo siento es lo que la gente toma.
-Más allá de si resulta un éxito o no...
-A veces uno tiene miedo de no ir por la industria, pero todo cambió mucho, ya no hay parámetros tan claros de qué es lo que puede funcionar. Y eso está buenísimo, porque hace que uno explore y tenga libertad. Esto tiene que funcionar, no porque yo crea que tenga que ser artista comercial toda la vida, sino porque esto es mi trabajo, así me gano la vida. Pero no hay que mentirle a nadie, por supuesto.
En todo este tiempo aprendí que lo que más me gusta es subirme a cantar a un escenario, es lo que mejor sé hacer. Los años me enseñaron que no hay que arrebatarse. Soy ansiosa pero aprendí a disfrutar mejor de todo. Podría decirse que aprendí a esperar, pero no tanto como para que un festival me programe a la 1 y termine actuando a las 4 de la madrugada (risas).
Una colorida paleta pop-folk
Luego del disco que grabó junto a la mexicana Lila Downs y la española Niña Pastori que le permitió alzarse con un par de Grammys, La Sole retomó su carrera solista con “Vivir es hoy”, un álbum fresco y lleno de energía en el que vuelve a recorrer un amplio espectro del folclore latinoamericano sin perder sus raíces.
Para conseguir una paleta musical más amplia y sumergirse en el folclore que emerge de la cordillera de los Andes, Soledad se puso en manos del afamado cantautor peruano Gianmarco, quien ofició de productor junto al colaborador habitual Matías Zapata.
Además, el disco cuenta con presencias ilustres como la de Carlos Vives, Carlos Santana, Zeze di Camargo, Nati Pastorutti y el propio Gianmarco.
El disco abre con unos acordes de balada bien pop, pero al empezar a cantar Soledad la baña en folclore, mientras Santana mete sus acordes y su fraseo de guitarra, acompañado por la banda de la Dama de Arequito.
Exploradora del folclore, la Sole fue en busca de Carlos Vives y juntos compusieron la festiva y bailable “Dame una sonrisa”, que va de Arequito a Mompox y al Caribe sin escalas, con el prestigioso director y arreglador argentino Cheche Alara compartiendo acordeones con el colombiano Mario “Channo Tierra” Mosquera”.
La sigue el hit a puro pop-folk latino "Todos somos pueblo", que se continúa en la bellísima versión de "Cielo de Mantilla" de Teresa Parodi, que Soledad sumerge en las aguas litoraleñas y donde la artista destaca por su cálida interpretación.
Sin detenerse, la Sole busca en la cumbia sonidera mexicana y en su grupo emblema, Los Ángeles Azules, para interpretar junto a su hermana Natalia "Cómo te voy a olvidar", con muy buenos arreglos de vientos andinos, pero sin perder el pasito cumbiero tan parecido a la cumbia santafesina.
El pop romántico cubre con bonitos arreglos la folkie “Cielo de rosas” y, gracias a Matías Zapata, la Sole da pasos en los terrenos donde se siente más segura, más allá de su curiosidad infinita, y luego vuelve a darle un toquecito de cumbia folk con la pegadiza “Nadie que te quiera como yo”.
En “Eres”, la Sole va derecho al folclore argentino, pone unos pianitos pop y se larga a dedicar una canción a sus hijas Antonia y Regina, con muy buenos arreglos de acordeón que son un verdadero hallazgo en el álbum.
“Vivir es hoy” confirma esta curiosidad de la Sole de bañarse en todo el folclore latinoamericano y buscar en su cancionero con la hermosa versión de “Mal paso”, un clásico del compositor peruano-japonés Luis Abelardo Takashi Núñez, un compositor que dio vida a la música norteña del Perú. La Sole le da nueva y brillante vida a esta canción.
“Una mañana nueva sin ti”, tiene aires de country-pop románticos, bien para radio, mientras que “Estrella fugaz” navega por las mismas aguas, con características más bailables. Por esa razón en esta última participa Zeze Di Camargo, estrella de la música sureña country brasileña.
La chacarera tiene su lugar de la mano de “Cuando me abandone mi alma”, de Cuti Carabajal, y esa línea folclórica, aunque con una base más pop, sigue en la atrevida “Cantante”. Para el cierre del disco Soledad se guardó una joya: una versión en castellano de “Hallelujah”, de Leonard Cohen.
Quenas, sikus, arreglos de bronces, bombos y una emotiva interpretación, embellecen esta versión que la Sole hace del clásico de Cohen, con mucho respeto y mucho cuidado para lograr darle aires de folclore argentino.