Por Alfredo Leuco - Periodista
Luis D'Elía es uno de los argentinos con mayor imagen negativa. Fue el que popularizó la palabra odio en el debate público. Lidera la tabla de posiciones del desprestigio con personajes de la calaña moral de Amado Boudou. Es uno de los símbolos de esta década autoritaria en la que las agresiones y la alcahuetería pesaron más que los valores y los méritos de las personas. En las escuchas de Nisman, el mismo D'Elía confirma lo que todos sabíamos.
Él dice que le hace el juego a la Casa Rosada porque es un soldado de Cristina. Ahora tiene orden de borrarse y bajar el perfil durante un tiempo hasta que pase el terremoto institucional. Pero siempre está en la primera o la segunda fila de aplaudidores en los actos de Cristina. Se lo puede ver en fotos con líderes extremistas iraníes y prófugos de la Justicia como Moshen Rabbani y personajes que apuestan o apostaron a la violencia como partera de la historia como Fernando Esteche (el comandante de Quebracho) o Roberto Perdía (el ex integrante del estado mayor de Montoneros).
Antisemita fanático y patotero hasta el extremo de promover el fusilamiento de los disidentes, permite que su amigo Jorge Khalil, trate al canciller Héctor Timerman de “ruso de mierda”. Fue el día que celebró su cumpleaños con el mejor de los regalos que fue el pacto tenebroso que garantizaba impunidad a los iraníes acusados del peor atentado terrorista que sufrió la historia argentina con la voladura del edificio de la AMIA y sus 85 muertes.
En esa conversación puede escucharse cómo su amigo Yussuf Khalil le cuenta que él había presentado un texto parecido redactado por Esteche y ambos ríen como burlándose de las víctimas y los familiares de la AMIA. Ese tramo de la escucha es directamente vomitivo. Es la expresión más cruda de un régimen homofóbico que niega el holocausto y la democracia.
Además, corresponde repudiar sin medias tintas a los cobardes que tiraron piedras al hotel de Mina Clavero en donde estuvo alojado. El que produce esa reacción violenta se transforma en lo mismo que condena. Votos, palabras y organización política para combatir a D'Elía. Jamás la violencia que engendra violencia.
Horacio Verbitsky, el titiritero de Timerman, dice que D’Elía es un vende humo y que exagera su llegada a la Casa Rosada para subirse el precio y fanfarronear. En varios audios D'Elía aparece asegurando que habla con frecuencia con Oscar Parrilli, Julio de Vido y hay más información que lo vincula con el jefe de La Cámpora, Andrés “El Cuervo” Larroque´. como nexo con la presidenta de la Nación. Parrilli en ese entonces era secretario de la presidencia y mano derecha de Cristina, una suerte de mayordomo que le solucionaba todos los problemas. Ahora le tiraron la brasa ardiente de los servicios de inteligencia.
Su ex jefe, Alberto Fernández, reveló que su misión es borrar todas las pruebas y evidencias de los casos de corrupción que involucran a la familia Kirchner. De Vido, quien fuera el cajero del kirchnerismo, hoy es uno de los más antiguos funcionarios que desde Santa Cruz fueron pilares de un modelo que enriqueció a muchas de sus figuras y que mantuvo altos niveles de pobreza y exclusión social. Y “El Cuervo”, junto con Wado de Pedro, son los conductores de la agrupación que lidera Máximo “Sanseacabó” Kirchner.
Insisto con el tema de la presencia permanente de D’Elía entre los cuadros más importantes del cristinismo en los actos de Cristina que nunca lo descalificó en público y en las tribunas de todos los actos de Unidos y Organizados. No se sabe de qué trabaja Luis D’Elía pero toda su familia vive de los sueldos que pagamos todos los argentinos. Su esposa como diputada y sus hijos, en diferentes organismos del Estado.
Ya sabíamos casi todo de Luis D’Elía y por eso tanto repudio popular. Tomó por asalto una comisaría en la Boca, golpeó a un manifestante que protestaba durante la guerra de la 125/08 y, como si esto fuera poco, ahora sabemos que alquiló a parte de la barra brava de All Boys para un acto a favor de Palestina y donde la consigna principal era “basta de sionismo nazi”. Se puede escuchar con nitidez la voz llorona de D’Elía decir que le tuvo que tirar unos “manguetes” a los muchachos que se portaron bien.
Les dí 25 lucas, dice en un momento. Pregunta al paso: ¿Cuál es el gesto emancipador del hombre nuevo que paga peaje a unos salvajes para que vayan a hacer número y despelote en un acto? ¿De donde sacó los 25 mil pesos que son poco menos que diez jubilaciones? ¿Es dinero de sus ahorros y se trata de una donación generosa? ¿Es plata que le dio Parrilli, De Vido, Larroque o unos riales que es la moneda de Irán? ¿A cuánto estará el Rial en el blue? Lo digo porque el propio Sergio Szpolski, el empresario que más pauta publicitaria recibe del gobierno para sus medios K, puso en twitter que Luis D’Elía era “un ladrón que recibía cheques de Irán”.
En su momento, Jorge Lanata en su programa, lo desnudó en unos negocios extraños que hacía con camiones de combustible y desde siempre, Luis D’Elía es uno de los mayores defensores del chavismo en Argentina. Luis D’Elía es mucho más que un piquetero oportunista que se colgó de las polleras de Cristina.
Es un símbolo de la peor herencia que Cristina nos va a dejar. Como dice Santiago Kovadloff, es la cara más conocida de un sistema feroz de clientelismo que convierte a los excluidos “en inquilinos de la limosna”. Hay una banda de malandras que usan y abusan de los pobres. D’Elía es uno de sus jefes y todos son soldados de Cristina.