La soja es una especie de la familia de las leguminosas (Fabaceae) cultivada por sus semillas, ricas en proteínas y aceite. El grano de soja y sus subproductos se utilizan en la alimentación humana y del ganado, como así también en la fabricación de biodiésel.
Esta especie es originaria de China. Su cultivo está ampliamente difundido a lo largo del planeta. Los cuatro países con mayor producción de soja son: Estados Unidos, Brasil, Argentina y China.
La llegada del cultivo a América ocurre en la segunda mitad del siglo XVIII; en el año 1765 desembarca en Estados Unidos, y en la Argentina en 1862. Sin embargo, en aquella época el cultivo generó muy poco entusiasmo entre nuestros agricultores.
Hasta 1970 en la Argentina la soja constituía un cultivo casi experimental y no lograba crecer en superficie de manera significativa.
En 1971 el área sembrada con soja en el país llegaba a las 45.000 hectáreas. La soja comenzaba a consolidarse como una posibilidad entre los cultivos estivales de la mano de los productores innovadores.
Para ese mismo año, los ingenieros agrónomos Antonio Pascale y Carlos Remussi, ambos de la Facultad de Agronomía y Veterinaria de la Universidad de Buenos Aires, presentaban un mapa con las variedades de soja que mejores resultados habían logrado para cada región del país, el que era producto de los resultados de muchos años de investigación.
En 1972 la soja fue declarada cultivo de interés nacional y se establecieron precios-sostén para impulsar su adopción. Además, empezaban a surgir, desde el sector privado, las primeras maquinarias especiales para su cosecha. Sin embargo, para la campaña 1972-1973 Argentina producía sólo el 0,16 % de la soja del mundo.
En 1975 la Comisión Permanente para el Fomento del Cultivo de Soja realizaría un prospecto titulado: “Consejos para el cultivador de soja”, en el que se detallaban 11 consejos fundamentales para lograr óptimos resultados.
Un hito en la expansión del cultivo de soja en Argentina: la tecnología “RR”.
En 1996 se liberaron para su comercialización los primeros cultivares de soja transgénica resistentes al herbicida glifosato (sojas RR). A partir de ese año se evidencia un acelerado crecimiento de la superficie cultivada con soja.
La ampliación del cultivo hacia zonas antes marginales para la agricultura, la perfecta asociación del glifosato con la siembra directa, el abaratamiento de los costos de producción y la mayor plasticidad operativa significaron, entre otras, grandes ventajas provenientes de la utilización de estas variedades.
En la campaña agrícola previa al lanzamiento de la soja resistente al glifosato (es decir la de los años 1995/1996) se cosecharon 12.400.000 toneladas de grano sobre 5.900.000 hectáreas de campo sembrado.
Cuatro años más tarde, la reducción de los costos vinculados fundamentalmente con el ahorro energético de la siembra directa y la mayor simplicidad en el manejo de la soja RR impulsaba un asombroso salto productivo. Para la campaña 1999/2000 las hectáreas sembradas con soja en la Argentina habían aumentado un 46% hasta alcanzar las 8.600.000, y las toneladas de grano cosechadas llegaban a las 20.300.000, marcando un aumento del 64%.
Para la campaña 2013-2014 se han sembrado algo más de 20.000.000 de hectáreas y se espera cosechar alrededor de 53.000.000 de toneladas de granos, un nuevo récord de la soja en el país, que hoy representa el 20% de lo producido en el mundo. Es decir que en 40 años la contribución de la Argentina a la producción mundial de soja ha crecido 125 veces.