Con solo 36 años, la mendocina y sanmartiniana Yésica Marcos es de esas mujeres que parece haber vivido 20 vidas en una sola. Y a quien le queda vivir, por lo menos, otras 20 más. O al menos es lo que todo parece indicar. Y es que hace poco más de un año, entre fines de septiembre y comienzos de octubre de 2021, la ex campeona del mundo de boxeo de la AMB y OMB se instaló en un terreno al costado de la ruta 7, cerca de una de las entradas al departamento de San Martín. Y con lo que consiguió -palos, chapas y nailon-, más la ayuda de dos amigos, levantó su “casita de cristal”, como ella la llamó.
La nueva vida de quien supo tocar el cielo con las manos -o con sus guantes- entre 2009 y 2013 la encontró a fines del año pasado habiendo perdido las dos casas que alguna vez tuvo, (sobre) viviendo en un terreno prestado y refugiándose en un humilde ranchito junto a sus 9 mascotas. Desde entonces, la solidaridad de ese pueblo que la vio alzar los cinturones que representaban sus títulos funcionó como un motor para ayudarla a levantarse de la lona y seguir peleando varios rounds más. ¡Y vaya si lo hizo!
En medio de las campañas para ayudar a juntar dinero y material de construcción que le permitiera levantar una vez más su casa -con un gimnasio para que pueda enseñar boxeo-, “el Bombón Asesino” estuvo una semana internada en terapia intensiva a principios de abril de este año, en el Hospital Perrupato y por un cuadro de “convulsiones continuas”. Y aunque volvió a salir victoriosa de esa pelea, la propia vida volvió a darle un golpe que la dejó madurando el K.O.
“Cuando volví a mi casa después de haber estado internada, me encontré que se habían robado lo poquito que tenía en la casita donde me pude instalar al costado de la ruta. Se habían llevado las garrafas, las puertas, todo lo que tenía. Lo único que no se llevaron fueron los perritos, gracias a Dios”, resume Yésica, a casi un año de haberse tenido que instalar al costado de la ruta y a más de 5 meses de haberse tenido que ir del lugar porque la dejaron prácticamente con lo puesto. “Fue muy triste, porque se robaron también la arena, los ladrillos y el material que había en el lugar y que me había donado la gente para poder construir mi casa, esa con la que sigo soñando y que no voy a parar hasta levantar”, agrega con dolor.
Si te postran diez veces, te levantas
Obedeciendo a Almafuerte y a su poema “Avanti!”, Yésica Marcos volvió a levantarse de este nuevo golpe que le asestó la realidad. Ya perdió la cuenta de cuántas van, pero seguro que son más que esas “otras diez, otras cien, otras quinientas” que detalla Pedro Bonifacio Palacios (el nombre real de quien pasara a la inmortalidad como Almafuerte). Sin embargo, ahí está la sanmartiniana de mirada inocente y de pocas palabras, sin siquiera pensar en tirar la toalla.
“Tuve que salir de ahí, del terreno donde estaba viviendo cuando me robaron todo. Y me vine a vivir al barrio Néstor Kirchner, a una casa de mi pareja, Laura. Acá estamos las dos, con 13 perritos”, resume. Y agradece a Laura, aquella que la acompañó mientras estuvo en su “casita de cristal”, la misma que no se movió de su lado mientras estuvo en el Perrupato y quien es su compañera incondicional en absolutamente todo. “Ella es una gran compañera. Mira a los perritos, está siempre para todo, no se movió en ningún momento de al lado mío, fue fundamental en mi recuperación”, enumera. Y vuelve a agradecer.
En cuanto a trabajo, a principios de año la boxeadora y ex campeona comenzó a trabajar en atención al público. Concretamente, vende garrafas en una distribuidora ubicada en la calle Rodríguez Peña y está contenta, disfrutando del día a día y de tener una ocupación, que no es poca cosa. “También sigo dando clases de boxeo como parte de un programa de la Municipalidad de San Martín. Todos los días, de lunes a viernes, en el polideportivo San Pedro, ubicado al lado del Torito Rodríguez. También le estoy muy agradecida a la Municipalidad, que me da esta posibilidad de trabajar de lo que me gusta”, detalla. “Me siento muy bien, en lo personal, y también de salud”, sintetiza con una sonrisa.
Cada mañana, Yésica Marcos se levanta a las 6:30 para ir a trabajar a la distribuidora de gas. A las 7 sale de su casa, llega hasta el carril Rodríguez Peña y allí cumple sus quehaceres laborales hasta las 16:30. En su moto regresa a San Martín para estar a las 17 -17:15 como muy tarde- en el San Pedro con sus clases de boxeo para chicas. “Hasta las 20:30 estoy trabajando y de ahí me vengo a la casa, le doy de comer a los perritos y me relajo hasta el día siguiente”, describe la mujer que fuera apodada “el Bombón Asesino” en sus años de esplendor boxístico.
No te des por vencida, ni aún vencida
Yésica Marcos ha tenido motivos de sobra para “tirar la toalla”, como se dice en la jerga del boxeo, ya que esa es la acción que indica que la boxeadora abandona una pelea. Pero Yésica ni siquiera mira de reojo, ni a la toalla ni a la esquina del ring de su día a día.
La meta de la casa propia sigue siendo la zanahoria atada al palito en el andar cotidiano de Yésica Marcos. Ya no en el lugar donde se había asentado hace un año -más allá del robo de sus cosas, había surgido además un conflicto judicial en el lugar-, sino en un terreno que no deja de buscar.
“Estoy buscando mi propio terreno, pero son caros. Laura tiene un terrenito en otro lugar y estamos viendo si ahí puede ser. El sueño siegue siendo la casa propia con el gimnasio en el lugar”, resume la boxeadora, quien desistió de esa propuesta que se manejaba referida a entregarle un terreno fiscal o público en comodato. Y es que, con una mano en el corazón, Marcos quiere su propio terreno, uno que no dependa del humor o la voluntad política de quien esté gobernando.
Mientras tanto, y hasta poder confirmar algo más concreto, Yésica y Laura han logrado construir su propio hogar en la casa de la pareja de la boxeadora. Con parte de la plata que pudo juntar gracias a su trabajo y a la venta de su libro, pudo hacer una ampliación en esta casa del barrio Néstor Kirchner para que puedan mudarse al mismo lugar todos los perritos. “También le estoy muy agradecida a Roberto Suárez, quien hizo todo para ayudar con el libro y lo estamos vendiendo de a poco”, destaca la deportista entre los tantos agradecimientos que no quiere olvidar.
Roberto Suárez es el periodista mendocino que escribió el libro sobre la vida de Yésica Marcos (“Cicatrices de la vida”), que salió a la venta, fue presentado en la última edición de la Feria del Libro y con el que busca ayudar a la boxeadora. De hecho, todo lo recaudado va a una cuenta a nombre de Yésica y con el que está juntando dinero para esa meta que la obsesiona: su propia casa.
Aunque en algún momento se habló de la posibilidad de que Yésica Marcos volviera a subirse al ring -algo que ella misma tenía como meta también-, su salud, la internación de abril de este año y algunas otras cosas que no terminaron de cerrarle a la sanmartiniana llevaron a que quede todo postergado por el momento.
“Quiero aprovechar este momento para agradecerle a todos los que me ayudaron desde que se supo mi situación. Estuvimos muy cerquita de levantar la casa en el lugar, pero no pudimos por todo lo que pasó. Igual nunca me voy a dar por vencida y voy a seguir. Y es por esto mismo que no quiero dejar de agradecerle a toda la gente que ha estado y ha ayudado”, cierra la deportista.