El mundo la conoció como “El Bombón Asesino” allá por 2009, cuando tocó el cielo con las manos (y con sus guantes de boxeo mediante). Entre ese año y 2013 fue múltiple campeona nacional, sudamericana y mundial en la categoría Supergallo de boxeo femenino, tanto de la Organización Mundial de Boxeo como en la Asociación Mundial de Boxeo (OMB y AMB, respectivamente).
Pero si algo marcó desde el comienzo la vida y el día a día de la sanmartiniana Yésica Marcos (quien hoy tiene 35 años) no fue precisamente “el color de rosa”, como suele decirse. Porque de su casa se fue cuando era apenas una niña, y de su hogar se vio obligada a irse –y a perderla- cuando la situación económica la sofocó hace algunos meses. Actualmente vive en una precaria vivienda construida con postes, chapa y nailon al costado de la ruta nacional 7, en un terreno que le consiguió uno de sus 23 hermanos. Y donde sueña, en un futuro –ojalá que no tan lejano- levantar su propia casa de material.
Yésica no se da por vencida, ni aún vencida. No considera que su carrera haya llegado a su fin todavía, aunque admite que tiene “un quilombo” en la cabeza que no le permite concentrarse en una posible vuelta. Pero aclara –una y otra vez- que no está retirada y que “hay Bombón Asesino para rato”.
De hecho, este sábado 18 de diciembre a partir de las 13.30 la campeona mundial estará brindando una master class de boxeo en el polideportivo de Luján de Cuyo. La entrada tendrá un costo de 400 pesos y será para todo público, con la participación de otros dos boxeadores mendocinos campeones del mundo: Jonathan Barros y Juan Carlos “Cotón” Reveco. Lo recaudado será destinado a comprar materiales de construcción para que Marcos pueda construir su nueva casa.
Una montaña rusa
A 22 años de la primera vez en que se calzó los guantes de box –tenía 13 años cuando supo que quería dedicar su vida profesional a ese deporte-, la vida de Yésica parece estar completando un círculo y, como canta La Renga, “el final es donde partí” (o donde ella partió). Personas que se acercaron a su vida y su entorno cuando todo era gloria y éxitos –los famosos “amigos de la campeona”- y que se borraron en las difíciles (no sin haberse llevado consigo una buena parte antes) y decisiones equivocadas que ella misma tomó y de las que se hace cargo la han llevado a vivir en un precaria casa y un difícil presente.
Nailon, chapa, postes y cuanto material suelto encuentra y puede servir para cerrar más y más su “casita de cristal” –como Yésica le llama- son el decorado fijo de sus postales diarias al costado de la ruta, pasando la entrada a la ciudad de San Martín. Allí logró instalarse con la ayuda de dos grandes amigos, quienes la apoyaron en la misión de levantar este refugio que hace las veces de casa para ella y sus 9 mascotas (8 perros y una gata).
Lejos quedaron aquellos días de la casa que logró construir en un barrio del departamento de San Martín, donde invirtió el dinero que ganó en las distintas “bolsas” (premios por sus peleas y títulos ganados). Esa misma casa que debió vender luego de enterarse de que quienes allí habían vivido, no solo no le habían pagado el alquiler, sino que nunca pagaron impuestos y servicios. Y estaba prácticamente ahogada de números rojos y deudas.
También quedaron lejos esos intentos de volver a empezar en Chile o en San Luis. ¡Si hasta logró comprar también una casita en la vecina provincia!. Pero, como todo parece estar destinado a tornarse complicado en la vida de Marcos, esa vivienda fue usurpada y también la perdió.
Cada día, “el Bombón Asesino” abre los ojos para “hacer la supervivencia”, según sus propias palabras. “No le escapo al trabajo. Si tengo que ir a cosechar o a limpiar terrenos, lo hago”, destaca con el orgullo de una digna laburante. A ello se le suma un contrato que tiene con la Municipalidad de San Martín y que la lleva al polideportivo Torito Rodríguez a dar clases de boxeo a mujeres del departamento (muchas de ellas fueron y son fanáticas del Bombón y estuvieron en sus más históricas peleas), sin costo alguno. Esos casi 13.000 pesos que le quedan de bolsillo por las clases y con lo que consigue hacerse después de limpiar y cosechar le permiten llevar adelante su rutina.
Pero cada vez que abre los ojos, Yésica Marcos sueña y se ilusiona con volver a ser al menos una sombra de lo que alguna vez fue, la boxeadora más importante de Mendoza, de Argentina y del mundo. “A futuro quiero construir mi casa acá, y poner un saloncito para dar clases de boxeo, un boxeo. Y no tener que rabiar con nadie”, sueña en voz alta parada en el descuidado terreno que consiguió para levantar su casa. “No quiero darle vida a ningún promotor más”, se jura en voz alta.
Y aunque está con su carrera boxística “en pausa”, se mantiene activa jugando al fútbol en las Chacareras Mendocinas de San Martín. Esas mismas amigas que, en el día a día, también la ayudan con situaciones cotidianas.
El resurgimiento
Luego de que la sociedad conociera la situación en que vive Yésica (el reconocido periodista deportivo Juan Pablo Varsky difundió en sus redes la nota de Los Andes donde se contaba esta situación), la ayuda no dejó de golpear la puerta de su “casita de cristal”. Desde materiales de construcción hasta un teléfono celular que le permitió reemplazar ese al que ni siquiera se le podía ver la pantalla fue algo de la ayuda que le llegó.
También la oportunidad de la master class organizada por Juan Ignacio López y FPKB y que tendrá lugar el 18 de diciembre en el Polideportivo de Luján son parte de las oportunidades que le surgieron. Y con las que Yésica quiere dejar bien en claro que busca reinventarse y ni siquiera piensa todavía en tirar la toalla.