Como el sol cuando amanece. Como el mar. Pero, principalmente –y sin abandonar la línea inspirada en Nino Bravo- “como el ave que escapó de su prisión y puede, al fin, volar”. Así volvió a vivir y a transcurrir sus días la cóndor Quica desde este miércoles, tras ser liberada en Esquel (Chubut) y en las inmediaciones de la misma zona en la que había sido rescatada herida y sin poder levantar vuelo (aunque intentó hacerlo en reiteradas oportunidades).
Este magnífico e imponente ejemplar de cóndor hembra había sido rescatado en el patio de una vivienda en esa localidad chubutense el 25 de agosto último. Había aterrizado forzosamente por sus medios tras evidenciar claras heridas en todo su cuerpo, que incluían un balazo en una de sus alas, seis perdigones a lo largo de todo su cuerpo y una avanzada intoxicación con plomo. Tres días después, el sábado 28 de agosto por la mañana, Quica llegó en avión a Mendoza para ser tratada y rehabilitada por la Fundación Cullunche y como parte de los protocolos del Programa de Conservación del Cóndor Andino (PCCA).
Mientras esto ocurría en Mendoza, vecinos y referentes ambientalistas de Esquel alzaban cada vez más la voz en rechazo de que Quica (como había sido bautizada la cóndor) estuviese en Mendoza. De hecho, insistían en que el ave podía ser tratada en sus tierras; aunque el PCCA no cuenta con centros de recuperación en esa provincia. Además de encabezar una movilización en el aeropuerto de esa ciudad, hicieron una presentación judicial para impedir el traslado de la cóndor. Pero, siguiendo los protocolos, Quica fue traslada a Mendoza. Y el compromiso desde el primer momento fue bien claro: ni bien estuviera en condiciones de ser liberada, el ave sería restituida a esa localidad y a su hábitat original.
Casi dos meses después del rescate y tras una exitosa recuperación en Mendoza –en las sedes de la Fundación Cullunche, que es parte del PCCA-, Quica fue liberada este miércoles en Esquel.
“Llegaron al lugar de la liberación, le abrieron la caja, hizo unos pasos y salió volando. Desde mi lugar me ha tocado presenciar muchísimas liberaciones de cóndores, y generalmente –en 99% de los casos- cuando se libera un ejemplar, otros cóndores de la zona llegan para sobrevolar la zona como si estuvieran chusmeando. Pero lo mágico y emotivo es que, esta vez y en el caso de Quica, bajaron a tierra firme dos cóndores y se pararon a su lado. Estuvieron con ella y salieron volando juntos. ¡Era como si se conocieran de antes! Incluso, uno de ellos le tocó el ala a Quica mientras levantaban vuelo”, destaca la médica veterinaria y presidenta de la Fundación Cullunche, Jennifer Ibarra. Y en sus palabras vuelve a colarse la emoción del momento.
Con la tensión que generaba la insistencia de los mencionados vecinos referentes de Esquel –aquellos que se opusieron de entrada al traslado de Quica a Mendoza y que insistían en que toda la rehabilitación en nuestra provincia no era necesaria-, Ibarra destaca que no fue fácil la recuperación de la cóndor. “Nos dio una alegría inmensa la liberación, terminamos todos llorando. La verdad es que la responsabilidad de toda la rehabilitación fue enorme, más teniendo en cuenta que Quica estaba con tantos ojos encima. Teníamos mucho miedo de que no pudiera levantar vuelo de nuevo o se quedara quieta”, agrega Ibarra.
Además de Cullunche –como parte del Programa de Conservación del Cóndor Andino- y justamente del trabajo articulado entre este programa, el departamento de Fauna de la Secretaría de Recursos Naturales Renovables de Mendoza y la Dirección de Fauna y Flora Silvestre de Chubut fueron fundamentales en todo este proceso.
Plumaje renovado
Quica partió de Mendoza en un vuelo de Aerolíneas Argentinas (la empresa tiene un convenio con el PCCA) el martes 19 de octubre. Tras una escala en Buenos Aires, que incluyó un pernocte en el Ecoparque de Buenos Aires (también lo cumplió a fines de agosto y antes de llegar a Mendoza), este miércoles el vuelo que la llevaba de regreso a Chubut aterrizó en el aeropuerto de Esquel.
En sus casi dos meses en Mendoza, los trabajos de rehabilitación de Quica fueron más que intensos. Lo primero que se le hizo fue un tratamiento de quelación para reducir al máximo posible los niveles de plomo en su cuerpo, además de reforzar su alimentación. Y es que la cóndor llegó pesando 8,340 kilos, un peso muy bajo para una hembra que debe estar alrededor de los 12 kilos.
La primera etapa de recuperación en Mendoza tuvo lugar en una sede de Cullunche en la que suelen realizarse las intervenciones quirúrgicas. Allí lograron quitarle uno de los seis perdigones, mientras que se observó la situación general de los otros cuerpos extraños que tenía en su cuerpo. Tras dos semanas en esta primera sede, luego Quica fue trasladada a un recinto mayor. Allí la hicieron trabajar con perchas y posaderas a alturas de entre 1,80 y 2 metros para que pueda practicar -cuando puede alcanzar esas alturas significa que está avanzada la recuperación-, y la monitorearon con cámaras de forma permanente. También le dejaban comida, aunque lo hacían cuando no se encontraba merodeando el lugar ya que son especies que no deben acostumbrarse a que le den de comer ni a la presencia de personas.
“La evolución de Quica fue realmente muy buena, ¡hasta cambió casi todas las plumas de una de sus alas, justamente aquella donde tenía una bala calibre 22! Que haya cambiado todas las plumas en ese lugar es algo muy importante”, sintetiza Ibarra, quien resaltó que Quica se fue pesando –por lo menos- dos kilos más.
Al igual que cuando llegó, al trabajo articulado entre Fauna de Mendoza y Fauna de Chubut fue más que destacable y fundamental para que Quica pudiera regresar a su tierra en el plazo en que se había previsto desde el principio y ya recuperada.
“Se le ha puesto un microchip que va a permitir identificarla en caso de que se la vuelva a rescatar o capturar en otro procedimiento. Más allá de esto, físicamente es inconfundible Quica, ya que es tuerta y tiene un ojito blanco”, concluye la especialista.
Quica fue liberada en el cerro Calfú Mahuida, a unos cinco kilómetros del punto en el que había sido encontrada y todo el proceso de recuperación fue difundido paso a paso en el perfil de Facebook de la Fundación Cullunche.