Es curioso o, quizá, no tanto: quienes cumplimos los 50 nos vemos más jóvenes que nuestras madres a la misma edad y nos ubicamos a años luz de nuestras abuelas en mecedoras. No es casualidad, es evolución vinculada a nuevas formas de vida y a los avances tecnológicos y científicos que acompañan la longevidad.
Diego Bernardini, doctor en medicina y geriatría, explica que los 50 marcan el inicio de la “segunda mitad de la vida” y que ese número redondo, que habla de medio siglo de andar, se vive cada vez menos como una crisis y más como un cambio.
Los +50 aparecen como una generación que produce, emprende, está actualizada, amigada con la tecnología y que disfruta con el plus de la experiencia. Es, también, la “generación sándwich”, cuidadora de hijos y padres, una experiencia que los motiva a preparar su propia vejez saludable.
Cincuentañeros
Los “cincuentañeros” (cincuentones es despectivo y pasado de moda) no quieren que sus hijos se conviertan en los padres de sus padres, como ellos hoy. Entonces, se cuidan en la alimentación, hacen ejercicio y planifican el cohousing con amigos.
Los “nuevos adultos” de clases medias e instruidas suelen verse y sentirse hasta una década más jóvenes y percibir que sus contemporáneos han envejecido más. En otras palabras, tercerizan la vejez.
“Existe un gap (salto) que está calculado de 10 a 15 años entre la edad real y la edad que sentimos que estamos. Y, de alguna manera, siempre viejos son los otros”, confirma Mariela Mociulsky, fundadora de la consultora Trendsity y presidenta de la Sociedad Argentina de Investigadores de Marketing y Opinión (Saimo).
“Es real que nos sentimos más jóvenes. Los médicos consideramos que hay una edad cronológica, en la que se cumplen los años, pero al mismo tiempo hay una edad biológica que tiene que ver con que las personas más jóvenes hoy nos cuidamos más. Sabemos que el cigarrillo hace mal, que comer grasas saturadas hace mal, que es mejor moverse, tener vínculos sociales fuertes”, dice Bernardini.
“Viejenials”
Esta nueva mirada generacional, desde la que sentirse más joven es también una cuestión de actitud, es cada vez más compartida.
Un ejemplo es la vigencia del sitio web Viejenials.com, una plataforma para mayores de 50 que plantea una manera inédita de envejecer en tiempos digitales. “Al denostado ‘Viej’ le sumamos el ‘nials’ para apropiarnos de los adjetivos positivos que se le atribuyen a los millennials”, plantean sus impulsores.
Mociulsky habla de una “generación eterna”, Ageless Generation, un concepto que utilizan las empresas a la hora de planificar sus campañas publicitarias: la división por edad parece ser obsoleta.
“Hay muchas marcas que empiezan a segmentar por comportamiento y no por edad, justamente porque entendieron que estos estereotipos ya no son útiles”, refiere Mociulsky.
El desvanecimiento de fronteras por años de vida es antiguo, pero el mercado reposiciona esta idea. “En los años ’50 la norteamericana Verenice Neugarten planteaba la aparición de una ‘gerontología sin edades’ ya que en la adultez y en la vejez importan más las diferencias interindividuales. Si bien hay normativas de edad, influye tanto o más el momento que te toca vivir, la dialéctica y la cultura, que la edad”, indica Urrutia, quien insiste en que el ingreso a la vejez es una convención cultural vigente hace 30 años.
La jubilación, el abuelazgo y la discriminación laboral son algunos indicadores de envejecimiento, pero la marca fundamental –sostiene Urrutia– la da el reconocimiento y la mirada de los otros.
El mercado
Podría decirse que el sector privado fue el primero en advertir que los +50, con ingresos e instruidos, conforman el mayor mercado emergente al que ofrecer bienes y servicios en base a gustos y no a edades. Conocimiento y capacidad de compra: un cóctel perfecto.
“El 80 por ciento de los mayores de 50 en Europa ayuda económicamente a sus hijos; el 75 por ciento de la economía doméstica norteamericana está en manos de los +50; en Argentina siete de cada 10 personas entre 50 y 60 años son propietarios de su inmueble, algo que no va a pasar en las generaciones más jóvenes”, confirma Bernardini.
En realidad, los mayores de 40 ya son considerados nuevos adultos para las marcas, que se asesoran para conocerlos más y mejor.
“Si tenemos que pensar qué los motiva a partir de los 40, podríamos decir que el disfrute, que ‘si no es ahora cuándo’. Ya piensan que es momento de cosechar los logros, que hay más experiencia y que los gustos están identificados como propios”, explica Mociulsky.
Tienen sus preferencias consolidadas, sienten orgullo por lo logrado, pueden elegir y tienen la necesidad de “explorar caminos de autoconocimiento” pero sin arriesgar lo obtenido, dice la CEO de Trendsity.
Más tiempo propio
Según el momento de la vida que transiten (con o sin hijos), los +50 disponen de más tiempo para relajarse y darse gustos que posponían. Los tensiona, también, el balance entre la expectativas de lo que se proponían hacer y lo que lograron.
“Empiezan a sentir que el cuerpo les pone algunos límites, se quejan de la presbicia o de no poder jugar al fútbol como antes pero se cuidan para disfrutar más a largo plazo. No quieren perder energía, vigencia ni productividad, son más precavidos y racionales en cuanto a sus hábitos y consumos; tratan de no excederse”, dice Mociulsky.
Son conscientes de que todo pasa muy rápido, no quieren perder deseabilidad ni depreciarse.
Advertido de este perfil, el mercado les ofrece aventuras y descubrimientos; reconocen el recorrido hecho pero se enfocan en todo lo que queda por delante.
Mociulsky subraya que se los invita “a que no resignen esas ganas”, se busca devolverles la imagen de vitalidad, de seducción, se los integra atendiendo sus preferencias de sofisticación, se les presentan consumos que afirmen su autoconocimiento, se valida su identidad.
“Las personas de 50 años se sienten y hacen muchos esfuerzos en no dejar el foco cultural que es la juventud. Es milenario lo de abrevar en las fuentes de juvencia”, plantea Urrutia.
Sin tragedias
La cosmética y la moda ayudan. Aun así, cumplir medio siglo no pasa inadvertido. “La gente encuentra que no es joven pero tampoco es una persona mayor. Sin embargo, ya está viendo un horizonte y está en condición de sacar provecho de un capital de experiencia”, piensa Bernardini.
Los motiva verse sanos y saber que, en muchos casos, ya educaron a sus hijos. Para las mujeres de 50, por ejemplo, la menopausia dejó de una “tragedia” que requería medicalización. Todo lo contrario.
“Se está viendo que las mujeres redescubren el erotismo y la sexualidad. Antes la sexualidad femenina era penalizada y hoy se ve como un acto de libertad y de elección”, opina Bernardini.
Sólo un dato: el 10 por ciento de los usuarios de la app de citas Tinder tiene entre 45 y 54 años. El porcentaje es similar en los +55. “En el siglo 21 ‘viejos’ son los estereotipos”, opina Mociulsky.
Transformación social
Se calcula que para 2037, las personas de entre 56 y 75 años, superarán a los menores de 15. En un planeta que envejece, ese segmento se triplicaría. Con poblaciones más longevas, las niñas que nacieron en el año 2000 pueden vivir 100 años.
“Va a haber un corrimiento de la expectativa de vida, del reloj social y de las expectativas de comportamiento. Lo que se espera que hagas hasta determinada edad es una definición cultural, que cambia más que las posibilidades biológicas”, afirma Urrutia.
La longevidad existió siempre, aunque ahora, por primera vez, se empieza a vivir como una experiencia colectiva. “No solo vivimos más sino que somos más los que tenemos la posibilidad de vivir ese tiempo”, apunta Bernardini.
Hoy, los mayores de 56 son distintos a los de años atrás. “Se ponen como prioridad porque ya cuidaron a otros, ya vivieron para otros, tienen en muchos casos más tiempo libre para dedicarlo a sus gustos pero también están muchas veces con un nuevo emprendimiento, con un nuevo hobby o con una nueva iniciativa. La experimentación se desea pero es más eventual que en el segmento anterior”, explica Mociulsky.
Los consumos son más estables porque tienen claras sus preferencias. Además, opina Bernardini, se piensan dentro de un ecosistema: son más solidarios y altruistas, como lo explica la teoría de la generatividad, que desarrolló el psicoanalista alemán Erik Erikson en la década de 1950.
Aquella teoría plantea que las personas de mediana edad sienten interés por acompañar y asegurar el bienestar de las siguientes generaciones. De esta manera, subraya Bernardini, tienen mejor calidad de vida porque los ayuda en la construcción del proyecto vital.
“Necesitamos cambiar el chip, no deberíamos pensar en que la vejez es más larga sino deberíamos pensar en que tenemos más posibilidades por el hecho de vivir más y que lo que tenemos que planificar es la longevidad, no la vejez”, remarca Bernardini. Esto supone mantenerse en condiciones para vivir de manera funcional hasta la muerte.
* Este texto fue publicado originalmente por La Voz. Se reproduce aquí con la autorización correspondiente.