Guillermo Saccomanno, autor de “Cámara Gesell” y de “El oficinista”, fue invitado a dar el discurso de apertura de la Feria del Libro 2022 en Buenos Aires. Lo hizo en La Rural, escenario elegido para este evento, y dedicó párrafos polémicos para todos lados: empresarios del rubro, editores, funcionarios, organizadores de la Feria, escritores, etc., nadie se salvó.
“No se adelanten, a algunos no les va a gustar”, empezó diciendo el autor en su discurso, mientras la gente lo aplaudía apenas se subió al escenario.
“Decir Feria implica decir comercio. Esta es una Feria de la industria, y no de la cultura aunque la misma se adjudique este rol. En todo caso, es representativa de una manera de entender la cultura como comercio en la que el autor, que es el actor principal del libro, como creador, cobra apenas el 10% del precio de tapa de un ejemplar”, fue uno de sus primeros párrafos.
“Cuando fui convocado planteé dos cosas: leer los discursos de quienes me antecedieron y el pago de honorarios. Sólo pude leer, gracias a la inquietud de Ezequiel Martínez (director ejecutivo de la Fundación El Libro), a los últimos cuatro o cinco discursos. La organización de la Feria, presumo, no conserva los anteriores, lo que puede interpretarse como desidia hacia lo que esas voces reclamaron en cada oportunidad. Con respecto a mis honorarios, a Ezequiel, además de honesto periodista cultural, hijo de un gran escritor, no puso reparo. Es más, coincidió en que se trataba, sin vueltas, de trabajo intelectual. Y como tal debía ser remunerado, aunque hasta ahora, como tradición, este trabajo hubiera sido, gratuito. No creo que mencionar el dinero en una celebración comercial sea de mal gusto. ¿Acaso hay un afuera de la cultura de la plusvalía?”, comentó el escritor.
No se puede pagar con “prestigio”
“Desde que recibí el ofrecimiento de intervenir acá, no pude menos que, todo un trabajo, todos los días dedicarme a pensar de qué iba a hablar, qué decir. En principio, me dije, debía y debo agradecer a quienes me propusieron como forma de reconocimiento a mi producción. Pero elegí, elijo, ahondar en la tensión. Es decir, elijo la sinceridad. Más tarde, a través de algunos amigos, algunos editores, y no daré nombres, supe de quienes se opusieron al pago. Su argumento consistía en que pronunciar este discurso significaba un prestigio. Me imaginé en el supermercado tratando de convencer al chino de que iba a pagar la compra con prestigio.” ironizó Saccomano
La Rural, el lugar elegido para la Feria del Libro
Sobre el lugar elegido para la Feria del Libro, La Rural, el escritor disparó “otra pregunta me queda picando: ¿es una paradoja o responde a una lógica del sistema que esta Feria se realice en la Rural, que se le pague un alquiler sideral a la institución que fue instigadora de los golpes militares que asesinaron escritores y destruyeron libros? En lo personal, creo que esta situación simbólica refiere una violencia política encubierta.”
y afirmó que: “cuando pregunté, antes de venir, por qué la Feria se realiza aquí y no en otro espacio, Ariel Granica, hijo del editor exilado en el 76, tuvo el gesto solidario y comprensivo de explicarme que no hay otro lugar de magnitud capaz de albergar tantos expositores y facilitar el ingreso de una multitud. De producirse un cambio de geografía, me dijo, dependería de la colaboración del estado en facilitar un predio afín. Le cité el ejemplo de la Feria de Guadalajara. Y Granica me informó que dicha Feria, a diferencia de esta, dispone no sólo del respaldo sino también del apoyo económico del estado mexicano”.
Críticas a los funcionarios
“Acá se habla de los riesgos de la industria, se repite retórica la necesidad del acceso a los libros, se habla y se habla. Parafraseando a Greta Thumberg, blablablá. Pero cómo hablar de lectores, me pregunto, si se elude desde los estamentos gubernamentales la enseñanza y el aliento de la lectura, que no se arregla ingenuamente repartiendo fascículos literarios en las canchas ni con una candorosa primera dama leyendo cuentos a los chicos de vacaciones en Mar del Plata. No me voy a detener acá en los exabruptos fascistas de la ministra de educación porteña, tampoco en el menosprecio del ministro de cultura porteño por los premios municipales a la labor de creadores en literatura, teatro, música y artes visuales, subsidios a menudo en riesgo”, dijo el autor.
Inmediatamente prosiguió con la critica hacia el ministro de educación: “pero no puedo pasar por alto a un reciente ministro de educación nacional que, al encarar una enésima reforma educativa, declaraba no hace tanto que estábamos ante un ‘proceso de reorganización’ pedagógico”, sostuvo Saccomanno y amplió “Los límites de mi lenguaje son los de mi mundo’, escribió Wittgenstein, pensamiento que ese ministro seguramente ignorará. Subrayo los términos del ministro: ‘proceso de reorganización’. Tzvetan Todorov afirma que un país que ha padecido campos de concentración tiene el corazón comido por gusanos. Me pregunto entonces cuál es la calidad educativa en nuestro país que ha sufrido ya suficientes reformas educativas para que, encima, un ministro, pueda expresarse en estos términos”, criticó duramente a Nicolás Trotta, ministro de educación de la Nación.
“La literatura que me gusta no baja línea. Y, lo que escribo en esta hoja, tampoco baja línea. Simplemente soy descriptivo, estas son las cosas que se juegan para quienes elegimos este oficio. Inexorable, la tensión me impulsa hacia un nervioso desorden enumerativo. Asumo el riesgo de ser malentendido y juzgado como aguafiestas. Pero, a pesar del frenesí y la euforia de la organización y su expectativa en la facturación, nuestro presente no tiene mucho de festivo”, dejó sobre el escenario el escritor.
Para finalizar, en uno de sus últimos párrafos, Saccomano aclaró: “a pesar de todo, no soy pesimista. Son varias las generaciones que, en el presente, desde la diversidad y la disidencia, están generando escrituras cuestionadoras. La crisis que afecta a la industria es tanto una realidad como la de quienes, a pesar de las dificultades colectivas y personales de toda índole, persisten en la escritura y creen que, si bien la escritura no puede transformar el mundo, puede hacerlo un poco mejor”.
Luego de su discurso, hizo el tradicional corte de cinta y la Feria del Libro 2022 quedó oficialmente inaugurada con aplausos hacia Guillermo Saccomano por su sincero discurso.