Un grupo de especialistas del Conicet hallaron los fósiles de un dinosaurio bípedo y acorazado que pertenece a la familia de los tireóforos. Tal hallazgo no tiene precedentes en Sudamérica, lo cual lo convierte en el primero de su especie en ser encontrado.
El hallazgo ocurrió en la localidad de Cerro Policía, en Río Negro, zona de elevaciones rocosas rojizas que evidencian la existencia del antiguo Desierto de Kokorkom, donde habitó hace cien millones de años.
El “Jakapil kaniukura”, como fue denominado por los expertos que participaron de la excavación, era un pequeño dinosaurio herbívoro y bípedo —que se sostiene sobre dos pies o patas para caminar— que tenía brazos cortos, medía un metro y medio y pesaba entre cuatro y siete kilos.
Además, pertenece al grupo de los dinosaurios acorazados, cuyo rasgo más distintivo era la presencia de varias hileras de huesos dérmicos en forma de escudos que protegían el cuello, lomo y cola del animal, similar a lo que ocurre en los cocodrilos actuales.
El nombre elegido proviene del lenguaje Mapuche-Puelche en tributo al habla de las culturas ancestrales presentes en el norte de la Patagonia. Ja-Kapïl significa portador de escudos, mientras que kaniukura hace referencia a la cresta de piedra que caracteriza a la especie.
“Este descubrimiento amplía el registro fósil conocido en la región y permite conocer mejor el ecosistema prehistórico de nuestra tierra, se trata de una nueva especie que representa un linaje de dinosaurios previamente desconocido en Sudamérica”, indicó Facundo Riguetti, que junto a Sebastián Apesteguía fueron los especialistas del Conicet que participaron del hallazgo junto a Xabier Pereda Suberbiola, de la Universidad del País Vasco.
Fósiles en la Patagonia: el trabajo de campo
Los primeros restos fósiles de esta especie se encontraron en 2012 y, hasta 2020, el equipo de trabajo siguió buscando y obteniendo más huevos fosilizados para reconstruir su estructura.
“En 2012, dimos con dos huesos pequeños y misteriosos, con muchas arrugas, que parecían ser de un cráneo. Sin embargo, al estudiarlos no pude hallar explicación y encima estaban sueltos”, indicó por su parte Apesteguía.
Y hacia 2014, el rompecabezas comenzó a completarse. “Encontramos un esqueleto que mostraba dientes extraños y en un bloque había aparecido una mandíbula de peculiares características. Por suerte, en nuestro equipo estaba Riguetti, quien estaba haciendo su tesis sobre dinosaurios acorazados y rápidamente reconoció que se trataba de uno de los materiales de su interés”, agregó. A partir de ese momento, inició el camino de identificación.