Víctor, el pequeño de Malargüe que tiene una enfermedad cardíaca y sueña con ser jockey

El niño, de 9 años, vive en La Junta, Malargüe, y nació con una cardiopatía congénita que le impidió ir a la escuela. Está aprendiendo a leer. Sus grandes sueños junto a los animales del puesto.

Víctor, el pequeño de Malargüe que tiene una enfermedad cardíaca y sueña con ser jockey
Víctor Montoya tiene 9 años, vive en el Paraje La Junta, en Malargüe Nació con una una enfermedad cardíaca, sueña con ser jóckey.

Víctor Montoya tiene 9 años, vive en el Paraje La Junta, en Malargüe. Desde que nació, con una cardiopatía congénita severa, lleva una vida muy particular: recién ahora pudo empezar la escuela ya que las maestras domiciliarias nunca llegaron a esa zona inhóspita donde vive su familia.

Los viajes permanentes al Hospital Garrahan, en Buenos Aires, para ser sometido a controles y cirugías, ocupan buena parte del año. Y así, la familia necesita ayuda económica para poder sortear los gastos. Si bien organizan rifas en forma constante, el dinero que conlleva alojamiento y estadías nunca alcanza.

“Víctor es un niño feliz, curioso, activo y muy inteligente, pero lamentablemente no es libre. Se enferma permanentemente y eso le impidió ir a la escuela, que recién ahora la inició. Por lo general las cirugías son en marzo y luego debe hacer reposo. La escuela normal nunca fue opción”, dijo a Los Andes Flavia Villar, su mamá.

Al parecer, los médicos indicaron desde muy niño docentes domiciliarias para que pudiera aprender. “Pero vivimos lejos y nadie jamás se acercó. Víctor recién ahora está aprendiendo a leer”, explicó.

Así, el niño pisó un aula por primera vez este año. Empezó segundo grado en la Escuela Petroleros del Sur porque su condición es estable. “Allí le dan el almuerzo y es un lugar calefaccionado, mucho mejor que nuestra casa, donde solo tenemos estufa a leña”, relató Flavia.

Víctor vive con su mamá; el esposo de ella y dos hermanos más: Matías, de 12 y Julio, de 5. Su papá falleció de manera trágica hace dos años. “Todavía lo llora todas las noches y lo extraña, compartían el amor por el campo”, cuenta.

A pesar de transitar una infancia difícil y de pasar mucho tiempo encerrado, Víctor ama los animales y en especial a su caballo Frijolito, el mismo que su papá le regaló poco antes de morir y que se encuentra en un puesto situado a unos 45 kilómetros de su casa.

Ama tanto los caballos que sueña con ser jockey, pero claro, nunca ha podido montarlo. Desde chico simula andar a caballo en una silla y era una drama cada vez que lo llevábamos a alguna carrera y su caballo favorito perdía”, relata.

El pasado 23 de febrero, cuando Víctor iba a cumplir 9 años, sus padres le habían organizado una gran sorpresa: celebrarlo en una granja de Malargüe. “Pero poco antes su papá murió de manera muy imprevista y traumática, de modo que tuvimos que suspenderlo. Espero poder cumplirle el sueño cuando celebre sus 10 años”, se esperanzó.

Víctor nació en 2013 en el Hospital de Malargüe y de inmediato se diagnosticó una anomalía cardíaca. Tres días después fue derivado al Hospital Notti, donde se sugirió que sea trasladado de urgencia al Hospital Garrahan de Buenos Aires.

“Partimos una noche en un vuelo sanitario y desde allí comenzó nuestra odisea. Los viajes son permanentes y requieren mucho dinero. Si bien nos brindan alojamiento en Casa Garrahan, eso es recién cuando lo internamos, mientras tanto debemos alojarnos por nuestra cuenta”, relata.

Flavia confiesa los momentos duros que atravesó. “La primera intervención fue sumamente riesgosa, nos dijeron que estuviéramos preparados para lo que sea”, recordó.

La próxima visita al Garrahan se estipuló para principios de 2023. Flavia ya comenzó con sus rifas y dejó su contacto para quienes puedan colaborar. “Mi hijo es cariñoso, positivo, creyente. Tiene grandes sueños y los quiere cumplir. Como mamá, solo deseo darle todas las oportunidades que merece”, concluyó.

Dónde está

A 32 kilómetros al noreste de la ciudad de Malargüe y sobre la ruta provincial 183 se encuentra el paraje La Junta, un lugar que a mediados de la década de los 50 comenzó a poblarse de puesteros.

Hoy tiene aire de pueblo con sus espacios característicos como una plaza, un barrio, dos escuelas y una sala de primeros auxilios.

Sus habitantes destacan la tranquilidad del lugar, un paisaje único con cierto aire rural; la principal vía de acceso pavimentada y el resto de las calles de tierra, donde los medios de locomoción se mezclan entre el caballo y los vehículos, ya que una parte importante de la población se dedica a la ganadería, otros a la agricultura con la papa y el ajo y el resto se divide en empleos públicos, ya sea en reparticiones municipales o en algunas de las dos instituciones educativas que hay en la zona.

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