Todos, por lo menos una vez, miramos al cielo y vimos un rostro u objeto, o mirando la sombra de algún objeto lo relacionamos con un animal. Este suceso se denomina pareidolia, y es un fenómeno psicológico que ocurre en el cerebro y relaciona una imagen cualquiera con formas reconocibles.
Es por este fenómeno que al ver un enchufe podemos ver algo similar a una emoji con la boca abierta o cuando un objeto, cualquiera sea, lo percibimos como una cara de una persona que nos es familiar.
La pareidolia ha sido objeto de estudio para los investigadores a través de procesos con los cuales buscaron comprender por qué el cerebro identifica imágenes aleatorias como rostros u otras formas reconocibles.
La pareidolia “podría ser una experiencia tan convincente porque el proceso de identificar el significado conceptual en figuras novedosas o sin sentido es esencialmente el mismo que identificar el significado en objetos familiares del mundo real”, determinó un estudio publicado en el portal del Centro Nacional para la Información Biotecnológica.
En relación a los rostros la neurocientífica Doris Tsao, tiene la sospecha de que hay un área particular del cerebro que le da prioridad a las caras humanas. “Algunos pacientes tienen accidentes cerebrovasculares y luego son capaces de reconocer todo perfectamente bien excepto los rostros”, explico Tsao en unas declaraciones recogidas por The New York Times.
“Así que comenzamos a cuestionarnos si realmente podría haber un área en el cerebro dedicada al reconocimiento facial”, continúa la experta. Para develar esta incógnita Tsao utilizó un resonador magnético para registrar que áreas del cerebro se activaban con los rostros.
La respuesta fue tal y como la esperaban. Se encontraron áreas que se iluminaron ocasionalmente en respuestas a objetos que tenían una semejanza pasajera con las caras.
Por su parte el profesor de la Universidad de Toronto, Kang Lee, le explicó a
l Daily Mail que ver rostros en objetos inanimados se traduce en un correcto funcionamiento de las conexiones cerebrales. “El cerebro humano está conectado de manera única para reconocer caras, así que incluso cuando sólo hay una ligera sugerencia de rasgos faciales, nuestro cerebro los interpreta automáticamente como una cara”.