El sur de Mendoza esconde uno de los paisajes más imponentes de la provincia. Un valle, una llanura entre montañas solemnes que hacen de guarida y de escenario en un lugar lleno de posibilidades. Una depresión de la superficie terrestre que los guías sabrán explicar su formación y las señales que perduran de lo que sucedió hace millones de año en la tierra y sus transformaciones.
Valle Hermoso, un paraíso natural que genera un ecosistema increíble, está ubicado a 90 kilómetros del centro de Malargüe e invita tanto a aventureros como amantes del silencio y la quietud. La mítica Ruta Nacional 40 en dirección hacia el norte inicia el camino que luego se debe empalmar con la Ruta Provincial 222 que, casi como presagiando un lugar que aún continúa escondido, sólo se encuentra pavimentada hasta Las Leñas, la gran vedette del turismo.
Los malargüinos sostienen un reclamo desde hace años para que se realicen las obras de pavimentación para ofrecer una mayor accesibilidad para todos. Al Valle sólo se puede acceder en época estival, dado que el camino durante el resto del año se encuentra intransitable por las nevadas y los desprendimientos rocosos.
La aventura y el deleite visual comienzan a aparecer a cada paso y con cada curva en el ascenso que dirige hacia el Mirador. Los ojos de los espectadores y las cámaras de fotos apuntarán hacia atrás y hacia adelante intercaladamente ante las transformaciones del paisaje cordillerano desde la altura. Curvas sinuosas y acantilados lo convierten en un camino con cierto grado de dificultad.
“Antes del Mirador, hay una curva donde el Valle se ve precioso. Ver las yacientes del Río Grande, el más caudaloso de la provincia, te hace sentir la nada misma. Es tan inmenso el lugar que uno se siente muy pequeño”, así transmite las emociones y las sensaciones que le despierta “su lugar en el mundo”, Miriam Verdugo, malargüina, encargada de Comunicación y Prensa de la Dirección de Promoción y Políticas Turísticas de Malargüe.
La majestuosidad del escenario natural se complementa con la leyenda del lugar, “El Centinela”, un peñón que sobresale de la superficie, y que por su posición e imponencia pareciera ser el vigía del tesoro natural.
Al llegar, tras el descenso de los caracoles, la infraestructura modesta del parador concesionado por el complejo Las Leñas explica que la gran protagonista es la naturaleza. Para pasar el día o para quedarse a contemplar la noche, el parador ofrece un sector para instalar carpas a la vera de la laguna, pero quienes no resignen la comodidad de una cama pueden elegir el “glamping”, camping+glamour, geodomos, de diferentes tamaños, para alquilar sólo para la pareja o el grupo familiar, o para compartir con otros visitantes. La particularidad de los domos es que cuentan con “ventanas” que apuntan hacia el cielo.
“Decir Valle Hermoso es decir la Vía Láctea”, expresó Miriam. “Te sentís sumergido en el cielo, las estrellas ahí están más cerca, los colores son increíbles”.
Durante el día, son variadas las opciones para quienes decidan quedarse por varios días. Paseos en bote por la laguna, kayak y windsurf para los que se atreven al agua.
Las características del terreno del Valle ofrecen la posibilidad de realizar mountain bike, trekking y escaladas. Una de las salidas que se ofrece desde el parador es hacia una terma natural, un jacuzzi natural que se puede disfrutar entre las montañas, tras una larga caminata. Otra opción, para lo menos acostumbrados al ejercicio, es la visita caminando a la Laguna Larga. El avistaje de aves invita a desenfundar las cámaras en un safari fotográfico.
Las cabalgatas son una opción para realizar caminos más largos y llegar a lugares donde sería muy difícil acceder. También se pueden realizar travesías a caballo que pueden durar varios días, acompañadas de baqueanos del lugar y guías.
Desde hace un tiempo, la política de preservación de los lugares ha logrado que se puedan disfrutar, al mismo tiempo que se protegen, de petroglifos, que según los guías especializados del lugar, son la representación de los caminos de acceso a distintos sitios, como un punto de referencia utilizado por los antiguos pobladores de esas tierras. Actualmente, sólo se puede acceder a la piedra con grabados tehuelches a través de una excursión lidera por un guía, a fin de evitar que visitantes puedan dañar los símbolos de valor, como se hizo mientras no se controlaba el acceso.
La gastronomía pisa fuerte y acompaña al paisaje con platos tradicionales como chivito malargüino o cordero al disco, los titulares indiscutidos del restaurante del parador.
Ticket al edén
El ingreso al parador sale $300 por persona para pasar el día. Para jubilados y niños, el costo es de $ 150. En caso de acampar, no se debe pagar un extra, sólo se paga el valor de ingreso por persona por cada día transcurrido en el lugar.
La noche de glamping tiene un costo de $1500 por persona, por noche.