En Mendoza hay alrededor de 18.500 familias que viven en barrios vulnerables, donde faltan servicios básicos como red de agua corriente, red de energía eléctrica con medidor domiciliario, cloacas o gas natural. Se ubican en 261 asentamientos distribuidos en toda la provincia pero con más concentración en el Gran Mendoza.
Esos asentamientos son los que aparecen en el Registro Nacional de Barrios Populares del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación. Pero esto no quiere decir que sean los únicos, ya que puede haber otros de menor envergadura y fuera del registro.
Allí se incluyen barrios populares con determinadas características: están integrados por ocho o más familias y más de la mitad de la población no tiene título de propiedad del suelo. Además, más de la mitad de la población no tiene acceso regular a dos o más servicios básicos.
El departamento con más barrios “populares” (un eufemismo, claro) es Luján, que tiene 41 y donde viven 2.399 familias. Sin embargo, no es donde habitan más grupos familiares: Las Heras es por lejos donde más familias viven en estas condiciones: ascienden a 3.248 distribuidas en 40 asentamientos.
Los otros departamentos que concentran mayor cantidad de barrios y familias son Guaymallén, que tiene 33 barrios donde viven 2.212 familias, Maipú, donde viven 1.301 familias en 30 barrios; Capital con 2.261 en 23 sitios y Godoy Cruz, donde hay 20 barrios con 1.466 familias.
Hasta hace unos años no existían datos sobre estos entornos ni sobre quiénes los habitaban. El Registro Nacional de Barrios Populares en Proceso de Integración Urbana (Renabap), fue creado tras la aprobación de la ley de Integración Socio Urbana de Barrios Populares a mediados de diciembre de 2018. Apuntó a darles el título de propiedad a sus habitantes y que puedan obtener los servicios básicos.
Sin servicios, sin salud
En los barrios registrados, sólo 11% tiene una conexión formal a la red de agua. Del resto, 8% recibe el líquido a través de un camión cisterna, pero un amplio 78% tiene una conexión irregular, es decir, 204 barrios. Las cloacas son igualmente inaccesibles: solo 5% tiene. Peor aún, en seis de cada 10 barrios el recurso es un pozo (64%), mientras que 30% tiene cámara séptica.
En cuanto al gas, 94% accede a través de una garrafa, lo que incluye a 245 barrios, mientras que 5% usa leña o carbón. En este contexto, quizás el de la corriente eléctrica es el mejor escenario ya que 23% tiene una conexión formal, aunque dista de ser ideal.
Vivir sin servicios no es sólo una cuestión de incomodidad, implica no poder mantener un nivel básico de higiene, cuidado de la salud o conservación de alimentos. El hacinamiento de familias numerosas en espacios reducidos no colabora. Esto inevitablemente tiene impacto sobre los cuerpos, que pasan factura con enfermedades y afecciones. Nélida González, responsable del comité de Salud de Las Heras, reconoce esta situación: “Lo que vemos es que las problemáticas que tienen dependen de cómo viven. La higiene, por ejemplo. Si no tenés agua, ¿cómo te vas a bañar?”. Explicó que suelen presentar muchas enfermedades respiratorias, “porque si vivís en una casa con piso de tierra, eso genera mucha humedad”, refirió.
Las gastroenteritis en niños y adultos son también frecuentes dada la deficitaria conservación de los alimentos o su higiene inadecuada, quienes no tienen luz tampoco tienen heladera. También son frecuentes las alergias, las dermatitis, la pediculosis y la sarna, entre otras enfermedades de la piel.
Cuando el dinero no alcanza se come lo que se puede, si es que se come. Por eso, desde hace algunos años ya no se habla tanto de desnutrición sino más de malnutrición. En ese sentido mucho se ha advertido sobre la pandemia de obesidad que alcanza a todos los estamentos sociales pero que en este es alto: “Hay muchos chicos con obesidad –advirtió la profesional–, porque comen mal, se come más arroz, fideos o guiso”. González destacó que es muy importante el trabajo territorial para poder acercarles la asistencia sanitaria necesaria.
Agravamiento
El costo de vida no ha dejado de incrementarse en el país los últimos años lo que ha dejado a más personas en condiciones de pobreza, lo que se agravó más aún con la pandemia. Así, la pobreza en el Gran Mendoza era de 43,7% del total de la población, según los últimos datos publicados por el Indec.
Allá por 2018, cuando se obtuvieron los primeros datos, los barrios incluidos bajo este criterio eran 247, donde habitaban unas 200 mil personas. Es decir que en tres años se sumaron 14. Luján y Las Heras eran también los que más tenían pero con una brecha mayor: 47 y 34 barrios respectivamente.
Sandra Salinas sabe bien de qué se trata, lo ve a diario entre la gente que se acerca al Comedor Pequeños Gigantes, que coordina en Luján. Contó que en las inmediaciones hay varios barrios de estas características, con “casitas muy precarias”.
En esos lugares, para tener agua hay quienes “pinchan” los caños de la red y con la luz pasa otro tanto, hay que colgarse. Pero con cualquier viento se corta o desde la empresa que presta el servicio los desenganchan y se llevan los cables.
Además, “corren riesgo de que se les incendie la casa, una vez pasó”, recordó la mujer. La temporada de tormentas que trae el verano mendocino es dura para ellos: “con estas tormentas no hay nylon, yo misma tengo el comedor comunitario que se llueve por todos lados, y por ahí no les dan”.
Allí, dijo que es habitual ver a los chicos en pleno invierno con remera y “gomones” (como chancletas) pero dijo que aun así no suelen verse resfriados. Y la pediculosis causa estragos, llegan con sus cabezas lastimadas y con costras.
Sumado a esto, al comedor llega cada vez más gente: “dejan de venir dos y se suman seis en un día”, afirmó Sandra.
Una de cal y una de arena
Tras la implementación de la ley se buscaba mejorar su situación. En Mendoza, hay algunos programas ya en proceso, algunos a través del Instituto Provincial de la Vivienda (IPV) y otros con gestiones directas con Nación. Pero además desde el Ministerio de Infraestructura de Mendoza explicaron que desde el IPV hay además otros planes que apuntan en ese sentido.
Sin embargo, los referentes sociales ven que al mismo tiempo, por las condiciones socioeconómicas, más personas se suman a esta situación de vulnerabilidad.
En el IPV hay dos licitaciones en proceso a través del programa nacional que salieron este año: 203 conexiones de cloacas y agua para el barrio Flores Olivares de Ciudad y otra para obras de infraestructura y urbanización para el barrio Vistas a la Cordillera de Mayor Drummond, en Luján. Además, por fuera de este hay 5 que están iniciando los procesos necesarios.
Desde el ministerio explicaron que se analiza que el abordaje pueda ser en el mismo lugar donde se encuentran, donde la gente carece de servicios básicos pero ya tiene alguna edificación, o que se los reubique en algún lugar cercano en una nueva vivienda si la que tienen es precaria.
Pero Silvina Pascualacqua, referente de la organización Ayuda Urbana Mendoza que asiste a personas en situación de calle con alimentos, aprecia que llegan cada vez más personas, algunas que habitan viviendas de este tipo.
“Hay gente que vive en lugares precarios que cambian todo el tiempo de lugar porque les roban o por cuestiones de violencia; si viven en un asentamiento tiene que quedar alguien en la vivienda porque si no les roban lo poco que tienen , el colchón o las mantas”, relató.
Agregó otra situación: “Quizá viven muchas personas en un lugar o parejas que se forman porque viven en un mismo espacio, a veces por cuestiones de violencia terminan yéndose o la mujer con hijos sale a buscar alguien que la contenga dentro de la zona”.
Dijo que hay mucha más gente que antes de la pandemia, empezaron a salir a la calle familias que no podían pagar el alquiler, “hay familias enteras en carpas o debajo del ferrocarril en Guaymallén, gente nueva, no la que veníamos viendo hace ocho años”, aseguró.