No solo la fe mueve montañas -como suele decirse-, sino que la solidaridad es un motor fundamental y hasta prioritario para conseguirlo. ¡Y bien lo saben Joaquín Lizarde (10), sus padres -Romina y Leonardo- y sus hermanos, Maribel y Lautaro! Y es que Joaqui, quien tiene leucemia y necesita un trasplante de médula ósea con extrema urgencia, ya pudo viajar a La Plata junto a su familia, y comenzó a transitar la rutina previa a la intervención.
“Ya estamos en el hospital, con el primer día de rutina. Ya le sacaron sangre a Joaqui para hacer análisis y descartar cualquier posible enfermedad -Chagas, hepatitis-. También le hicieron ya un neuro cultivo y fuimos a buscar los antibióticos de Joaqui. Mañana nos van a dar la fecha para empezar con los estudios y el jueves tenemos que venir a ver a la infectóloga. Así arrancó nuestra semana desde ayer, todo está muy bien por suerte”, cuenta Romina a Los Andes desde el Hospital de Niños “Sor María Ludovica”, en la Plata (Buenos Aires).
La solidaridad resultó fundamental en la historia de Joaqui ya que fue precisamente el dinero que lograron recolectar por medio de rifas, sorteos y distintas campañas lo que le permitió a toda la familia viajar a Buenos Aires y permanecer más unida que nunca en lo que viene siendo y será el momento más importante de la vida de Joaqui, sus padres y sus hermanitos. “Queremos agradecerle a la persona que va a ser donante de médula para Joaqui, a toda la gente que nos ayudó a poder viajar a Buenos Aires como familia, y queremos ir contándoles todo lo que va pasando”, agrega la mujer con emoción y entusiasmo.
Joaqui y su familia viven en Campo Los Andes (en plena Precordillera de los Andes tunuyanina), aunque sus últimos años los han trascurrido entre su casa (sin salir demasiado), el Hospital Notti y una vivienda que pudieron conseguir para mudarse cerca del hospital en el momento más crítico de la enfermedad del niño. Joaquín fue diagnosticado con una leucemia linfoblástica aguda tipo B en mayo de 2016 y cuando tenía 4 años y, desde entonces -con altibajos- comenzó el tratamiento, que llega ahora a su momento más importante con el inminente trasplante.
Un gladiador de la vida
Joaquín Lizarde cumplió 10 años en marzo. Fiel a su crianza en el campo y en contacto pleno con la naturaleza, desde siempre ha disfrutado de andar a caballo y en bicicleta con su hermano, dos de sus actividades preferidas. Sin embargo, durante los últimos meses debió resguardarse a raíz de su enfermedad, por lo que cambió el caballo y la bicicleta por las películas que su papá (Leonardo) le llevaba a casa para poder ver en el reproductor de DVD que le regaló su tía. Pero lo que nunca cambió –ni probablemente lo haga- es su característica y contagiosa sonrisa. Ni tampoco su amor por los autitos de colección y juguetes con forma de animalitos, esos mismos de los que tiene varios.
Desde hace ya varios meses Joaquín y su familia tienen en claro que la única alternativa para salir de la situación crítica es el trasplante de médula. En un principio iba a ser su propio padre el donante, y hasta había sido validado y aprobado como tal (ya que era compatible). Sin embargo, con análisis posteriores se llegó a la conclusión de que necesitarían otro donante con un porcentaje de compatibilidad más alto. Y así fue como dieron con otra persona dentro del banco de donantes. Un hombre a quien no conocen, pero que, según se sincera su madre, tiene muchas ganas de tenerlo en frente para darle un abrazo y agradecerle.
El detalle es que, más allá de todas estas confirmaciones, la familia necesitaba viajar a La Plata para avanzar con la intervención, algo que finalmente pudieron hacer con la ayuda de toda la comunidad tunuyanina, del Valle de Uco y de toda la provincia.
“Con las rifas y la ayuda de la gente pudimos viajar los 5 y vivir este momento como familia, dándonos fuerza entre todos”, resume Romina, quien no quería que su hijo mayor volviera a estar separado de su hermanito Lauti, algo que ya vivió en varias oportunidades y durante el tratamiento.
Una vida de altibajos
En diciembre de 2014, cuando Joaqui tenía apenas 2 años y 9 meses, le detectaron un tumor y debió ser operado de urgencia. Luego de la intervención, durante los primeros 5 meses de 2015, el niño –que cumplió 3 años en marzo de ese año- debió completar maratónicas sesiones de quimioterapia. “Cuando pasaron esos 5 meses, terminó el tratamiento y la verdad es que veníamos muy bien”, reconstruyó Romina hace algunos meses a Los Andes y cuando estaban en campaña para conseguir el dinero y poder viajar.
La recuperación fue realmente asombrosa en ese momento, y el pequeño Joaquín (más pequeño por aquel entonces que ahora) salió con mucha fuerza.
Tras un 2015 sin grandes sobresaltos, el 19 de mayo de 2016 volvió a tener una recaída. Y fue una recaída más que dura: le diagnosticaron por primera vez leucemia. “Arrancó como una leucemia linfoblástica aguda tipo B –que es la más común en los niños-, pero en su caso fue de alto riesgo. En ese momento hizo varios bloques de quimio, estuvo 11 meses con el tratamiento en el Hospital Notti, y fueron 11 meses en los que nos fuimos a vivir los dos a la Casa de Ronald McDonald. Era su segundo tratamiento, y para mí fue muy difícil como familia, porque él estuvo lejos de su hermanito y yo, de mi hijo más chico”, recordó Romina. Entre el Hospital Notti y la casa de los Lizarde en Campo Los Andes hay poco más de 100 kilómetros de distancia.
Ese segundo proceso pasó, Joaqui volvió a salir adelante y la recuperación marchaba sin imprevistos. Los controles pasaron a ser cada vez más periódicos, y en enero de 2021 –cuando restaban unos meses para que se cumplieran los 5 años que se deben aguardar para recibir el alta ante una leucemia-, el panorama comenzó complicarse, una vez más. Joaquín tenía un catéter a la altura del pecho, por donde le suministraban los químicos de la quimioterapia (sus venas estaban muy débiles), y llegó el momento de que le retiraran este instrumento.
“En abril de 2021, cuando le faltaba solo un mes para el alta, mi hijo tuvo una recaída en su enfermedad. Empezó con una otitis, pero los análisis le dieron mal. Y si bien nosotros ya estábamos de vuelta en Campo Los Andes, tuve que llevarlo otra vez al Notti. Me quedé 48 días aislada con él. Y como necesitaba no estar muy lejos de mi hijo más chico otra vez y al Joaqui le iba a hacer bien estar cerca de su hermanito –son muy apegados-, con ayuda de los vecinos y distintas rifas pudimos alquilar un salón a 3 cuadras del hospital. Ahí nos instalamos durante 8 meses“, rememoró la mujer en enero de este año.
Cerca de finales de noviembre de 2021, la familia regresó a “su lugar en el mundo”, la casa de Campo Los Andes. El lugar donde, de acuerdo a su madre, Joaqui “volvió a vivir, con tanta naturaleza y aire libre”.
La urgencia del trasplante
A comienzos de este año, el pequeño Joaquín seguía todavía con la quimio de forma oral y su cuadro nunca dejó de ser delicado. Directamente trataba de no salir de su casa, ya que sabía que cualquier situación podría complicar su realidad.
Romina se dedica a cuidar a sus dos hijos -a quien se sumó hace no mucho Maribel, hija del esposo de la mujer que ahora vive con toda la familia-, mientras que Leonardo trabaja en un vivero de la zona. Sus ingresos no son muy altos, y costear el pasaje a La Plata para la familia no asomaba como una misión simple. Por esto mismo es que la comunidad entera se puso en campaña para ayudar a la familia.
Así fue como organizaron rifas y colectas de dinero por Mercado Pago. Y la participación fue tan alta que, afortunadamente, lograron conseguir el dinero suficiente para poder viajar a La Plata. “Llegamos el martes de la semana pasada y esta semana comenzamos con toda la rutina y los estudios. Así como la gente supo de Joaqui, su historia y todo lo que necesitábamos en ese momento, ahora quiero que la gente vaya sabiendo cómo van saliendo las cosas. Es la forma de agradecer a todas esas personas que nos ayudaron”, insiste y concluye la mujer.