Rocío Jiménez es una joven de 18 años que vive en Famaillá, provincia de Tucumán. La joven, mientras transcurría la pandemia de coronavirus, se dedicó a buscar programas virtuales de intercambio cultural en universidades de Estados Unidos. Rocío, estaba cursando su último año del secundario y quería sumar diferentes conocimientos antes de elegir una carrera en alguna universidad, según informó TN.
Roció aumentó sus estudios en inglés mientras esperaba la respuesta a las aplicaciones a las que había enviado alguna solicitud, porque sabía que en caso de quedar seleccionada tendría que rendir un complejo examen de comprensión de textos y otro de matemáticas.
La chica finalmente fue aceptada en dos iniciativas que le dieron la oportunidad de obtener una beca completa en Harvard, y a mediados de agosto viajará para comenzar un doble grado en Economía y Ciencias Políticas.
“Nunca pensé que iba a entrar, y creo que ninguno de los que entra lo puede creer, porque hay muy pocas posibilidades”, cuenta Rocío emocionada en diálogo con Infobae. Sus padres lo veían como algo imposible, creían que era un hecho que solo ocurría en las películas norteamericanas y cuando vieron que eso le estaba sucediendo a su propia hija, supieron que la chance era concreta y real. Rocío vive con sus papás, su hermano de 15 años y sus abuelos paternos, y ella será la primera universitaria de la familia.
La búsqueda de Rocío
Rocío en cuanto a su propia decisión de comenzar su búsqueda en diferentes universidades, expresó: “Me interesaba mucho tener contacto con otra cultura, pero no sabía cómo podía hacerlo de una forma que esté dentro de mis posibilidades, porque en general los programas eran carísimos, y así empecé a buscar becas por internet.
La joven se acuerda que leyó que solo cuatro estudiantes argentinos son elegidos cada año como becarios de “Oportunidades”, una iniciativa de la que se enteró a través de una publicación de la cuenta de Instagram de la Embajada de Estados Unidos en Argentina.
“Primero participe en una beca de intercambio virtual que se llamaba Jóvenes Embajadores, y después en Yale Young Global Scholars, hasta que vi el posteo, los requisitos, y la beca Opportunity Funds me ayudó a aplicar a las universidades, e incluso me cubrió todos los gastos del proceso”, reveló.
Cada pequeño paso en la carga de sus datos generaba una gran mezcla de emociones, y una de las primeras sugerencias que le dieron las “advisers”, asesoras con las que intercambia mails con consultas, fue que tuviera más de un plan B, por si no aceptaban su solicitud de ingreso.
“Yo iba a estudiar en Tucumán, porque me gustaba la UBA, pero me preocupaba la estadía en Buenos Aires, porque no tengo a nadie allá y le iba a representar otro gasto a mis padres; así que busqué también becas en universidades privadas que tuvieran un campus donde me pudiera quedar mientras estudiaba, y había aplicado a la Universidad de San Andrés”, explica sobre las precauciones que fue tomando para no ilusionarse con la posible oportunidad de viajar.
Para poder postularse escribió varios ensayos cortos, y uno principal de 650 palabras donde contaba qué le apasiona, qué quiere hacer en el futuro, y también sobre sus actividades extracurriculares. “Había un espacio para diez actividades, y yo lo fui completando con todo lo que hago por fuera: bailo tango, además de folclore, que he estado en varios grupos de danza; tengo una cuenta de Instagram donde reseño libros que leo porque me gusta mucho escribir; hice un proyecto que se llama ‘Tu Vocación’ para orientar a otros chicos en qué estudiar a través de entrevistas; y tiempo atrás ayudé a recaudar donaciones para un hogar donde viven 70 abuelas en el marco de las iniciativas de mi escuela con el Centro de Estudiantes y el Club de Ciencias Sociales”, contó sobre su largo currículum académico que tuvo sus frutos.
Además tener un impecable boletín de calificaciones desde primer año, le dedicó varias líneas a la cultura de su familia, la vida de sus abuelos maternos, que viven en Tafí del Valle, los valores que trascienden en su familia de generación en generación, y las diferencias con la rutina en San Miguel de Tucumán.
Al ver que su sueño estaba por cumplirse, la joven decidió armar una presentación sobre la oportunidad que estaba a punto de obtener para mostrársela a sus papás. “Les hice un Power Point cuando decidí aplicar porque quería que entiendan cuál era el camino para intentar lograrlo, que supieran que esto podía pasar, y que yo quería intentarlo”, contó Rocío. Además recuerda las caras de asombro y escepticismo, que fue la primera impresión que tuvieron, además del miedo a que no haya investigado lo suficiente y se trate de una estafa que implique una pérdida de dinero.
“Pensaron de todo, hasta que hablaron con las consejeras que organizan la beca; tuvieron una reunión donde les sacaron todas las dudas y a partir de ahí me empecé a preparar oficialmente”, explicó Rocío.
“En julio viajó a Buenos Aires para rendir presencial un examen de matemáticas y comprensión de textos que era requisito obligatorio y la nota que se sacara era un filtro importante en el proceso. Ella también recibió el apoyo de sus amigos en el camino, e incluso le tomaban el tiempo con un cronómetro mientras practicaba los ejercicios para que tuviera un estimativo de si llegaría a completar todas las consignas.
“Es todo inglés y es el mismo formato que el que le toman a los estudiantes de Estados Unidos; entonces está diseñado para ellos, y si a ellos les resulta difícil, a nosotros que no es nuestra lengua nativa, todavía más, pero con práctica se puede”, aseguró.
Hablar todo el día en inglés
Aunque estudió en un instituto durante varios años para ampliar sus conocimientos en el idioma, la joven contó que el cambio radical fue cuando se propuso hablar la mayor parte del tiempo posible en inglés, a pesar de que tenía vergüenza. “Es uno de los pasos esenciales porque si te cuesta el inglés va a ser difícil después escribir ensayos o tener una entrevista, así que es necesario, y aunque todo el conjunto del esfuerzo que hice fue pesado en un momento, siempre trataba de pensar en lo que había al final del camino “, confesó sobre todas las actividades que hizo en su último año del nivel secundario.
Todo comenzó cuando llegó el mail más esperado. “Cuando vi que habían aceptado es indescriptible lo que sentí, fue increíble; yo de verdad pensaba que estudiar en Estados Unidos era imposible, carísimo, y por eso pensaba más en un intercambio de un año o algo así; pero me encontré con esta beca que me dio el acceso y elegí Harvard, más allá de por su prestigio inmenso, porque ellos cubren la totalidad de tus necesidades financieras mientras seas becario”, reveló.
También expresó: “La matrícula solamente cuesta como 80.000 dólares al año, y en la aclaración te explican que te van a cobrar lo que vos puedas pagar, que lo determinan en función de los documentos que comprueban tu situación, como el recibo de sueldo de mi papá, los gastos fijos, etc, y en este caso ellos me dieron la beca completa”.
Ante la aceptación de la beca, sus padres sintieron un gran orgullo hacia su hija, pero también sintieron temor. “Me dicen: ‘¿Y si te enfermás allá?’, se preocupan, y todo el tiempo les transmito que sé que pueden haber complicaciones, pero que voy a tener las herramientas para afrontarlo, que voy a estar en un lugar seguro y contenida. Voy a extrañar mucho, pero es para buscar una oportunidad para mi futuro”, afirmó. Además, con la presencia de la tecnología les prometió a sus padres que se va a mantener en permanente contacto, y planea disfrutar los cinco meses que faltan para el comienzo de clases.
Rocío prepara sus valijas para el gran comienzo
“El cuatrimestre empieza el 1° de septiembre, pero me voy a mediados de agosto porque me faltan hacer algunos trámites, y mientras tanto voy a gestionar la visa de estudiante. También tengo que entregar algunos formularios a la universidad para determinar quién va a ser mi compañera de cuarto. Te consultan preferencias, tu horario de sueño; tu rutina, para encontrar a alguien compatible. Y hay dos semanas de preparación para los estudiantes internacionales de primer año”, detalló sobre los últimos detalles a los que se está dedicando.
A Rocío la entusiasma mucho la idea de combinar dos pasiones en una, porque cree que aprender sobre materia económica le servirá para mejorar las condiciones de vida de otras personas, y en cuanto a las Ciencias Políticas, considera que “es una herramienta de cambio, de transformación y ayuda social”.
“Creo que es algo que necesitamos en Argentina por más que a veces la política está mal vista, o se piense que los políticos son malos y corruptos, pero también se puede usar para el bien”, sentenció.
Luego de las repercusiones sobre la beca que obtuvo, le llegaron muchos mensajes a través de las redes sociales, principalmente con consultas sobre cómo hizo para inscribirse en cada programa, y como recomendación general hace hincapié en que den el primer paso y se anoten. “Busquen becas, busquen cualquier oportunidad que encuentren, y si los rechazan en la primera, sigan intentando, porque no es imposible y en algún momento se va a dar y van a poder cumplir con sus objetivos”, concluyó.