Una amistad y 400 cartas: el enigmático editor de Di Benedetto

El entrerriano Carlos B. Prelooker contactó al escritor en los ‘50 y le publicó dos obras, “El pentágono” y “Zama”. Intercambiaron escritos durante largos años. Recuerdos de Laura, la hija del editor.

Una amistad y 400 cartas: el enigmático editor de Di Benedetto
"Doble P" se llamaba la editorial donde Prelooker publicaba autores argentinos. A su lado una carta corta que el mendocino le escribió a su editor en 1956. | Foto: gentileza

Ha transcurrido 2022, el año del centenario del nacimiento del gran Antonio Di Benedetto, y todavía quedan resquicios por los cuales se filtran aspectos de la obra trascendente del novelista fallecido en 1986.

Uno de esos matices es la relación plasmada entre Di Benedetto y un no tan conocido editor nacido en Entre Ríos, Carlos Boris Prelooker (1910-1984), el primero en publicar “Zama” (1956) en versiones de tapa dura y blanda. Antes de esa difusión, había hecho lo propio con “El pentágono”, novela en forma de cuentos. Entre ambos y a lo largo de muchos años, se intercambiaron no menos de 400 cartas.

Esa relación fue planteada por el escritor y periodista Jaime Correas en noviembre del año pasado cuando pronunció en la Feria del Libro su conferencia de incorporación a la Academia Argentina de Letras, titulada, “Mendoza: Antonio Di Benedetto y el oasis extraordinario”.

En esa disertación, el académico local señalaba: “Hace poco logré dilucidar algunos aspectos de Carlos Prelooker, el editor porteño de “Zama” (1956), en su editorial Doble P, mientras todavía corría el tiempo en que su autor se negaba a viajar a Buenos Aires. Mi inquietud por este personaje del mundo editorial surgió por la solapa de la novela, donde confiesa haber reescrito el texto para polemizar con el crítico literario Bernardo Verbitsky”.

Correas entreabría una puerta para explorar algo más sobre el enigmático editor, no porteño sino entrerriano, y fue la hija de este último, María Laura Prelooker (59), quien desbrozó ante Los Andes tramos de la trayectoria del padre y su vinculación con el autor de “El silenciero (1964) y “Los suicidas” (1969).

El acceso a Laura lo facilitó Jorge Hardmeier, tal vez el último investigador en publicar un trabajo sobre el exsubdirector de Los Andes, denominado “Variaciones Di Benedetto”, ya en librerías.

Un emprendedor inquieto

Laura, escritora, docente y especialista en Literatura infantil y juvenil, despeja ciertas dudas que había sobre su padre, el editor.

Hijo de inmigrantes judíos, Boris Prelooker pasó su niñez alternativamente en Europa y Argentina, siempre con su madre, que era pianista. Nacido en Paraná, en su juventud se radicó en la ciudad de Buenos Aires y se casó. Para poder casarse con su primera mujer se bautizó católico y cambió su nombre, agregándose Carlos con un trámite judicial: de ahí en más, siempre firmaría como Carlos B. Prelooker. En 1936 nació su primogénito, ya fallecido, Jorge (aviador, ex comandante de Aerolíneas, que protagonizó vuelos a Israel en la gesta de Malvinas y auditor en el juicio por el trágico accidente de LAPA, 1999) y, para no ser menos, escritor.

A principios de los años 50, nuestro hombre funda una agencia de publicidad, Prelooker Propaganda (PP) y conoce a la que sería su segunda cónyuge, Nelly Rodríguez Bustamante. La empresa comercial sostenía y enjugaba los déficits de la edición de obras.

Carlos Boris Prelooker, editor de "Zama" | Foto: Gentileza
Carlos Boris Prelooker, editor de "Zama" | Foto: Gentileza

“Con el tiempo -rememora Laura- papá crea la Editorial Doble P, pionera en publicar exclusivamente autores argentinos inéditos, a su costo. Además de su tarea como escritor, era corrector y editor de sus autores. De dicha editorial surgieron, además de Di Benedetto, nombres como Félix Luna, Gastón Gori, David Viñas, Juan José Manauta, Alberto Vanasco y Julio Ardiles Gray”. En sus obras iniciales está al pie de la tapa la mención: ediciones “doble p” (en minúsculas).

Conviene citar un dato pintoresco del personaje: Carlos Boris alquilaba un auto con su esposa y recorría las provincias en busca de autores noveles: en el caso de encontrar plumas de su gusto publicaba los textos, en principio, por cuenta y riesgo. La editorial “Doble P” tuvo su mejor momento luego de la caída de Juan Domingo Perón en 1955, decayendo más adelante por problemas económicos y de distribución de los títulos publicados.

Resumiendo: las razones por las que se convirtió en editor fueron el choque con la realidad de ser autor y no poder publicar y la indiferencia que en esa época había para con los autores nacionales noveles.

También fue cofundador de la agrupación Gente de Letras (enfrentado en sus orígenes con la SADE), publicó durante los años 60 y 70 un diario en solitario, y más de diez libros de cuentos, novelas y poesía. Algunos de esos títulos fueron “La noche y dos sombras”, “Praderas en sepia”, “Hormigas en el zodíaco”, “Burbujas en el camino” y una obra teatral, “Cimaris”.

Añade su hija que algunos poemas de Prelooker figuran en la Antología de la Poesía Argentina, seleccionada e introducida por Raúl Gustavo Aguirre para Ediciones Librerías Fausto.

En sus últimos años vivió en Lomas de Zamora, en donde dirigió un instituto educativo privado, mientras seguía escribiendo poesía y dedicándose a la plástica. Falleció en 1984, a los 74 años, totalmente alejado de la vida cultural y en la pobreza: dos años antes que su amigo mendocino.

La relación con Di Benedetto

-¿De qué manera se conocieron editor y escritor?

-El olfato de papá lo llevó a escribirle al mendocino a comienzos de los ‘50. El intercambio se inició cuando “Di Be” (así le decía) ganó el Premio Municipal de Mendoza con “Mundo animal”. La respuesta fueron unas líneas algo tímidas. A partir de entonces, se estableció un vínculo amistoso entre dos varones, que, a los usos de la época, se tratan de usted pese al creciente nivel de confianza y a la intensidad de los temas que tratan. Papá fue con el tiempo a Mendoza con mi mamá y allí se trataron personalmente, en reuniones de las participaba la mujer del periodista, Luz Bono. Debe haber sido en 1954 o 1955.

Nunca dejaron de reconocer la mutua admiración, sin dejar de marcar las diferencias o polémicas que mantuvieron hasta el final la relación.

-¿Cómo se encaró la publicación de “Zama”?

-Mi padre tenía preparados para publicar varios autores del interior, algunos inéditos. Pero de la región de Cuyo no tenía representantes. Su plan era ambicioso: contener en su editorial la variedad literaria de todo el país, en una época en que se vendían casi exclusivamente títulos traducidos de Europa y Estados Unidos. A él le interesaba difundir a Di Benedetto, pero no se comportó como un adulador. Le dijo, sencillamente, cada vez su verdad en un doble oficio: editor no es sólo quien publica y gana dinero. Es también quien lee la obra, la corrige, busca mejoras.

El diálogo con María Laura se cierra con una ‘perlita’. “¿Quiere saber quién leyó primero “Zama”?, desafía. “Fue mamá, Nelly Rodríguez Bustamante, que le ayudaba mucho en el trabajo de lectura y selección de textos. Así se lo haría saber a Di Benedetto en una de sus cartas. ‘Publicá esto que es potable’, le dijo Nelly con seguridad”, refiriéndose a la obra cumbre del narrador.

Reproche por un texto que no se entendía

“Mire que no se lo digo a todos. Hay autores a los que les sugiero que tiren al cesto sus papeles. No es su caso, Di Benedetto. Usted es bueno”, dice por escrito Prelooker cuando llega a sus manos el manuscrito de “El Pentágono” (“Anabella”). Tipea, además, una serie de sugerencias que le mandará por correo a Mendoza. “Allí está lo que creo usted puede redondear”, recomienda. Luego de un ida y vuelta inicial, Di Benedetto incorpora las sugerencias y le envía el nuevo original de la novela en forma de cuentos. Así transcurre esa etapa en donde estrechan vínculos. Prelooker remitía largas cartas a a máquina, que Di Benedetto leía, aceptando esa mirada sobre su texto y respondiendo, en ocasiones, en forma manuscrita.

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