Alrededor de las 17 del domingo, Luciano junto con su esposa Noelia Díaz y su hijo pequeño Tahiel (6), salieron a comprar facturas a una panadería cercana a su domicilio ubicado en Gregorio de Laferrere, provincia de Buenos Aires. Mientras esperaban para cruzar la calle, a la altura del kilómetro 30 de la ruta provincial 21, un auto que venía corriendo picadas perdió el control y los embistió. Lamentablemente el nene murió en el acto y sus papás resultaron heridos.
“Nos destruyó a todos”, alcanza a decir Darío Contreras, el tío de Tahiel (6), mientras corre al Hospital Balestrini, de La Matanza, según Clarín.
No está claro cuántos estaban participando de la carrera, pero lo cierto es que “se tocaron” a alta velocidad, lo que provocó un choque en cadena, en el cual, uno de los autos impactó de lleno contra la familia.
Tahiel murió en la vereda por el impacto. Su papá, Luciano, sufrió heridas. Su mamá, Noelia, tuvo un colapso nervioso en el lugar y también tuvo que ser hospitalizada con lesiones, según Clarín.
Fuentes policiales indicaron que, “un Volkswagen Bora, un Volkswagen Vento color champagne y un Chevrolet Corsa color bordo se desplazaban a alta velocidad, corriendo una carrera”, hasta que el Corsa “pierde el control colisionando contra un Volkswagen Fox color gris” que estaba detenido y, por el impacto, terminó atropellando a las víctimas.
Si bien todavía no está clara la secuencia de choque, buscaban imágenes en cámaras de seguridad de los alrededores para intentar determinar quiénes estaban participando de las picadas ilegales y hacia dónde escaparon.
Según pudo confirmar Clarín, lograron detener a una persona, pero los vecinos de la zona reaccionaron con furia y rompieron tres vehículos que quedaron destrozados sobre la ruta.
“Mi hermano estaba esperando en la vereda y los pasaron por arriba. La gente está cortando la calle, haciendo desastres. Nosotros somos dos hermanos y Luciano es el más chico, este es el primer hijo que tiene. Mi papá nos enseñó siempre a ayudar, yo me dedico a colaborar en varios comedores, veo a los chicos que no tienen para comer y estos hijos de puta, que tienen plata, se dedican a correr picadas y nadie les hace nada”, se angustió Darío, que tiene una zinguería junto a Luciano, que es herrero.
La investigación quedó en manos de la fiscalía N° 1 de La Matanza.