Ariel Linardelli tiene 47 años, es licenciado en comercialización y está casado con Leticia Zabala (43). Desde hace 18 días, su esposa está internada en el Hospital Italiano de Mendoza con coronavirus -intubada y en coma farmacológico-, y el 4 de mayo Linardelli recurrió a la Justicia para que su mujer pueda ser ser tratada con el siempre polémico, y peligroso, dióxido de cloro como tratamiento alternativo.
“Estoy muy enojado y preocupado con el tema, porque debería haberse resuelto en 48 horas, y ya llevamos 15 días. Siento que la jueza lo está dilatando a propósito y lo hace para no tener que expedirse, pero en el medio pasan los días; y están dejando morir a mi mujer, que tiene 5 hijos y, entre ellos, una beba de 40 días”, destacó preocupado Linardelli en diálogo con Los Andes.
Sin autorización de la ANMAT y con distintos cuestionamientos desde el plano científico, no es la primera vez que el dióxido de cloro se convierte en noticia desde el brote de la pandemia de coronavirus. Son incontables los profesionales y especialistas que han advertido sobre los riesgos de ingerirlo y sobre la falta de evidencia de que tenga efectividad alguna en casos de Covid-19. Sin embargo, y estando al tanto de todos estos cuestionamientos, Linardelli insiste en que es su esperanza.
“Tomo dióxido de de cloro desde hace bastante y me ha mejorado bastante aspectos de salud que me dan evidencia de que es bueno”, destacó Linardelli. Incluso, se refirió a todas las críticas desde el plano científico; y consideró que hay “muchos intereses económicos”.
“Hay profesionales que han salido a hablar de los peligros del dióxido de cloro, pero nunca han aclarado por qué lo es. Hablan de gente que llega con intoxicaciones con dióxido de cloro, pero también hay personas que llegan con intoxicaciones con medicamentos tradicionales porque se ingieren dosis equivocadas. También es una falacia decir que ‘estamos tomando cloro’; porque no es cloro puro, sino que es un componente distinto”, destacó el hombre, quien trabaja actualmente en una empresa de corte y doblado de chapas.
Rechazo y recusación
Luego de solicitar este tratamiento para su esposa en el centro asistencial donde se encuentra internada su mujer y de ser rechazado por las autoridades médicas del Hospital Italiano, Ariel Linardelli fue a la Justicia mendocina. El pedido fue efectuado el 4 de mayo y la resolución recayó en la jueza Alicia Borromei, del Cuarto Juzgado de Gestión Judicial Asociada.
“El viernes pasado fue la última audiencia, y fue un desastre. Era evidente que la jueza estaba siendo parcial y cometió muchísimos errores, por lo que ello me llevó a pedir que se la recuse, y tomar una nueva acción legar por el tiempo que se está demorando”, sintetizó Linardelli.
Cuestionamientos
No es la primera vez que la solicitud para recurrir a este tratamiento no convencional y no avalado por la ANMAT llega a la Justicia. En enero de este año, en Buenos Aires y luego de un pedido del médico que lo trataba; la Justicia hizo lugar al pedido para que un hombre de 92 años sea tratado de forma alternativa con este compuesto.
Según se informó oportunamente desde el Sanatorio Otamendi -donde permanecía internado este hombre y cuyas autoridades también se habían opuesto a realizar este tratamiento antes de tener la orden judicial- “luego de aplicación (NdA: del dióxido de cloro), el paciente empeoró en lo respiratorio y murió a las 24 horas”. En aquel momento y luego del fallo judicial, cuarenta y cinco sociedades científicas repudiaron el fallo judicial que había ordenado al Sanatorio Otamendi a tratar al mencionado paciente con dióxido de cloro.
En agosto del año pasado, en Neuquén, un niño de 5 años falleció por la ingesta de dióxido de cloro, suministrado por sus padres. En las jornadas posteriores a que se conociera esta noticia, desde la Sociedad Argentina de Pediatría alertaron -una vez más- sobre los graves efectos de este componente en los niños que lo ingieren. Resaltaron que, dado su menor peso y desarrollo; puede ocasionar insuficiencia respiratoria y hepática, así como también afectar el ritmo cardíaco. A ello se suma el riesgo de impedir el adecuado desarrollo cerebral en niños en gestación.
Entre quienes consumen este componente -muchos de forma regular en su día a día-, los principales cuestionamientos a las críticas que recibe el dióxido de cloro tienen que ver con que la “medicina tradicional” respalda el “negociado de los laboratorios” y los medicamentos tradicionales.