Matías Lucero pisó suelo norteamericano el 2 de abril mientras la Argentina se debatía en un escándalo del subdesarrollo: corrupción, favoritismos e incapacidad para resolver grandes desafíos en materia de vacunas.
El abismo entre una nación y otra equivalió a las horas de vuelo entre los aeropuertos de El Plumerillo, Mendoza, y el de Miami, donde aterrizó junto a su futura esposa americana Olivia Herlyn y sus dos perros, Río y Lima. Diseñador gráfico, oriundo de Godoy Cruz, se radicó en Tampa –en la costa del golfo de Florida- donde planifica su boda para este 8 de junio en un exclusivo hotel del paradisíaco Cayo Largo.
Desde allí, en un diálogo abierto, habló del vertiginoso ritmo de vacunación contra el Covid-19 en el país más golpeado por la pandemia.
-¿La pesadilla llegó a su fin en el país del Norte?
-Sí. La vida es completamente normal porque casi la totalidad de la población está vacunada. Hay fiestas, vida social, es decir, todo transcurre con total normalidad. Incluso no es obligación usar barbijo para quien esté vacunado. Ya casi nadie usa tapabocas salvo que lo exijan en algún lugar cerrado.
-¿Cuánto transcurrió desde que llegaste a Tampa hasta lograr recibir la dosis?
-Apenas 48 horas. Fuimos sin turno a una carpa gubernamental con DNI y pasaporte y nos colocaron la Johnson & Johnson. Acá los esfuerzos son conjuntos entre el gobierno federal, provincia, ciudades y el sistema privado (farmacias, hipermercados, etc). En síntesis, son 4 grandes agentes que proveen la vacuna, cada cual con sus particularidades pero sin trabas ni inconvenientes.
-¿Cómo es su rutina diaria?
-En medio de los preparativos del casamiento nos levantamos temprano, paseamos a los perros, trabajamos varias horas home office y a la tarde salimos nuevamente con Río y Lima. Si bien el distanciamiento ya está instalado como forma de vida, la rutina es completamente normal.
-¿En qué aspectos se advierte la diferencia cultural?
- Acá las reglas están para ser cumplidas y todo el mundo las acata. Por ejemplo, las señales de tránsito son sagradas, al punto de que las multas son de 350 dólares sólo por conducir a dos millas más de las permitidas. Con el Covid-19 sucedió lo mismo. La gente fue rigurosa y obediente.
-¿Qué otros aspectos marcan la diferencia?
-El orden y la planificación económica, algo que en la Argentina es prácticamente imposible. Acá uno vive tranquilo porque existe previsibilidad. Entiendo que algunos vean antipático el hecho de que los argentinos emigremos, pero acá se alcanzan objetivos que allá serían imposibles.
-¿Dónde viven?
-En un barrio privado precioso de San Petersburgo con salida al mar, en la zona Tampa, a cuatro horas de Miami. Todo el año hace mucho calor. Como mendocino me costó adaptarme al clima.
-¿Qué se extraña de Mendoza?
-La familia, los amigos, la montaña y los paseos por las bodegas. Pero la verdad me encanta esta cultura, me adapté rápidísimo.
-¿Disfrutan del vino y el asado tanto como en Mendoza?
- ¡Sí! Es un mito que la carne argentina es la mejor del mundo. Acá se consigue carne excelente, aunque se elabora a gas, no a leña. Por otro lado, en cualquier vinoteca te ofrecen vinos de cualquier país del mundo, si bien la cultura es más cervecera. En síntesis, creo que lo mejor del asado es el folklore, reunirse y compartir, más allá de dónde uno se encuentre.
Una historia de amor que se corona en dos semanas
Durante un intercambio en Vail, Colorado, a través de Work & Travel, Matías –instructor de snowboard—conoció a Olivia y quedó flasheado.
Era una hermosa americana de Wilton, Connecticut, que enseñaba esquí y no demoró en acercarse.
“Fue un amor a primera vista. Apuré a mis alumnos para meterme en la misma góndola y empezamos a charlar. Al mes nos pusimos de novios y nos fuimos Cancún y California de vacaciones”, recuerda.
Durante dos años vivieron entre Argentina y Estados Unidos hasta que en 2018 ella se mudó a Mendoza hasta el mes pasado, en que recalaron en Tampa, una ciudad que eligieron, entre otros motivos, por ser amigable con las mascotas.
Hijo de Fernando Lucero y de Liliana Sahun, Matías nació en Godoy Cruz el 24 de octubre de 1994. Tiene una hermana, Martina, de 24 años.
Como diseñador gráfico se especializa en el desarrollo de interfaces para páginas web. Desde hace varios años sus clientes son exclusivamente norteamericanos. “El campo de acción es mucho más amplio que en Argentina porque entienden que el diseño es clave y las empresas cuentan con presupuesto”.
Así, señala, pequeños emprendedores o grandes empresas invierten en diseño convencidos de que el desarrollo web y la publicidad contribuyen con la expansión de un negocio.
Por ahora, Matías se sigue proyectando allá lejos, en un país que le permite cumplir su sueño americano.