En el museo Cornelio Moyano se encuentran embarcados en una ardua tarea: restaurar y hacer curaduría para la conservación de los restos fósiles de un dinosaurio que fueron hallados en la década del ‘90 en Mendoza y es único en el mundo. Se trata de un ejemplar de Aeroteon riocoloradensis, que pesaba 5 toneladas y medía 10 metros de largo. Además, es el único dinosaurio carnívoro hallado en la provincia.
Están en exposición en el museo desde hace más de 20 años y ahora, expertos se han dado a la tarea de mejorar su estado de conservación con técnicas y materiales más modernos que los que se usaron en aquellos tiempos.
Se trata de una valiosa apuesta para preservar restos que generan interés en investigadores de todo el mundo. De hecho, a lo largo de estos años se han acercado hasta el lugar provenientes de diversos países para estudiarlo. Por eso, la intención es dejarlos en las mejores condiciones posibles para que hagan lo mismo en el futuro, nuevos investigadores con nuevas tecnologías que permitirán hallar más información respecto de la especie. Por ejemplo, quizás algún día pueda saberse qué sonido emitía.
El arduo trabajo está liderado por dos expertos: uno mendocino y otro proveniente de Buenos Aires. El primero es Marcelo Bourguet, técnico en conservación del CCT Conicet Mendoza. En tanto, Mauro Arancibia es un investigador del Conicet en Buenos Aires, doctor en Paleontología, quien desarrolló su tesis doctoral sobre este animal.
Restauración de fósiles
Los restos son exhibidos en vitrinas del primer piso de este museo de Ciencias Naturales que tiene 115 años de historia y resguarda vestigios de la historia de la ciencia y las especies. Es visitado por 120.000 personas por año, de los cuales 25.000 son alumnos de escuelas. En el año 89 pasó de la plaza Independencia a estar ubicado en el emblemático edificio de Playas Serranas, en el parque General San Martín.
El director del museo, Guillermo Campos, explicó que cuando el dinosaurio fue hallado, en la década del ‘90, fue enviado a un museo de Chicago donde se le realizaron los procedimientos de conservación con técnicas de vanguardia para la época pero que hoy, obviamente, han sido superadas por nuevas tecnologías.
Para pegar las piezas en aquel entonces se usaba material tipo epoxi, que con el tiempo ha sufrido una degradación y se ha tornado de un tono amarillento. Esto ha implicado que se deterioren las piezas y que visualmente también se vean afectadas.
Por eso, ahora se ha apelado a los nuevos recursos de los que se dispone, que han sido de relativa reciente incorporación, tanto en el país como en la provincia, y que son de alto costo. Estos son más estables a los cambios de temperatura y humedad, además de beneficiar la conservación y ser menos “visibles”.
Campos destacó que se trata de lo que se conoce como “holotipo”, un ejemplar único por sus características que da origen a una especie.
“La investigación de ese fósil es importantísima porque quizás en algún momento puede aparecer otro fragmento en algún otro lado, quizás puede ser en el Norte de Neuquén o en el Sur de Mendoza, porque son de esa zona, y va a servir para comparar”, resaltó Campos.
Explicó que se va sacando por partes, ya que así está expuesto, y que en este momento se está trabajando en la escápula, el omóplato, que se está volviendo a su posición original porque estaba fragmentado.
Agregó que es la primera vez que se le hace este procedimiento a esta pieza, de conservación preventiva, y que se ha comenzado a hacer hace un tiempo en otras del museo. “Es muy importante que se haga este proceso, tanto en piezas paleontológicas, como arqueológicas y geológicas”, subrayó Campos.
Un dinosaurio especial
El investigador Mauro Arancibia dijo que para él es un honor participar de este procedimiento. Se especializa en dinosaurios carnívoros y la intervención es una experiencia que le permite seguir aprendiendo.
“Es un animal de unos 10 metros de largo, o sea, del tamaño de un colectivo de línea”, graficó para tener una noción. “A pesar de ser carnívoro, tenía una cola muy larga, un cuello largo, eran muy esbeltos y ágiles. La cola larga le ayudaba justamente a balancearse durante la carrera porque suponemos que eran animales corredores, ágiles”, detalló al destacar que son animales interesantísimos y que su agilidad es comparable con la del guepardo o chita actual.
El Aerosteon riocoloradensis era de la familia de los megaraptores porque eran muy veloces y justamente su nombre inicia con el prefijo “aero”, lo que significa “hueso de aire”. La otra parte de la denominación, riocoloradensis, es porque se encontró en Río Colorado, al Sur de Mendoza.
Arancibia comentó que el ejemplar está muy bien preservado. Contó que para los paleontólogos es un desafío “armar el rompecabezas” del animal, ya que no suelen encontrarse todas las piezas, y el viento, la lluvia, la tierra suelen degradarlas. “Tenés que reconstruir esa imagen en base a las pocas piezas que te quedan, pero en este caso se preservaron la mayoría de ellas y, como están muy bien preservadas, esas piezas son informativas”, señaló.
Gracias a eso han podido reconstruir muy bien este ejemplar. “Es muy informativo, a los paleontólogos, que somos como detectives del tiempo, nos da muchísimas pistas. Eso hace que este animal año a año sea visitado por un montón de investigadores nacionales e internacionales. Un montón de gente de varias partes del mundo viene específicamente a ver este animal”, remarcó Arancibia.
“Ahora, al reconstruirlo, a mí ya me da más información de la que me daba antes. Hace siete años que lo vengo estudiando a este animal y año a año voy encontrando más cosas, le voy aplicando tecnologías nuevas que me van dando más información, voy pudiendo completar ese rompecabezas y dilucidando nuevos aspectos de la biología y del parentesco”, amplió.
El proceso
“Estamos haciendo un procedimiento de conservación preventiva, que es intervenir un ejemplar que ya ha sido preparado a principios de los 2000 en Chicago y con materiales que en su época eran los que había y ahora son viejos, que ya no se usan. Adhesivos epóxidos, como el Poxipol o La gotita, que con el tiempo se degrada, se pone en amarillo”, explicó Marcelo Bourguet. Agregó que con el tiempo también falla su adhesión y el fósil puede partirse.
“Con todos los adhesivos modernos que tenemos ahora, a base de resinas acrílicas, la idea es reemplazar antes de que se deterioren esos adhesivos, en la medida que se pueda”, detalló.
Para ello revisan las colecciones, lo que está expuesto, y detectan partes deterioradas o que quizás tengan riesgo de romperse en el futuro para intervenirlas y evitarlo. Además, se da un baño con los productos actuales, que son como barnices para evitar el daño que puede provocar la radiación ultravioleta.
“En el mismo adhesivo usamos resinas acrílicas en base a los ácidos acrílicos, son derivados del petróleo, son termoplásticas, totalmente transparentes y funcionan como protección, como un barniz, y según el solvente que usás y el tipo de agregados que le podés poner, como un dióxido de silicio, que es un nanomaterial, los convertís en un adhesivo”, refirió.
El viernes a las 19, Arancibia brindará una charla sobre carnívoros en la región de Cuyo.