La inauguración de un Centro de Apoyo Universitario perteneciente a la Universidad Siglo 21 en la localidad lavallina de Asunción seguramente cambiará las vidas de decenas de estudiantes. Está destinado a la comunidad originaria Huarpe Paula Guaquinchay, la cual tiene su sede a 75 kilómetros del centro mendocino. Para los aspirantes, estudiar a pocos metros de casa significa una posibilidad única, que llegó luego de pedidos y convocatorias constantes por parte de los lugareños.
Este nuevo espacio, que funciona en el centro cultural Tamari Guay, cuenta con herramientas técnicas y conectividad para que sus miembros puedan transitar el camino de formación hacia el título universitario y convertirse en profesionales con becas completas.
Es por esto que el entusiasmo reinó en el acto oficial de apertura, al que no le faltó nada. A lo largo de dos horas, los presentes escucharon con atención los discursos protocolares de las autoridades, las historias de vida de los futuros alumnos, y se deleitaron con un gato cuyano. Además, se repartieron sopaipillas caseras hechas por las mamás de la comunidad, acompañadas de un chocolate caliente.
De todas maneras, quienes se llevaron todos los aplausos fueron los verdaderos protagonistas: los próximos profesionales que formará la universidad en conjunto con la fundación SiMas. Cada uno de ellos contó su historia, marcada por el sacrificio y la constancia. Como es el caso de Ramona Barros (47), mamá y abuela, quien se postula para alcanzar una de las veinte becas que otorgará la casa de estudios. “Esta gran oportunidad de poder estudiar nos garantiza el derecho a la educación. A veces pertenecer a una comunidad Huarpe no es fácil. Estamos orgullosos de nuestra identidad, pero para el Gobierno es más complicado o no quieren comprometerse a la hora de darnos nuestros derechos”, apuntó.
Ramona hace artesanías al telar y cumple una gran labor dentro de su localidad. Terminó la secundaria de grande y proviene de una familia humilde en donde no se podía estudiar. Hoy su prioridad es clara: conseguir su título universitario. Según comentó a Los Andes, eligió capacitarse en Responsabilidad y Gestión Social. “Quería una carrera donde yo pudiera trabajar por y para mi comunidad”, señaló.
Barros, además, fue una de las representantes que tomó el micrófono y se dirigió a los presentes con palabras claras y convincentes. Estas reflejan la situación que tienen que atravesar los habitantes de la zona. “Creemos que la apertura de este centro va a beneficiar a la comunidad. Vemos que hay gente con compromiso para poder traer una universidad y nosotros vamos a poner de nuestra parte todo lo que sea necesario, ya que hemos pedido tanto por esto”, manifestó.
Al mismo tiempo, agregó de manera crítica: “Nos dijeron que en este lugar era imposible tener una universidad, también nos dijeron que tuviéramos en cuenta que a los chicos que van de la comunidad no se les exigen como a otros y se los abandona. Dudan de nuestra capacidad y así justifican su poca voluntad. Sólo necesitábamos un compromiso como el que han asumido la asociación SiMas y la Universidad Siglo 21. Nos dieron la oportunidad para demostrar la capacidad que tenemos”.
Por su parte, Yaquelina Molina (24), mamá y futura alumna de Siglo 21, se mostró feliz y compartió sus sensaciones: “Es una hermosa oportunidad para nosotros que nos incluyan en una universidad. Yo trabajo como puestera y me gustaría estudiar Administración y Gestión en Servicios de Salud. Nadie en mi familia tiene título académico, por eso espero ser la primera”.
En su discurso público, Yaquelina afirmó: “Como yo, supongo que hay muchas mamás que no han podido estudiar y estaban esperando esta convocatoria”. Asimismo, compartió una realidad que vive de forma cotidiana. “En mi casa no tenemos electricidad así que nos tenemos que mover hacia donde hay para poder conectarnos. Por eso agradecemos este centro de conectividad”, dijo.
OFERTA ACADÉMICA Y PROGRAMA DE BECAS
Franco Roncato, director de Calidad y Desarrollo de Centros de Aprendizaje Universitario, detalló: “Este es uno de los 320 centros de aprendizaje que tiene la Universidad Siglo 21 a lo largo de todo el país. La oferta académica es exactamente la misma, son más de 50 carreras, tanto de grado como de pre-grado”.
Entre los títulos de grado se pueden destacar: Abogacía, Contador Público, Administración de Empresa, Licenciatura en Relaciones Públicas, Licenciatura en Relaciones Internacionales, Gestión de Recursos Humanos, Licenciatura en Educación, entre muchas otras.
También hay carreras de corta duración, como: Martillero Público, Corredor Público, Técnicatura en Seguridad e Higiene, Técnicatura en Equipos de Venta y Técnicatura en Gestiones Públicas.
“En este centro, de esta comunidad, trabajaremos con 20 alumnos que tendrán una beca del 100%. Tienen todo un proceso de admisión, de preparación para poder acceder a este programa. Allí los estudiantes pueden ir optando, según los cursos de orientación vocacional previos, a esta oferta académica”, explicó el director.
Agregó: ”Tendrán un proceso de selección y acompañamiento para que los alumnos no pierdan la posibilidad de estudiar y que la palabra deserción no exista. Buscamos que el estudiante empiece y pueda terminar su carrera”.
Crear oportunidades
Siglo 21 tiene 10 centros en Mendoza, distribuidos en diferentes departamentos. Su campus central se encuentra en Córdoba y desde allí se imparten las clases vía Internet a toda la Argentina con más de 1.200 profesores. La rectora de la universidad es la magister María Belén Mendé y su presidente y fundador es Juan Carlos Rabbat.
Ambos participaron del acto protocolar en Lavalle junto con el intendente Roberto Righi, el senador Gerardo Vaquié, el empresario Gustavo Grobocopatel, el presidente de la Fundación SiMas, Diego Dalmaso, y el representante del Consejo Nacional Indígena, Diego Barros.
“Hoy es un día de mucha felicidad. Seguimos creyendo que la educación es una vía de desarrollo del autoestima, de creación de oportunidades, que nos devuelve poder a las personas. La sociedad ha cambiado de manera muy significativa en las últimas décadas y la educación parece haberse quedado en el tiempo. Nuestro desafío fue entender el momento y estar mucho más cerca del estudiante”, señaló Mendé.
Por su parte, Dalmaso concluyó: “Para nosotros como organización es una aspiración máxima. Trabajando con las comunidades originarias vemos el sufrimiento que atraviesan a la hora de salir y tener que enfrentar una realidad que plantea la Ciudad. El ritmo muchas veces ocasiona que los chicos no se puedan adaptar y se quedan con esa sensación amarga de no haber podido estudiar una carrera. Esto les da esperanza para que puedan avanzar y estar dentro de las comunidades”.