Un artículo publicado esta semana en el Washington Post asegura que hay una gran probabilidad de que el coronavirus no se vaya nunca. Incluso luego de que descubran la vacuna y sea colocada a la población, lo más probable es que el Covid-19 permanezca durante décadas circulando entre la población del mundo.
Siempre según la publicación, se trata -tal cual describen los especialistas- de enfermedades llamadas endémicas; es decir, que resisten persistentemente a los esfuerzos por acabar con ellas. Como por ejemplo el HIV, el sarampión y la varicela.
Por ello, quienes trabajan en epidemiología, planificación de desastres y desarrollo de vacunas aseguran que aceptar esa realidad es fundamental para poder seguir avanzando. Ya que entre tantas incertidumbres que hoy estamos viviendo los seres humanos por esta pandemia, la persistencia del nuevo virus es una de las pocas certezas con las que podemos contar.
Eso no significa, destaca también la nota, que la situación será siempre tan grave. Ya existen cuatro coronavirus endémicos que circulan continuamente y que causan los típicos resfríos invernales. Muchos expertos creen que este virus se va a convertir en el quinto, y que sus efectos van a ser cada vez más leves a medida que la inmunidad se propague y los cuerpos se adapten a él con el tiempo.
Sin embargo, hasta el momento, la mayoría de las personas del mundo no se han infectado todavía y siguen siendo susceptibles. La enfermedad sí ha crecido en las últimas semanas, incluso en países que inicialmente tuvieron éxito en contenerla. Si no se actuara contra el virus, dicen los especialistas, la situación sería aún peor.
Convivir con el virus
Combatir enfermedades endémicas requiere de una estrategia a largo plazo, de un esfuerzo constante y de una coordinación internacional. Erradicar el virus puede llevar décadas, si es que llega a suceder. Esos esfuerzos toman tiempo, dinero y, sobretodo, voluntad política.
Respecto a la vacuna para combatir la Covid-19, la medicina más avanzada afirman que es poco probable que ayude realmente a erradicar la enfermedad. Es que los desafíos que implica un proceso de vacunación tan masivo están empezando a ser evidentes: suministro limitado, la oposición antivacunas y los considerables obstáculos logísticos.