Un acto de amor en Tunuyán: es árbitro y dirigió descalza para darle sus zapatillas a una nena que no tenía

Sucedió ayer en un cotejo de interescolares. La protagonista es Tatiana Cirrincioni, de 34 años. “Calzábamos lo mismo y jugó muy bien, incluso su equipo terminó ganando 5 a 1″, contó a Los Andes.

Un acto de amor en Tunuyán: es árbitro y dirigió descalza para darle sus zapatillas a una nena que no tenía
“Nana” es árbitro de fútbol femenino y también masculino desde hace cuatro años. Foto: gentileza

Un gesto simple y la vez enorme tuvo lugar ayer en el polideportivo de Tunuyán, poco antes de disputarse un partido de fútbol femenino de un torneo interescolar. Fue cuando Tatiana Cirrincioni, que oficiaba como árbitro entre los equipos ETBA y Escuela Normal, advirtió que una jugadora de este último no tenía el calzado correspondiente. Inmediatamente se sacó sus zapatillas y dirigió el partido descalza.

Sorprendida por la repercusión que el hecho tuvo entre sus amigos en las redes sociales -ya que su hermano Darío se encargó de contarlo porque sostuvo que es una historia inspiradora- “Nana” dijo que fue algo “totalmente normal” y que, si bien estuvo algo incómoda porque está operada de los pies, “todo salió perfecto”.

La arquera del equipo de la Escuela Nacional había ido al partido con botines de tapón, un calzado inadecuado para este tipo de cotejos que se disputa en baldosa. “Le pregunté y me dijo que no tenía zapatillas. Vi que las dos calzábamos más o menos parecido, se las probó y anduvo perfecta”, relató. Incuso el equipo de esa niña ganó 5 a 1.

“Nana” es árbitro de fútbol femenino y también masculino desde hace cuatro años. Estudió en Mendoza capital y rindió en la Liga Mendocina de Fútbol, aunque actualmente dirige la Liga Sancarlina. “En este tipo de torneos se ve de todo un poco, las clases sociales varían. Eso sí, en fútbol de sala hay que jugar en zapatillas”, advierte.

Es hija de Hugo y de Susana, ambos jubilados, y nació y creció en Tunuyán. Tiene dos hermanos, Darío e Iván. “Mi hermano Darío estuvo contando esto y además en el partido había un periodista de una FM ¡Qué vergüenza!”, dice y ríe.

También cuenta que su mamá, ante tanta repercusión, empezó a llorar de alegría. “Ellos siempre están orgullosos y mi mamá es muy llorona”, señala. Además de ganarse la vida como árbitro, Tatiana es preventista y además estudia profesorado de Química en Tupungato.

Su hermano Darío no se quiso quedar atrás con los halagos hacia esta chica alegre y solidaria que es su hermana. “Me llenó, me hizo la mañana, me infló el pecho y me llenó de orgullo. En una sociedad  que no siempre brinda oportunidades para todos y en donde la competencia muchas veces rompe valores, este gesto es destacable. Entendiste todo, hermana”, escribió en su Facebook, con una foto de Tatiana en pleno trabajo y en medio de la cancha.

Nana no cree que alguien le haya tomado alguna foto descalza porque se trataba de un partido municipal y no muy concurrido. “En fin, trascendí con algo muy simple e impensado”, concluye sonriente mientras agradece.

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