En las zonas más altas de la precordillera mendocina se encuentra Paramillos, un lugar que es más fácil de visitar si uno parte desde la villa de Uspallata. Se encuentra a tan solo 25 kilómetros por la ruta 52. En el punto más alto, a 3.000 msnm, está la Cruz de Paramillos, un imponente lugar de tierra rojiza que es un mirador privilegiado del cerro Aconcagua, cuando el cielo está despejado.
Allí también se accede desde la Ciudad de Mendoza y es la cumbre del camino de Villavicencio. Pero este viaje se puede convertir en toda una aventura, que puede llevar varias horas después de casi 80 kilómetros, debido a la trepada de los caracoles y el estado del camino.
Además de la cruz, otros hitos marcan el lugar, como el bosque petrificado de araucarias que visitó Charles Darwin. Lamentablemente, poco es lo que queda allí, debido a la depredación humana de este patrimonio arqueológico. La cruz marca el período jesuita durante la época del Imperio español en el sitio del camino principal, hacia ambos lados de la cordillera de Los Andes.
Se trata de un lugar signado por la actividad minera, incluso de tiempos precolombinos. Prácticamente se puede decir que Uspallata fue el primer centro de explotación minera en el país y de allí se extraía plata, oro, zinc, plomo y cobre principalmente. Hasta fines del siglo XIX fue una de las principales actividades económicas de la provincia y se extendió hasta las últimas décadas del siglo XX.
Por distintos caminos uspallatinos uno puede encontrar vestigios mineros, pero en Paramillos están los más importantes desde el punto de vista histórico y cultural. Desde la Cruz hacia la villa, el camino desciende hasta los 2.600 metros y uno puede observar al costado de la ruta construcciones fantasma de aquella época. O la tumba del Gaucho Cubillos, un “Robin Hood mendocino” que hasta allí había escapado de la policía y fue mortalmente acorralado en octubre de 1895.
“Paramillo es diminutivo castizo de ‘páramo o lugar desolado’”, explica Alicia Capredoni, que se dedica al turismo minero. Justamente uno de los emprendimientos más importantes de esta actividad se encuentra en esta zona, en el viejo puesto minero Agua de la Zorra, ubicado en la falda del Cerro del cual toma su nombre, a 25 kilómetros al noreste de la Villa de Uspallata, por la ruta provincial 52.
Entre los cerros, un portal de ingreso sobre el costado sur de la ruta indica el ingreso al puesto y, tras recorrer unos 600 metro,s uno se encuentra con una construcción de piedra y madera. Al lugar se debe acceder en movilidad propia. A la mañana y hasta las 15 se realizan las visitas guiadas. Aquí no hay señal de teléfono, “es un lugar que invita a conectarse con la naturaleza, la aventura y la historia”, agrega Alicia, y comenta que hay distintos recorridos y actividades que se pueden realizar allí, pero básicamente se trata de recorrer las galerías subterráneas y conocer algunas historias y leyendas de la zona.
A través de la exploración de las galerías, los guías explican las distintas técnicas utilizadas para la extracción de material, cómo lo hacían los pueblos originarios, los incas, los métodos desarrollados durante la colonia y la etapa moderna. “Exploramos uno de los niveles de galerías subterráneas de la mina, unos 200 metros aproximadamente, donde podremos observar vetas de diversos minerales y elementos utilizados en los trabajos de explotación” añade Alicia. Es una caminata de baja dificultad con una duración de una hora y media.
“Muchas familias vienen al lugar, además de amigos y estudiantes, principalmente de provincias vecinas o cercanas” confía Alicia, quien resalta que la mina que visitan se encuentra sobre un cerro y no hay que descender, como suele imaginarse el visitante. “Tiene cuatro niveles, el superior está sobre la parte más alta del cerro y el inferior se encuentra a nivel del terreno”, cuenta, y agrega que se pueden ver en algunos sectores los antiguos carros sobre rieles que transportaban el material hacia el exterior. Y que en un futuro, la idea es ampliar los paseos de la mina en los carritos de transporte.
Durante el paseo también se destaca la actividad de los “pirquineros”, que siempre se han mantenido cerca de las minas. Se trata de personas que trabajan por su cuenta, hacen pequeñas extracciones y las comercializan.
Los guías son de Uspallata y durante los últimos días han tenido una intensa actividad, debido a que muchos turistas decidieron hacer actividades complementarias ante la imposibilidad de cruzar a Chile debido a las intensas nevadas que bloquearon el paso por casi dos semanas. Allí también explican los trabajos arqueológicos realizados por Carlos Rusconi y Humberto Lagiglia primero y los últimos de Víctor Durán y Adolfo Cueto. “Sobre la actividad minera en Uspallata, destacamos el primer trabajo elaborado por el alemán Germán Ave Lallemant, en 1890, que describe la actividad económica en torno a la minería”, informa Alicia.
Además de la caminata, se puede sumar el rappel sobre la mina, es un descenso de 20 metros con cuerdas y escaleras hacia otros sectores de extracción de minerales. Y tirolesa con poleas en un circuito de 3 tramos de 100 metros cada uno, con una duración de 45 minutos.
